Hilo del Destino

Capítulo 1: "Ella"

“El destino mezcla las cartas, y nosotros la jugamos”.

                          -Arthur Schopenhauer

Durante mucho tiempo las personas han convivido entre sí sin saber en realidad que tan importante serán sus encuentros. Existen momentos en la vida donde nos encontramos rodeados de personas que no conocemos pero que lo único que comparten con nosotros es el estar en el mismo lugar, en el mismo momento. Personas que viven la vida de distinta forma pero que por alguna razón comparte un momento con otras como por ejemplo en una parada de autobús, una tienda de ropa, una estación de tren o simplemente en la calle. Tantas personas juntas que no saben si en algún momento sus destinos se verán cruzados y se convertirán en inseparables.

¿Casualidad?, ¿Destino? Quizás un poco de ambas.

Casualidad debido a que pudieron haber cambiado miles de factores que te impidieran estar en ese preciso momento donde te encontrabas, y destino porque simplemente sin importar lo que hicieras, donde corrieras; nada iba a impedirte estar allí. Un ejemplo podría ser una transitada calle de Manhattan. Donde el bullicio era intenso, el tráfico era imposible y las personas parecían ir como olas en las calles llevándose todo a su paso por las prisas de salir de la ajetreada vida y tener un poco de descanso.

Ese momento cuando giras a tu derecha y a tu izquierda y te encuentras con personas desconocidas que están compartiendo en ese momento contigo por alguna razón, pero no sabes nada de sus vidas. Tantas mentes diferentes, tantas historias diferentes que contar. Cada persona viviendo su día a día de una manera diferente.

 “Cada cabeza es un mundo”

Cada persona tiene una forma distinta de actuar, de vivir, de pensar. Se puede estar rodeado de tantas personas y no saber absolutamente nada de sus vidas, pero imaginar lo que harán durante su día o preguntarse hacía donde van y de donde vienen. Y eso precisamente lo que algunas personas se estarían preguntando de esa figura femenina que corría desesperada por las calles entre la gente golpeando a algunos y recibiendo insultos de otros.

Una mujer que iba con unos zapatos Converse tan viejos y gastados que estaban tratando de resistir su agitado paso. Su mochila atrás de su espalda y su snapback color negra se agitaban con el viento mientras con su mano limpiaba sus lágrimas para evitar caerse. Su único pensamiento era llegar finalmente a casa.

Los golpes iban y venían mientras intentaba seguir corriendo. No tenía dinero para tomar un taxi desde donde la había dejado el autobús justo en la Avenida DeKalb donde siempre caminaba dos kilómetros para llegar a su casa. Había estado en la universidad cuando había recibido la llamada de su hermana de diez años rogándole entre lágrimas que volviera a casa informándole que finalmente había sucedido lo inevitable.

Su padre finalmente las había abandonado. Ella sabía que solo había sido cuestión de tiempo para que su padre finalmente se cansara de ellas y las abandonara. La única razón por la que se había quedado era su madre. Pero ahora su madre ya no estaba con ellos.

Los ojos de la mujer volvieron a llenarse de lágrimas mientras corría finalmente llegando a su barrio. Bushwick era parte del distrito de Brooklyn en New York. Ella suspiró mientras escuchaba los silbidos y las palabras vulgares que algunos hombres le gritaban mientras avanzaba hacía su casa. Las ignoró completamente llegando finalmente a su edificio donde vio a su hermanita Sofí sentada en las escaleras con su muñeca de hada abrazada contra su pecho.

 —¿Peque? —dijo ella acercándose a su hermana rápidamente.

Vio los ojos marrones de su hermana tan parecidos a los suyos alzarse llenos de lágrimas mientras se tiraba sobre ella para abrazarla fuertemente.

—Kaki, viniste—dijo Sofí entre sollozos.

—Claro que estoy aquí peque—le besó la cabeza con dulzura y en ese momento sus ojos se encontraron con los de su padre saliendo del departamento con una maleta aferrada a su mano.

—Tardaste mucho—la acusó fríamente—. No quería dejarla sola. Por lo menos contigo tiene a un “machito” que vea por ella—la vio con profundo desprecio mientras ella apretaba sus manos en puños conteniendo su ira.

—¿Adónde vas? —preguntó fríamente mientras los ojos llenos de odio de su padre se juntaban con los de ella. Su padre había sido siempre un hombre ausente que jamás había visto por ellas y ahora finalmente estaba cansado de ser responsable de dos personas más aparte de él. Aunque lo único que había hecho era dar un poco de dinero para gastos. Camila trabajaba y ganaba dinero para pagarse sus cosas y algunas cosas de su hermanita.

—Me largo de esta casa—dijo él viéndola a los ojos—. No lo soporto más Camila.

—¡¿No lo soportas más?! —explotó Camila mientras Sofía se aferraba a su cuello y Camila veía a su padre con lágrimas—. ¿Qué es lo que no soportas más? —Camila bajó a su hermana al piso acercándose a su padre—¿Qué es lo que te hace huir como un cobarde de tus responsabilidades?



#8275 en Fanfic
#4723 en Novela contemporánea

En el texto hay: primer y ultimo amor, lgbti, moda

Editado: 17.08.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.