Hilos separados

Capítulo 14: Paola

Siento una lengua húmeda pasar por mi rostro, es Spike quien intenta despertarme. Abro los ojos y efectivamente es él.

-Hola amigo. –Le digo mientras lo tomo entre brazos y le doy un beso. Miro el resto de la habitación, no hay nadie más.

Pongo a Spike en el suelo y bajo de la cama lentamente, mirando hacia la puerta por si alguien ingresa. Me acerco al escritorio que tengo al lado, me siento y enciendo la laptop. Reviso las noticias de la semana, necesito ponerme al tanto de todo lo que me perdí mientras estuve inconsciente. No hay nada interesante, por lo que vuelvo a apagar la laptop y salgo de la habitación.

Camino por el pasillo, somnoliento y un poco cansado, pero mejor. La casa está en un profundo silencio, como si no hubiera nadie en kilómetros, me preocupa un poco. Llego a las escaleras, hay una maleta en la entrada, bajo y camino hacia la sala de estar, todos están ahí. Una joven mujer se levanta y se acerca mí. Va vestida muy elegante.

            -Mucho gusto, Mateo. Soy Paola, tu hermana. –Dice la elegante mujer extendiéndome la mano.

Una gran conmoción surge en mi al escuchar sus palabras, imposibles de creer. No puede ser mi hermana, Ismael nunca me dijo sobre una tercera hija. Aunque puede que él tampoco lo haya sabido. Mi padre oculta muchas cosas, y por más que sé algunas, no logro dejar de sorprenderme.

            - ¿H-hermana? –Titubeo. Miro a mi tío exigiendo una explicación.

            -Acabo de enterarme. –Responde él.

            -Sé que es muy difícil de asimilar. Yo me enteré hace poco, aún estoy asimilándolo, pero te contaré mi historia para que se te haga más fácil. –Interviene Paola.

            -Siéntate por favor. –Le digo señalándole el sofá.

            -Creo que nosotros debemos irnos. –Dice André.

            - ¿Estarás bien? –Me pregunta Karol, casi en susurro.

            -Ve, no te preocupes. –Le digo reconfortándola.

Todos se van de diferentes direcciones, dejándonos solos a la misteriosa joven y a mí en el enorme salón.

            - ¿Y bien? –Pregunto ansioso por escuchar su historia.

            -Verás. El día que yo nací, mi madre no lo resistió y murió. Ese mismo día, otra mujer soltera dio a luz a un niño en la misma sala de parto. Mi padre, el mismo al que tú llamas padre, le ofreció darle una mensualidad a la mujer, a cambio de criar a su hija como si fuera suya mientras que él se lleva al niño diciendo a todo el mundo que tuvo un hijo y no una hija. No me quejo de la vida que tuve, no tuve necesidades. Pero por años viví pensando que mi padre había muerto y no es hasta hace poco que la mujer al que llamaba madre, me confesó con su último aliento que en realidad no lo es. Me contó toda la verdad sobre mi padre, por lo que decidí tomar el primer avión y buscar a mi verdadero padre para que me explique todo. Cuando llegué, me vine con la sorpresa de que mi padre está en prisión por asesinato y corrupción; también descubrí que tengo un hermano de sangre, así que vine hasta aquí para hablar contigo y contarte todo.

No encuentro las palabras adecuadas para esta situación, siento un nudo en la garganta. Es increíble todo lo que puede llegar a hacer mi padre. No puedo creer que Ismael no fuera mi hermano de sangre, no puede ser verdad, es absurdo. Me enojan los secretos de mi padre. Me decido hablar con mi padre, tiene que darnos explicaciones.

            -Te quedarás con nosotros, encontraremos el momento de hablar con papá y nos explicará todo lo que necesites saber. –Le digo sosteniéndole la mano.

            -Muchas gracias, Mateo. –Dice sonriente.

            -No hay de qué, después de todo eres mi hermana. –Le devuelvo la sonrisa, me compadezco imaginando en todo lo que habrá pasado para llegar hasta aquí.

            - ¡María! –La llamo.

            -Dígame, señor Mateo. –Llega en seguida.

            -Prepara una habitación para Paola. Se quedará por un tiempo. –Le digo suavemente.

            -En seguido, señor. –Y se retira.

            -Estás en tu casa. –Le digo asentando con la cabeza. Me levanto y salgo de la casa en dirección al jardín. Hace un momento vi a Karol salir, creo saber a donde fue.

Camino por el jardín, sigo el camino de piedras que llevan a los escalones para subir a la azotea. Una vez arriba, efectivamente Karol está ahí, sentada en el sofá, mirando el paisaje.

            - ¿Está todo bien? –Pregunta al verme.

            - Mientras estés tú, estaré bien. –Digo mientras me recuesto en el sofá, apoyando mi cabeza en sus piernas.

            - ¿Qué hay de tu hermana? –Dice tocándome suavemente la cabeza.

            -Al parecer es otro maldito secreto de mi padre. ¿Puedes creer que cambió a su hija por el hijo de alguien más? Mi padre es un monstruo, te juro que no comprendo sus acciones. –Espeto. Cierro los ojos e intento recuperar la calma.

            - ¿Será que alguna vez, dejarás de odiar a tu padre por su pasado? –Pregunta con brusquedad.

Una sensación extraña oprime mi pecho, amenaza con hacerme colapsar. Intento olvidarla por nuestra felicidad. Incapaz de contener mi alteración, me levanto rápidamente de su regazo.

            - ¿Es en serio?

Ella me mira sínicamente, no se arrepiente de la pregunta que hizo.

            -No lo puedo creer. –Me pongo de pie frente a ella.

            -Por Dios, Mateo. Cálmate. –Se levanta y cruza los brazos enojada. Como si la hubiera ofendido. El ofendido soy yo.

            -Estoy calmado.

Como si pudiera calmarme, es absurdo. Ni siquiera debería estar aquí, discutiendo por algo estúpido. Debería estar buscando a Santiago, aún no he vengado a Ismael.

Cálmate Mateo. No puedes perderla de nuevo.

Ella no me mira, suspira agobiada, mirando al frente con su testaruda actitud.




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