Todos tenemos que visitar al oráculo, que habita en una cabaña solitaria, aislada y un poco aterradora, a la que entras a escuchar tu destino, ahí el tiempo pasa diferente, acá han pasado 30 segundos, allí han pasado 3 horas, o lo que el oráculo quiera, por eso entre más tiempo pases ahí, más débil sales, porque más de tu destino fue revelado.
Todos los que tengan 16 años asisten al oráculo, todos nos sentamos afuera de la cabaña a esperar que nuestro nombre aparezca en el ridículo felpudo, al haber pasado todos aparece de nuevo “hogar dulce hogar” escrito en dorado.
Últimamente todos salen o desmayándose o llorando. Esto último solo si tienen suerte.
Ahora sale Marah, sale con la piel color blanca, no pálida, totalmente blanca, sus pies se enredan y se convierten en aleta, comienza a saltar como pez fuera del agua, que bueno, es lo que es, un pez fuera del agua, o al menos casi.
Matt corre a su lado, pero se queda petrificado junto a ella, con la vista en el felpudo.
Sama, la sanadora corre a recoger a Marah y se la lleva en dirección al lago.
El siguiente nombre: Matt, el príncipe de los ríos.
Matt respira hondo y abre la puerta.
Nadie dice nada, Lea sigue llorando, aunque ahora ya son solo sollozos ahogados.
Meshia ha dejado de consolar a Lea, ahora guarda silencio junto a ella, sus manos azules ahora están celestes, lo que en ella viene a significar que esta pálida, que tiene tanto miedo como todos.
Por un instante casi puedo desear que mi nombre sea el siguiente, para así acabar con esto ya, por otro lado tengo demasiado miedo.
Matt sale, no han pasado más de 40 segundos, sale llorando, con el rostro lleno de terror, camina sin emoción hacia una banca junto a Hestia y se sienta.
El siguiente nombre: Petter O’Brien, yo.