Historia de mi corazón desencantado

II

Las presentaciones de cada alumno se habían terminado y ahora seguía otra parte no tan aburrida.

Hacer el listado de profesores con sus datos de contacto; así como había viejos conocidos de algunos años anteriores, también había nombres nuevos, por esto decidí tomar apuntes de todos sus los datos de contacto, pues, aunque seas la nerd nunca sabes cuándo puedes necesitar a un profesor.

Después estaban los malditos horarios, seguí tomando apuntes, no quiero olvidar nada, cada día unas clases diferentes.

Pareció casi increíble, pero por fin sonó ese espantoso timbre que indicaba la hora de ir a comer.

Esperé a que salieran casi todos, luego Fernanda me agarró por el brazo y por poco me arrastra.

—¿Qué haces?

—Creo que tienes admirador este año, no te quitó los ojos de encima.

—Si, lo noté. Y es bastante incómodo tener un vigía todo el tiempo.

—Bueno, la verdad es que no lo juzgo, tú estás bien mona y pues de seguro le gustas. A lo mejor te pide noviazgo.

—No me jodas Ferchis.

—¿Por qué no? El tipo también está guapo, nada mal.

—Si mi querida amiga, tal vez guapo y todo... Todo un estúpido es lo que es.

Mejor dicho, si las cosas siguen siendo como hoy va a ser indispensable pedir cambio.

—Eso ni se te ocurra ¿Qué sería de mí?

—Tendrías al guapo extrovertido a tu lado y por el otro a tu retrasado. —Reí un poco al imaginar la escena.

—Eso nunca, yo no te dejo ir, yo no cambio a mi nerd por ningún aparecido, por muy guapo que sea.—me dió un abrazo.

—Ya sabes cómo chantajearme, pero suéltame que parecemos lesbianas.

En ese momento escuché a alguien diciendo mi nombre detrás de nosotras, giré y vi que Andy se acercaba rápidamente.

—Hola chicas, ¿cómo están?

-Creo que bien, ¿y tú?— Respondí fríamente

—Bien Luna, gracias por preguntar. Oigan, ¿Alguna de ustedes sabe cuánto pesa un oso polar?

—Yo no contestó Fernanda un poco desconcertada por la pregunta.

—Todo depende del tamaño del oso. Sin embargo, en edad adulta el promedio de peso puede estar entre trescientos y setecientos kilogramos, aunque se han documentado algunos individuos que llegan a pesar hasta una tonelada. Este peso es suficiente para romper el hielo, y muy diferente a lo que piensas decir, una vez roto el hielo el oso está en serios problemas que le pueden ocasionar incluso la muerte. Esto último se ha vuelto cada vez más frecuente, por eso es tan importante tomar acciones ambientales. Ya sabes, el calentamiento global afecta el grosor del hielo y eso es bastante malo para los osos polares.

—¡Vaya! No me esperaba tal respuesta. —Estaba totalmente asombrado

—Debe ser que estas tan acostumbrado a usar ese infantil truco para impresionar a niñas tontas. Sin embargo, en esta ocasión te falló. Lo siento.

—Ehhh... Hablando de otra cosa, ¿Me permitirían invitarles algo?

—Que sea tu decisión. Nosotras nos ubicaremos en alguna mesa que aún esté disponible—Agarré por el brazo a Fernanda arrastrándola conmigo.

—Vale, entonces voy a comprar algo y les llevaré.

Él se fue a tratar de comprar mientras que llegamos a una de las mesas vacías de la cafetería, yo saqué mi lonchera y Fernanda hizo lo mismo.

Dirigí mi mirada hacia la barra de la cafetería, un estimado entre cien y doscientos alumnos, todos queriendo comprar. Por eso era mejor traer de casa. Entre esa muchedumbre alcancé a ver a Andi, y no pude evitar soltar una sonrisa burlona.

—Lo ves Luna, pobre muchacho, lo que hace por ti.- Me recriminó Fernanda mientras mordía su sándwich.

— ¿Por mí? ¿ Acaso yo se lo pedí? mientras no sea así, eso le pasa por tonto, esperemos a ver si con eso se le quita.-

—A mí no me parece que sea una tontada que quiera invitarnos algo.

—Si es una tontada, debió primero preguntar cómo era el comportamiento en esa cafetería, y lo más importante si teníamos lonchera o no.

—Bueno, en eso tienes razón, imagínate la cara que pondrá al llegar y ver que ya terminamos de comer.

No pude evitar una sonrisa burlarme de él, y como si de suerte se tratase, terminamos de comer y él apenas se acercaba.

—Si aún te acuerdas de como disimular, hazlo, porque ahí viene tú admirador.— Advirtió mi amiga.

Efectivamente se acercaba con algunas empanadas y botellas de jugo.

—¡Vaya! Veo que se me adelantaron.

—Era algo obvio, no vamos a arriesgar la integridad física por un poco de comida, por eso es que trajimos de casa.— Expliqué levantándome de la mesa

—Me hubieras dicho. — enserió su voz

—¿Acaso me preguntaste? Ahora si no te molesta nos vamos a dar una vuelta a ver qué se ve.

—Pero, ¿es en serio? ¿En verdad no quieren una empanada, o un jugo?

—Yo estoy satisfecha, ¿Y tú, Ferchis?

—Yo también estoy llena, gracias por tu buena voluntad. — Le dedicó una sonrisa bastante fingida.

Nos alejamos mientras él se quedó molesto. Salimos por el lado del campo de fútbol. Allí se había formado un buen partido, así que nos sentamos en una de las gradas a ver el encuentro.

—No juegan nada mal. — comenté

—Si Lunis, son buenos, además desde aquí tenemos una buena visibilidad para escoger algo para este año.

—¡Vaya! Ya estás pensando en escoger. A ver si lo que escoges te dura. porque tu única relación de más de seis meses he sido yo. —sonreí burlonamente.

—Tú sabes que la época del colegio no vuelve y al cuerpo hay que darle lo que pida.

—Eso dices tú, yo pienso otra cosa.

—Tú te lo pierdes.

—No me pierdo de nada.

—Ya verás.

Nos quedamos un tiempo en silencio, de repente, Fernanda retomó la conversación.

—Creo que eso estuvo muy mal Luna.

—No, esa barrida fue limpia además sólo le quitó el balón.— sabía que no hablaba del juego y quise evadir esa conversación que ví venir.




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