La vida de Carlos no había sido fácil en las últimas semanas.
Un accidente en su trabajo había dejado en coma a su hermano.
Su mejor amigo había fallecido en un accidente de tránsito mientras iba a sus clases de conducir.
Y lo peor es que a su novia había desaparecido desde el día martes, lo cual ya llevaba 5 días sin saber nada de ella.
Carlos estaba leyendo el periódico en la sección "empleos a la vista".
Él está buscando un trabajo para sustentar los gastos, y había encontrado varios puestos de trabajo.
Había para limpiadores de oficina, gasolineros y un textil al sur de la ciudad.
Pero algo hizo que sus ojos brillaran.
(Se busca un dependiente de un Minimarket, jornada completa de 11 am a 10 pm, sueldo mínimo mayor de 19 años, con/sin experiencia).
Carlos había encontrado el trabajo que siempre quiso tener, el de atender en un Minimarket.
Parecía como si se hubiera preparado para eso.
Así que llamó para reservar su entrevista.
Hola, quiero postularme para el puesto de dependiente de un Minimarket.
(Inentendible) Mañana a las 10 am, no llegues tarde.
A Carlos se le hacía raro ese sonido, pero dejó pasarlo. Así que se alistó para su entrevista.
(Sonido del armario)
Carlos aún guardaba la ropa de su graduación, así que se la puso.
Tomó el autobús a las 8:30 am y fue rumbo a su entrevista.
TVNN
Una nueva víctima del deambulador nocturno. Se registró en la zona comercial de la ciudad de...
El autobús paró en frente a la zona comercial. Así que tenía que recorrer un total de 5 cuadras con un traje de gala con una temperatura de 25°C.
Y solo tenía 30 minutos para llegar a su destino.
Cuando llegó, la fachada era una desgastada, la pintura estaba con moho y la puerta estaba apolillada. Le pareció asqueroso el olor a humedad cuando entró,
Al fondo había una habitación donde le dijeron pasa.
Sentado ahí estaba una persona de avanzada edad que le dijo:
Siéntate muchacho.
(...)
Carlos había logrado obtener el trabajo y empezaba el día de mañana.
Aunque el lugar estaba todo deteriorado, la mujer fue muy amable con él.
Parecía una bella anciana que entendía el problema del desempleo actual.
Su jornada iba a ser de 11 horas y ganaría 250 sirs a la semana.
El día siguiente, Carlos fue a su primer día en su nuevo trabajo. Se puso una ropa cómoda y no desayunó nada porque se le habían acabado sus raciones.
-Espero que tengan una máquina cafetera -se mencionó a sí mismo.
Con dos golpes a sus mejillas se motivó y se embarcó en su nueva aventura.
El autobús estaba lleno por alguna razón. Luego recordó que era lunes, así que le tocó ir apretado. En su mente estaba la imagen de su hermano, un químico que mientras hacía una mezcla de elementos se olvidó de seguir los protocolos.
Y lamentablemente se quemó en un 65% de su cuerpo con quemaduras de tercer grado.
Carlos se sentía algo solo en su casa, extrañaba a su hermano, pero cuando volvió a la realidad, ya había llegado a su destino.
Se presentó con el gerente y recibió algunas instrucciones, se cambió, la ropa le quedaba muy bien. Y se preparó un sándwich de queso para tener algo de energía.
El día pasó rápido, solo había atendido a 27 personas. El resto del día se la pasó limpiando y ordenando, pero se llevó las cosas vencidas a botar a la basura, o eso le hizo creer a su gerente. En realidad, se lo había llevado para él.
Como ya eran las 11 pm, tenía que esperar mucho por un autobús para su casa. Lo relativamente bueno es que estaba en un barrio tranquilo.
-Carlos mirando a todas partes.
Un hombre se le acercó. Carlos tenía el pulso acelerado, sentía su corazón latir muy fuerte. El desconocido le preguntó: "¿Tú también acabas de salir de trabajar?"
Carlos, con cierto nerviosismo, le respondió que sí.
El hombre, tratando de tranquilizarlo, le dijo: "No te preocupes, no soy un secuestrador. Yo trabajo en la cafetería de esa esquina, acabo de terminar mi jornada así que ya es hora de irme a mi casa. Mira, técnicamente somos vecinos de trabajo. Me llamo Rodrigo, ¿y tú?"
Carlos, ya más calmado, le respondió de manera más amena. El autobús llegó y ambos tenían una ruta similar.
Carlos se despidió de Rodrigo y se fue a su fría casa. Lo único que se había logrado llevar fue un pan seco y un pastel de carne. Lo acompañó con el café que aún le sobraba. Al no tener luz, se metió a su cama directamente.
En la mañana se despertó con mucha hambre al ver su reloj marcaba las 9:20 am. Así que se apresuró en cambiarse e irse a su trabajo. El autobús ya estaba más vacío, así que supuso que sí estaba bien tarde.
Al llegar a su trabajo, su gerente ya estaba ahí, golpeando el suelo con su pie izquierdo. Le dijo: "A solo 5 minutos de llegar tarde, Carlos, y en tu segundo día. Por esta vez te lo dejaré pasar, pero que no se repita." Luego se marchó.
Carlos se alistó, limpió su zona y abrió caja. Ese día llegaba el repartidor y el surtidor. Hizo el inventario y guardó las cosas en el almacén, rellenó los anaqueles que estaban vacíos y se puso a desayunar. Cuando escuchó el timbrar de la campana de la tienda, ahí estaba un hombre con un saco largo y unos lentes oscuros, empezó a tambalear.
Dijo con una voz grave: "Hola, vine a comprar algo de comida congelada, por favor. De la marca más barata, si".
Carlos dejó su pan en la mesa de la cafetera y le dijo: "Está bien, iré por su pedido".
Carlos se acercó a la nevera, agarró un paquete de comida llamado "Los cárnicos no duermen", que costaba 5 sirs. Se acercó a su caja y lo escaneó. Le dijo: "5 sirs, por favor".