Debajo de tu cama están.
Debajo del piso se encuentran riendo.
Estás sentado, recargado en la cabecera de la cama. Son las 10:26 pm, no tienes sueño.
Ves Facebook y revisas las publicaciones, te detienes en una publicación, a los pocos segundos reaccionas y sigues bajando en tu perfil.
Dejá de cargar contenido y sale una leyenda: “imposible cargar, falla en la red wifi. Inténtelo más tarde”
Sales de la cama, bajas a la sala donde se encuentra el WiFi. Te das cuenta que está bien, revisas tú celular y no tiene red WiFi.
Subes a tu cuarto, decepcionado y molesto con tú celular.
Te sientas a la orilla de la cama esperando qué la red regresé.
Brincas, algo te tomó el pie. Revisas abajo de tú cama, no hay nada.
Alzas la mirada y ahí está, te veía. Sus dientes amarillos y saliva negra; sus ojos rojos como la sangre te ven.
Intentas gritar, no puedes. El miedo te carcome el alma.
— Resccionaste a mí publicación — me muestra su celular. — Ahora somos amigos. Se ríe en tú cara.
— ... — no respondes.
— Amigos por siempre — desaparece debajo de tu cama.
Te sientas, estás sudando. La habitación se vuelve pesada.
Algo te toma de los dos pies y te jala hacia abajo de la cama.
Tratas de huir, no puedes.
Llevas tú celular y ves la pantalla. “Sin conexión wi-fi”
— Seremos amigos, amigos — es lo último qué escuchas decir.
Ésa fue la última publicación, de ti. De hace tres meses.