Escuchar como dijo aquellas palabras me llenaron de ira.
Por Dios, lo detestaba más que nunca.
Si un día me imaginé que su regreso a mi vida iba a ser donde le decía todo lo que sentía por haberme hecho pasar aquello y luego me alejaba sin problema porque le perdonaba pero que recordaría todo el resto de mi vida, estaba equivocada, pensé que sería así de fácil y menos ahora que esta con Mar.
Y todo se empeoraba con aquellas palabras.
"Ella me gustó cuando la vi, pero estoy aquí por ti"
Cuanto quise partirle el vaso de agua fría que tenía en las manos en la cabeza, pero no pude. No cuando llegaron Ben y Mar para salir a la plaza para comprar las cosas para la cena, justo cuando yo volvía a la playa.
Yo iba de la mano con Ben y Emmanuel con Margarita.
Quería hablar con ella, con los dos, y decirles que era él mi ex porque sabía cuánto los dos odiaban al hombre que me fastidió tanto.
Y me dolía que él jugara con Margarita que era una persona muy amorosa.
Después de lo que hablamos en la cocina, sólo aumentaron mis ganas en decirle a Margarita que se alejara de él y de protegerla. No se lo merecía y hablaría con ella, después de que él se fuera.
— ¿Y si entramos allí?
La animada voz de Benjamín me saco de los pensamientos y vi la dirección hacía donde señalaba.
Era un bar, no se escuchaba música pero sabíamos que estaba abierto por las luces del interior. Era de dos pisos, su fachada estaba pintada de blanco y tenía un letrero de luces rojas con la palabra bar.
—No creo que sea buena...— comencé.
—Vamos— me interrumpió Emmanuel—. Me parece buena idea, ¿Qué dices, cariño?
Miró a Margarita sonriente.
—Estoy de acuerdo.
Todos sonrieron menos yo y entramos al bar.
Estaba lleno y la música muy fuerte, parecía más una discoteca. Al parecer el bar estaba hecho de un material donde la música no se escuchara a fuera.
Nos sentamos en una mesa libre y Ben pidió una botella de Tequila. Sirvió en una copa pequeña y yo me bebí la mía antes de que terminará de servir las demás.
Sentía que necesitaba fuerzas para hablar con ellos después.
Todos rieron pero Emmanuel sonreía arrogantemente. Él sabía que no me agradaba la idea de que estuviera aquí, con nosotros.
Cada uno tomó su copa mientras yo me servía de nuevo y bebimos al mismo tiempo.
— ¿Bailamos, mi chica?
Mire la mano extendida de Ben y sonreí.
Ese hombre sí que sabía cómo hacer latir mi corazón tan rápido. Hacía que me fuera difícil negarle las cosas.
Siempre me decía cosas lindas aunque también empleaba ese doble sentido cuando quería. Era el perfecto balance, no muy romántico llegando a ser empalagoso y no muy directo llegando a ser imprudente.
Tome su mano y caminamos a la pista donde habían muchos bailando.
Era una salsa, algo que le apasionaba bailar. Con él aprendí a apreciar el romanticismo de las salsas, esta tenía algo especial, la habíamos bailado el día de nuestra boda y él volvió a repetir lo que hizo esa vez, cantarme la canción.
—Si yo te beso, júrame no devolverme la mía— comenzó a cantar en mi oído, provocando que se me erizara la piel—. Júrame besarme con alevosía, se la cómplice de este secuestro, si no lo buscas lo encuentro...
Aleje mi oído del suyo para poder verlo, le di un corto beso cuando llegó a esa parte.
—Bésame despacio y no se te ocurra dejar ningún espacio. — le cante después con una sonrisa en los labios.
Ben tenía sus dos manos en mi cintura y yo mis brazos alrededor de su cuello.
Ya nada me importaba más que bailar con él.
Cuando canté aquello, me acerco más a su cuerpo, provocando que me saliera una sonrisa pícara.
—Con ese cuerpazo, dame el privilegio de viajar hasta el espacio— continuo cantando mientras sus manos recorrían mi cintura y mis caderas—. Dale la bienvenida a mis manos, juro no recorrerte en vano...
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Editado: 27.03.2020