Murió.
Sin poder sentirse realmente mal o bien, de no ser por el analgésico que se bebió en la lata de refresco eso jamás hubiese acabado así. No reaccionó, no tenía ni idea, no había tiempo... ¿Sería ella la última?
Se sentó en el mismo lugar de siempre y conversó conmigo. Hablábamos de salir al cine y había aceptado pensando en que estaría correcto pasear el fin de semana antes del exámen.
Reías como si no te interesara nada más que lo que tenías al frente. Luego me dirigí a la secretaría y me enviaron a recorrer la zona para buscar a algunos alumnos. Regresé a por ti y no estabas, supuse tu partida, te busqué incansablemente.
Una chica me invitó a tomar té, mas sentía tanta preocupación por tu desaparición que casi no le prestaba atención. Ella que hablaba despacio, tartamudeando y nerviosa; derramó su taza accidentalmente en mí. Dimos el encuentro por terminado.
Treinta minutos antes, casi al unísono.
Yo salí y ella entró. Te brindó de su bebida, la tomaste de un sorbo, le preguntaste dónde estaba y te condujo a la azotea. Platicaba con la secretaria y tú con esa persona, no lo percibiste pero tus ojos se cerraban lentamente mientras tu oponente sonreía. Buscando a los estudiantes te desmayaste, entonces acto seguido te cargó y dejó caer tu cuerpo. Ni siquiera el silencio pudo escuchar el impacto. Envuelta en manteles del comedor te enterró en el jardín y el resto...
Eras la "chica de intercambio", linda y sutil. Nadie pensó en que te llamaría la ante atención alguien como yo, sin embargo la otra sí lo vio venir y previniendo de que podrías gustarme te convirtió en su víctima número nueve. Tal vez si no existiera las demás vivirían, pero ¿cómo escapar...?
"Esta es una advertencia".
No cometan el mismo error: no se enamoren de mí.