Capítulo 1.
Alan Harrison
Un olor fuerte a alcohol, medicamentos caros y un aire acondicionado cálido. Ese era el ambiente al que tuve que acostumbrarme hace un mes, hace exactamente 31 días, estoy cansado, pero no exactamente de esta habitación tan tétrica o de un lugar lleno de enfermos.
Estoy cansado de mi mismo, y esto que aprendí últimamente llamado "huir antes que afrontar" me siento un poco mal por haberles mentido a todos diciendo que perdí mi teléfono. La verdad quería dejar que Enot pensara todo, también todo se debe a mi gran miedo al rechazo, después de todo ella no me ha visto más que como un amigo de la infancia, talvez tema perder eso como yo tengo perderla a ella.
—¡Oye tonto!—. Una almohada se extrello contra mi rostro y me queje como respuesta ante el golpe.
—Para ser una mujer de 60 después de 2 operaciones no pareces muy cansada—.
—¡Cállate! Y ve a robar unos dulces de la cafetería. ¡Estoy cansada de esta insípida gelatina!—.
—¡Voy, voy!—. Era bueno que ella se sintiera mejor.
Su estado hace un mes casi... Bueno lo mejor es no pensar en eso, además ya tengo suficiente con que hoy sea 31 de diciembre. Tengo suficiente con no poder borrar a mi mejor amiga de mis pensamientos cada que me descuidó, cada que su rostro inconveniente vuelve a mí junto a su dulce voz.
—¡Hey Alan, te voy a golpear!—. Advirtió la abuela Sam molesta.
—¡Pe-perdón abuela!—. Recogí la almohada y me puse en pie.
—¡Hey tonto, ven aquí!—.
Me acerqué a ella un poco extrañado y nervioso. Aún estaba conectada a un respirador, a su lado un tanque de oxígeno que cada noche debía estar llenando de aire sus pulmones, habían sido días muy difíciles.
—¡Ahora voy por tus caramelos solo no me golpees!—.
—Ya deja eso. Y además...
Se enderezó y observó ambos lados de la habitación vacía, mis padres estaba descansando en un hotel cerca mientras yo cuidaba de la abuela Sam, nadie además de nosotros habitaba este lugar. Una vez confirmo eso, busco bajo su almohada dejando a su nieto confundido.
—Toma—.
—¿Qué es esto?—. Levanté una ceja.
—¿Eres idiota? Es un boleto de avión... No pude conseguir una hora mejor, es por eso que sale en una hora—.
—Pe-pero ¿Cómo?—. Era tanta la sorpresa que había olvidado como hablar.
—Ve a ver a Enot. Se que es ella la que te tiene como idiota—.
—¿Lo notaste?—. Ni siquiera mis padres lo sabían.
La verdad no mencionaron nada, además de una bromas las primeras semanas que llegamos aquí, luego de eso ha sido algo difícil fingir que no me preocupa la castaña que tanto quiero.
—Pero si es obvió, creo que ni siquiera has estado comiendo bien. Así que ve, y haz lo que tengas que hacer—.
La tomé con suavidad de entre mis brazos. La abuela se sentía frágil, y a pesar de eso siempre pensaba en los demás antes que en ella.
—¿Estás segura? además no quiero dejarte sola—.
—Yo estaré bien. Además entre nosotros...— Empezó a susurrar sobre mi espalda. —El doctor dijo que la semana que viene estaré en rehabilitación, y eso solo tomara un mes—.
—¿Enserio?—.
Asintió. —pero corre tonto que use mis contactos para conseguir ese boleto hoy—.
—¡Voy!—. Deje un beso en su cabeza y corrí.
Hoy volvería a casa, volvería a ver al solecito.
(...)
Era realmente increíble que la abuela Sam hubiera notado mi estado, y aún más que logró conseguir boletos un 31 de diciembre. Siento que no suelo apreciar este tipo de gestos, y claro, debería hacerlo más.
—¡Hey! ¿Esta ocupado este asiento?
—N-no, no. Adelante.
Era extraño, el avión partiría en breve, no hace mucho yo había llegado y me habían obligado abordarlo al instante, solo serían unas horas. Con suerte llegaría cerca de la media noche a la ciudad, solo tenía que aguantar el vuelo.
Olvidando un poco ese asunto, miré de reojo a la chica que recién había tomado asiento a mi lado, tenia una hermosa piel clara, el cabello rubio pintado en rayos azules y verdes, una linea en sus labios además de unas cejas pobladas notables, a penas pude ver sus ojos, pero eran del mismo azul que el mío.
Eso fue extraño.
En un pequeño movimiento de su mano, alcance a ver cuando paso algo de su cabello llamativo por su oreja los 2 pircings en la parte superior de la misma.
—¡Estamos apunto de despegar! ¡Pedimos abrochar sus cinturones y prepararse para el despegue! Y les deseamos a todo un buen vuelo—. Alguna azafata habló por el altavoz, por fin nos iríamos.
—Mierda—. Denigro suave la chica a mi lado, y pude notar que empezaba a incomodarse.
—¿Estás bien?
Es obvio que no idiota.
—Ssi... Es solo que no me gustan los despegues—. La entendía, al principio yo también tenía mucho miedo. Pero fue mas fácil porque tenia a mi solecito.
Tome su mano sin preguntar, y podía jurar que solo con la calidez y suavidad de sus manos todo mi cuerpo tembló.
—¿E-estas mejor así?—. ¿Por qué me puse nervioso? ¿Por qué de repente mi voz se quebró?
—¿Puedo acercarme un poco más?
—Si claro.
Tenía que ser maduro y mostrarle a esa chica que no debía tener miedo. Al menos eso quería, pero cuando se recostó en mi pecho por alguna razón hubo un desastre natural en mi interior, todo nervio dormido fue despertado con la calidez de esa chica.
—¿Estás mejor?
—Mucho.
Cuando el movimiento ligero del despegue, pude sentir a la chica en mi abdomen aferrarse a mí cuerpo. Ella estaba realmente asustada, y me pareció lindo
—Gracias pelirrubio.
—Me llamo Alan—. Proteste con una sonrisa en broma.
—Gracias Alan... Yo soy Iris Britman.
—Tu nombre es no es nada común.
Era bueno que ella se sintiera mejor, era bueno toparme con una chica tan rebelde aún cuando se asustó tanto por un simple despegue.
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Editado: 13.03.2024