Huellas

Capítulo 15

– El señor Fermín de la cama siete. ¿Sabe dónde está doctor? –digo sin poder apartar la vista de la mujer.
  – El señor Fermín fue dado de alta hoy y se fue hace unos minutos.
  Un rayito de luz me ilumina, y me da esperanzas de que todavía esté en el hospital. –Gracias doctor. –le digo y me dirijo hacia la salida pero  tropiezo con un señor y me aguanto a la baranda de una de las camas para poder ponerme de pie. Cuando levanto la vista veo la misma imagen de hace un momento, pero ahora es una anciana. Y ahí es cuando me doy cuenta que la mayor parte de las personas de la sala están así. Mujeres y hombres, jóvenes y viejos, todos con los mismos síntomas. 
  – Permiso señorita. –me dice el doctor y veo que estoy bloqueando la puerta así que me aparto para que pase, pero lo detengo antes de que la atraviese.
  – Doctor espere. Emm... estas personas. ¿Qué les pasó?
  – Contaminación. –me dice de una forma rotunda, como si fuera algo conocido por todos, pero al ver mi mirada de desconcierto se explica mejor. –Se contaminaron con el agua del río que está bajando la colina. Hace unos dos años más o menos han empezado a aparecer personas con estos síntomas en el pueblo y han aumentado las cifras estos últimos meses. Pero todos o viven cerca del río o son pescadores en esa área, por lo que nos ha dado a entender que el río es el causante de esta enfermedad. 
  – Ya veo. Gracias doc...– pero antes de terminar la frase, él entra en otra habitación y me quedo sola con mis pensamientos. Lo que me hace recordar que posiblemente pueda alcanzar a Fermín antes de que se vaya, por lo que camino lo más deprisa que puedo hasta el parqueo y lo busco con la vista. Él me había dicho que su hija vendría a buscarlo así que deben de estar por aquí. 
  – ¡Celeste! –grita una voz ronca desde el otro extremo del parqueo. Es un área pequeña así que lo oigo con claridad.
  – Hola. –Digo en lo que me acerco a ellos. –Pensé que ya se habrían ido.
  – Ya casi nos íbamos, nos cogiste justo a tiempo. Celeste, ella es Valeria, mi hija.
– Hola es un gusto. –me tiende la mano y me dedica una sonrisa.
  – El gusto es mío. – le estrecho la mano y le devuelvo el gesto. Luego me dirijo al anciano. – Quería poder despedirme de usted.
  – Yo también mi niña. –me dice y puedo notar un tono de preocupación en su voz. –Hija, crees que me puedas buscar en la recepción la historia médica, creo que se me olvidó allí.
  Valeria se retira y justo cuando ya no nos puede oír, él me dice.
  – Celeste, necesito hablar contigo sobre algo importante.



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En el texto hay: amnesia, romance, misterio drama

Editado: 01.05.2021

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