Hurricane

Capítulo XXI

—¡Heather! ¡Heather! —gritó Phoebe sacudiéndome.

—¿Qué pasa? —me tallé los ojos con pereza.

—Tu mamá está en el teléfono vuelta loca. —formó una mueca.

—Ay, no. —murmuré con preocupación.

Mis neuronas apenas despertaban, me levanté con dificultad de la cama y tomé el teléfono. Seguro que mi madre había llamado a todos mis conocidos hasta dar conmigo.

—¡Heather! ¿Dónde te has metido? He llamado a todo mundo, a Ashton, Julia, Dilory, Jade e incluso a ese chico, Michael.

—Por Dios, ellos ya ni siquiera son mis amigos. —suspiré con pesadez—. Estoy con Phoebe ¿okay?

—Pero niña, ¿cómo puedes decirlo tan tranquila?

—Qué raro, parece ser que ahora te importo. —alcé una ceja desafiante.

—No quiero discutirlo ahora, voy por ti, ¿dónde estás?

—No, no vengas. Yo me iré ya. —dije.

—Dios mío, Heather. —suspiró mi mamá y colgó.

Me di cuenta que conocía a mi mamá lo suficiente para saber al revisar mi celular que llamaría a todos antes que a mí.

Salí de casa de Phoebe agradeciendo que sus padres se hayan ido a trabajar muy temprano. Tomé el autobus (realmente quería y necesitaba un auto, aprender a conducir también). Cuando llegué a mi casa me dirigí directamente a mi habitación cuando no vi señales de mi madre.

Estaba comportándome tan inmadura y en ese momento ni siquiera me daba cuenta, deseaba tanto pasar tiempo con mi mamá y ahora ni la quería ver y le castigaba con mi actitud.

—¿Heather? —asomó su cabeza por la puerta de mi recámara.

—Mmm. —hice como respuesta.

—Te he extrañado, hija.

Narrador Omnisciente

—Pero ya estás aquí. —respondió fría la chica.

—Heather, ¿por qué me pediste que viniera la última vez que hablamos por teléfono? —preguntó serena.

—Bueno...ahora ya no tiene importancia.

—Dímelo, te lo pido.

—Te lo dije ahí, me sentía sola. —escupió desviando su mirada a la ventana.

—¿Por qué?

Caitlyn estaba muy interesada en saber que ocurría realmente con su hija.

La chica guardó silencio unos instantes cuando por fin respondió.

—En resumen todo se fue a la mierda en mi vida y la salida fácil para mí fue ponerme ebria cada día de mi existencia. —dijo con ironía.

Las lágrimas ya se asomaban por los ojos de Heather, nunca se imaginó que tan rápido de lo planeado le iba a contar esto a su mamá, y lo que siempre temió ¿cómo iba a reaccionar? ¿la iba a encerrar? Pero su madre dio un paso adelante y fue ella la que comenzó a sollozar desconsoladamente mirando a su hija con tristeza, averiguando que decir.
La joven al notar esto se giró para mirarla desconcertada.

—No puedo creer que fui tan egoísta. Tú así y yo de viaje como si nada. —sorbió su nariz.

—¿Qué importa? Estabas trabajando y se justifica, como siempre. —se encogió de hombros.

Ella misma no podía creer estuviera tan serena, ese tema era algo que la carcomía por meses y no se atrevía ni a alzar la voz.

—Fue así, ¿no? —preguntó Heather.

Su madre sólo se quedó callada mirando al suelo.

—¡Mamá! —ahora sí gritó exasperada.

—¡NO, NO FUE ASÍ! —chilló—. Perdí mi empleo hace 3 meses y yo estaba tan mal que mi liquidación la use para ir de vocaciones con Ben. —sollozó cubriendo su cara de la vergüenza.

—¿¡Y me lo ocultaste?!

—Hija, yo no quería, juro que no.

—¡Sí, seguro te obligaron a dejarme aquí sola... Cuando más te necesitaba. —chilló

Heather estaba furiosa, parecía que su madre le importó más su vacación en sabe dónde que su propia hija.

Comenzó a derramar lágrimas en silencio mientras le miraba con la mandíbula tensa. Tal vez lo que le molestaba tanto era que haya preferido pasar tiempo con Ben que con ella.

Pero estaba cansada de huir de los problemas, de todo lo que le afligía y era tiempo de resolver al menos uno de los tantos que tenía y retomar el tiempo perdido con su madre.

—Está bien. —Heather sonrió presionando sus párpados para despejar su vista.

—Ay cielo, lo siento tanto. —sollozó su madre.

No les quedó más que fundirse en un cálido y reparador abrazo.

Heather se dio cuenta que sólo la necesitaba a Caitlyn, que quería que alguien la amara, que su vida volviera a ser aunque sea la sombra de lo que era antes.

—Ya no te voy a dejar. —besó su frente.

•••

Echó un vistazo a sus rodillas, polvorientas y llenas de lodo. Su vestido color pistache seguramente estaba arruinado pero estaba muy satisfecha con sus lindos pasteles de chocolate con menta (que la menta sólo eran pequeños trozos de pasto puestos de forma desprolija sobre el lodo).

—¡Tengo que enseñárselo a mamá y papá! —exclamó para sí misma.

Aquel era el semblante típico de Heather a los 6 años; llena de alegría y com tanto que compartirle a los demás.

Se dirigió a la cocina sacudiendo la planta de sus pies marchando en forma militar para así poder quitarles el lodo. Tenía una sonrisa en el rostro, pero ciertos gritos le hicieron parar en seco.

—¡No, Heathcliff! ¡Esto es simplemente demasiado! Detesto que siempre termines haciendo lo mismo. —gritó Caitlyn.

—Cállate, la niña puede escucharnos. —espetó furioso el padre de Heather.

—¡No te quieras ahora escudar en tu hija cuando no pensaste en ella y en tu familia al irte con otra! —chilló.

El labio de la chiquilla formó un puchero y sin querer sus bellos ojos azules se vieron inundados de lágrimas. Nunca les había oído discutir de tal forma.

—¿Mami? ¿Papi? —sorbió su nariz.

—Cielo. —Caitlyn jadeó al darse cuenta que su hija había estado ahi todo el tiempo.

Heather salió corriendo de la cocina oyendo como su padre, su adoración exclamaba "¡Quiero el divorcio!".
La pequeña pisoteó aquellos pasteles que había construido con tanta dedicación, machando sus amados zapatos rojos de charol.

—Cielo. —le llamó su madre abrazándole por detrás.

—Estoy triste, déjame. —sollozó inocente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.