Hace exactamente diez años atrás hubo una revuelta en un laboratorio donde se experimentaba con niños con habilidades extraordinarias.
Fueron confinados en un abismo más ardiente que el mismo infierno, La sociedad temía que estos poderes se salieran de control y enviara a la raza humana de camino a su perdición, lo más triste de todo esto es que la ignorancia cegó a la sociedad y no se tomaron la molestia de preguntarse qué ocurría en ese lugar.
Estos niños desconocían el porqué de los actos viles provenientes de las personas que los confinaron, se olvidaron del valor de una sonrisa y el significado de la palabra felicidad
Solo eran conscientes del maltrato, nacían o permanecían cautivos para ser considerados carne de cañon.
Algunas facciones religiosas creían que era una señal del apocalipsis y la prueba contundente del castigo divino que la humanidad debía enfrentar.
La ciencia decía que éramos el pináculo de la raza humana, nuestro próximo paso hacia la siguiente evolución.
La sociedad pensaba que éramos un virus sobre sobre la tierra, una enfermedad, aquellas malformaciones que como no teníamos espacio en el purgatorio veníamos a quedarnos en este planeta, en cualquier teoría, éramos considerados una amenaza.
Con el laboratorio situado afueras de la ciudad, nadie en su sano juicio creería lo que nos hacían allí.
Puedo recordarlo como si hubiera vuelto a ese día, las vendas en los ojos de ese tétrico lugar, el dolor de las esposas en las muñecas que te perforaban la carne, y aun si te quejabas por el tormento, el oír de sus respiraciones al contraer el pecho, era su respuesta, el olor a medicina mezclada con sangre que se manifestaba desde la recepción, y lo más cruel aun eran los gritos de ayuda que cada vez más se agudizaban perdiéndose en los rincones de los pasillos.
Los días parecían largos, tan largos que nunca sentía el pasar de los minutos, no existía una definición clara de felicidad, escuchar tu nombre viniese donde viniese solo inspiraba miedo y terror, un lugar al que no quisiera volver en mi vida.
Nuestro mayor consuelo era ver a niños similares a nosotros, que entendían lo que era tener una estalactita de hielo apuñalando la mente y alma tras perder a alguien preciado, entendían el valor de un objeto como una pelota o apreciaban el valor del tiempo .
Nadie debería nacer para ser un ave confinada en una jaula, nadie debe morir a no ser que Dios te lo pida, aunque mucho fortalecían su esperanza, otros no encontraban motivos para tenerla.
No fue hasta que una noche de un 24 de septiembre a vísperas de mi sexto cumpleaños, una explosión se escuchó desde alguno de los cuartos de experimentación, tan grande fue la magnitud que sus ondas expansivas casi acabaron con parte del lugar, un humo electrificado por los foquillos rotos, rondo por los pasillo, como si fuera una nube negra se extendió por todos los rincones, el sistema de energía de los transformadores comenzó a fallar y un temblor nos estremeció a todos.
Este humo era la señal que todos anhelaban, tras esto todos aquellos menos afortunados que se acostumbraron a rayar paredes tachando “un días más”, se llenaron de valor.
Se sacrificó mucho de ambas partes en nombre de libertad, a este motín se la conoce como Black Haze (Neblina Negra) o el “Día Negro”, fue llamada así por un niño que perdió totalmente el control y ataco a todos los guardias de seguridad así como también a los científicos de las instalaciones, esto dio la posibilidad de que todos pudieran escapar de las garras de sus opresores.
Así fue como mi hermano mayor aprovecho el momento para buscarme y encontrarme en un cuarto de laboratorio.
Todo después de eso se me hace algo borroso y lo último que recuerdo era el frio del piso en mis pies descalzos y el congelado ambiente que se hacía sentir sobre mi bata blanca.
Hoy en día le agradezco a Black Haze, gracias a él, mi hermano y yo pudimos escapar a una mejor vida.
- Sr. Jayce?..... Sr. Jayce!!!! - Una silueta parecida a la de un gigante me tapo la luz con su sombra, hacía sentir tanto escalofrió como si estuviese bajo la presencia de un ser horripilante, pero aun así no despertó mi curiosidad.
Editado: 22.05.2019