Caminaba rumbo a la casa de Andrei. Hansey estaba feliz al ver que la máquina del tiempo estaba en buenas manos, porque sabía que la única persona que podía hacerla funcionar era Andrei. Ya faltaba muy poco para volver a su época. Andrea se quedó con un nudo en la garganta al ver la angustia en el rostro de Ellie. Su familia se derrumbó de la noche a la mañana, aunque no comprendía por qué le dolía tanto si Azucena la trataba mal. Debía estar feliz. Debía ser feliz al librarse de esa madre tan egoísta, tan malvada, que fue capaz de decirle en su cara que no quería que naciera. Sin embargo, la bondad de Ellie era demasiada. No podía evitar sentir tristeza al ver la separación de sus padres.
Llegaron a la casa y cuando Andrei comenzó a abrir la puerta, dijo…
—Es momento de su regreso, no debemos perder más tiempo.
Hansey se alegró, dando un pequeño aplauso. Andrea quedó en silencio, luego, levantó la mirada para hacer una fuerte declaración.
—No regresaré hasta que ustedes estén juntos.
—¿Qué? —preguntó Hansey, impresionada— ¿Qué te pasa? ¡Ya quiero volver!
—¡Tú cállate!
—¿Estás hablando en serio? ¿Hasta ahora se te ocurre actuar como una idiota? —cuestionó Andrei, seriamente.
—No quiero irme y llegar a un futuro donde mis padres estén separados —dijo, con firmeza.
—Oye, pasó lo que tuvo que pasar —reclamó Hansey—. Si no quieren estar juntos, no lo estarán.
—¡Todo esto fue tu culpa, Hansey! —acusó Andrea— Tú le llenaste la cabeza a mi mamá de cosas que seguramente la abuela te pidió que dijeras. ¡Hiciste que terminaran!
Le dio un empujón. Estaba muy molesta al llegar a esa conclusión, Ellie le mencionó lo que Hansey le dijo aquella vez.
—¡No tenía otra opción! ¡Yo solo quiero volver!
—No solo separaste a mis padres, hiciste que Erick desapareciera. ¿Acaso no mediste las consecuencias?
Otro empujón. Esto hizo que la chica se defendiera y la tomara del cabello.
—¡Yo no sabía nada!
—¡Porque eres una imbécil!
Se jalonearon del cabello. Luego, lograron soltarse, Andrea le dio una bofetada. Lo mismo hizo Hansey. Las dos se estaban peleando, dándose con todo. Una estaba muy molesta por la relación de sus padres y, la otra, porque ya no quería estar en el pasado. Andrei dio un profundo suspiro y entró a la casa, no tenía ganas de intervenir. Era cierto que ya tenía la máquina del tiempo en sus manos, pero este no era un triunfo esperado. Todo se sentía tan apagado. Elysia lo recibió en la sala.
—¿Qué está pasando allá afuera? Hay mucho ruido —preguntó, preocupada.
—Nada importante.
La madre miró la máquina que su hijo llevaba entre el brazo.
—¿Esa es la máquina del tiempo? ¿De verdad funciona?
—Sí, en cuanto esas niñas se calmen, regresarán a su época.
—¿Y qué harás con ella? ¿La destruirás? Veo que te hace muy mal.
—Creo que sí… lo haré —respondió, muy a su pesar.
Caminó rumbo al sótano. Elysia quiso ir e intervenir en la pelea de las chicas, pero ver a su hijo tan deprimido la hizo seguirlo al sótano. Era lo más importante en ese momento.
—Deberías hablar con tu abuela —aconsejó—, ella puede darte un buen consejo sobre tu invento. ¿Qué tal si se lo vendes?
—¿Venderlo? —Esto era inesperado.
—Sí. Una científica como ella puede ocultarlo del mundo. Es eso lo que quieres, ¿no? Para que ya no te cause más problemas.
—Debería dárselo sin pedir nada a cambio.
—¿Cómo crees? ¡Es el trabajo de tu vida! Debes tener algo a cambio, además, necesitas el dinero. Vas a tener un bebé.
—Es verdad… pero la situación empeora. No creo que Ellie acepte algo de mí o… quiera volver a verme.
—¿Por qué? Ella está arrepentida de haber terminado contigo.
—Le demostré que no me importaba si desaparecía y, por si fuera poco, hice que sus padres se divorciaran —confesó, así sin más.
Elysia quedó sorprendida.
—¿Qué? ¿Hiciste qué…?
Ellie se encerró en su habitación. Estaba tranquila, reflexionando sobre lo ocurrido. Ya con la mente fría llegó a la conclusión de que el divorcio era justo. Su papá no era feliz, él le dijo que buscara al amor de su vida en lugar de casarse por interés. Lo que quería decir en realidad era que él se casó con alguien que no era el amor de su vida. Era infeliz y, a pesar de ello, amaba a su hija. Ellie recibía amor puro y sincero de él, muy diferente al trato que le daba su madre. Ella solo la veía como una forma de atrapar a un yerno millonario para sacarle provecho. No tenía suficiente con el dinero de su esposo. Fue doloroso haber escuchado a sus padres discutir antes de entrar a su habitación, necesitaba apoyo y llamó a una de sus amigas.
—No puedo creer que estés bien, es decir, estás muy tranquila en medio de este caos —decía Cindy, al saber todo—. ¿De verdad estás bien?