Cierro la puerta. Miro la habitación a oscuras. La comezón en mi nariz es incesante, no puedo retener por más tiempo las lágrimas. Caen, se deslizan sobre mis mejillas. Si supieras cuanto lo siento, ¿existiría alguna diferencia?
—Estúpida egoísta… —susurro entre dientes. Me duele el corazón. La aflicción que me genera el odio hacia mí misma me oprime con fuerza el pecho. Me dejo caer, abrazo mis rodillas. El mundo no se va a detener por mí. No importa cuanto quiera hacer, ya no queda nada por reparar. Sus palabras han quedado grabadas en mi cabeza y se repiten sin cesar—. Me lo merezco —comento entre sollozos. Su odio, el rechazo. Es justo lo que buscaba, ¿verdad que si?
Prendo la linterna del teléfono. Acomodo mi maleta con la escasa luz. Abro las cortinas para que entre la iluminación de la ciudad. Desde acá puedo ver lo concurrido de esta avenida. Toco la ventana con una vaga idea en mi cabeza: este lugar es tan alto. Pero no quiero llegar a esos extremos, así no se pagan los errores. La entrevista de mañana es algo que me entusiasma, aunque los sentimientos estén revueltos, mi meta sigue siendo clara. Estoy segura que mejoraré, y me encontraré de un mejor ánimo a medida que avance en este trabajo.
Salgo del baño mientras bato mi cabello mojado con la mano. No confío en los secadores. Necesito estar lista dentro de una hora. Me he quedado dormida, no hay nada como la comodidad de un hotel, ojalá pudiera vivir en uno de estos, que mi sueldo alcanzara para ese tipo de lujos.
Camino hasta la esquina por un café. Todo es diferente, el clima es cálido, por no decir caliente. La ciudad es grande y ajetreada; no es para nada tranquilo: tiene gran movilidad de gente, grandes edificios empresariales, tráfico colapsado. Las calles son pequeñas, con aceras angostas, y siento estrés porque estoy acostumbrada al estado de Mom, con sus grandes espacios donde puedes pasear con tranquilidad, y el clima frío… tan solo por este último detalle deja mucho que desear. La mayoría de mi ropa es abrigada, tendré que comprar un nuevo guardarropas, a menos que quiera morir de calor y sudor. Qué incómodo es sentir que mi piel se derrite, bastó con un par de pasos para llenar mi cuerpo de esta sensación pegajosa. Masajeo mi cien. Ahora la idea del café me sabe mal, no quiero sentir más calor. Ordeno un té helado. La gente habla este otro idioma que no entiendo, otra razón de estrés para mí.
Vuelvo al hotel. Busco un vestido suelto, de esos que usaba cuando salía a bailar con mis amigas. Algo ligero será de ayuda para no llegar hecha un mar de sudor a la oficina. Tampoco es muy profesional por mi parte lucir así, pero creo que encaja bien con el ámbito de la empresa: moda y maquillaje. Retoco mi cara con un poco de rubor, el sol hace que mi piel se irrite. Otro gasto para la lista: protector solar. Hay muchas diferencias a las cuales tengo que adaptarme.
Llego ante la empresa. Revise la ubicación antes de salir. Todavía no he podido comprar una línea que le funcione a mi teléfono. Entrar en este edificio alto de ventanales grandes es tan emotivo e inspirador que mejora mi ánimo. En la sala de espera hay muchas personas para la entrevista, me genera un poco de temor, pensaba que esto era parte del protocolo.
—Hola —digo al entrar, trato de ser inexpresiva.
—Karen, mucho gusto, mi nombre es Mackel. Trabajo en recursos humanos y tenemos la misma edad —comenta sonriente mientras revisa mi hoja de vida—. Es bastante admirable que aceptaras hacer prácticas laborales en otro país sin siquiera hablar el idioma.
—¿Prácticas laborales? —expreso confusa.
—No es un empleo permanente, en asociación con la fundación “Ayudémonos” —hace seña para que tome asiento—, prestamos ayuda de experiencia laboral a estudiantes recién graduados para capacitarlos, esto es aplicable con las universidades inscritas en dicha fundación.
—Entiendo, ¿puedes ponerme al día?
—En estos momentos, el puesto disponible es de secretaria para el director de mercadería y almacén. Sé que te graduaste de administración pero es lo que podemos ofrecer.
Sonrío con falsedad. ¿Enserio? ¿Todo este cambio y drama para un puesto de secretaria? Por favor, que alguien me despierte.
—Si decides aceptar la oferta; tendrías que pasar por un periodo de prueba de seis meses, no recibirás sueldo completo pero sí lo suficiente para vivir esta aventura que has decidido tomar. Lo demás lo tengo apuntado en esta carpeta que debes leer con calma y mañana a primera hora puedes venir a firmar y comenzar con tu entrenamiento —sonríe.
—De acuerdo. —Tomo la carpeta—. ¿Éstas son pelotitas para el estrés? —señalo una cesta llena de ellas—. ¿Puedo? —El chico asiente.
—Mira, pareces buena persona. —Junta sus manos sobre el escritorio, luce preocupado—. Pero el sr. Francisco es quien se encarga de los pasantes; es un dinosaurio, gruñón como nadie. Si quieres un consejo, haz todo lo que te pida sin responder, y tolera todos sus insultos. —Ojea de nuevo la carpeta—. Aquí aparece que te graduaste hace un año, y no has tenido ningún trabajo relevante, de seguro esto enojará a tu jefe, que detesta a los novatos.
—¿Gracias? —No paro de estrujar la pelota entre mis dedos.
—Te lo digo porque será difícil para ti, y aunque me gustaría platicar contigo, no es buena señal que vengas a mi oficina.
—Lo tendré en cuenta.
—Mañana comienzas a primera hora, te pondrá al día tu compañera, la otra secretaria que trabaja en tu piso, el número treinta, por cierto.
—¿El director de almacén está en el piso más alto?
—Te recomiendo hacerte amiga de la recepcionista, la verás muy seguido —bromea.
—Entiendo. —Vuelvo a fingir una sonrisa. ¿Esto podría empeorar?
—Suerte Karen, y bienvenida.
Aprovecho la tarde para comprar una línea telefónica y pasear de tienda en tienda para conocer la ciudad. Compraré algunas prendas, si encuentro algo de mi agrado, la ropa de aquí es tan distinta. No pensé en nada al mudarme, creo que no hubiera estado mal echar primero un vistazo a la cultura del lugar.