Iuola se encontraba en la habitación que quedaba justo al lado del salón donde las damas estaban bordando, esta miraba fijamente a un Sir Aaron que le daba la espalda en la ventana. Iuola miró la puerta abierta, nadie tendría por qué escandalizarse si esta permanecía así. Este tenía un traje de montar de color azul turquí y unas botas de color marrón, su sombrero era del mismo color de su traje y llevaba una fusta en la mano. Iuola odiaba las fustas.
Ya le había contado palabra por palabra de lo que decía el diario de Adele Weasly y este no la interrumpió en ningún momento, salvo que ahora que finalizó su relato Sir Aaron le dio la espalda y no había formulado palabra alguna. Ella se encontraba de pie a una distancia prudencial de él.
―¿Es todo? ―le escuchó preguntar.
―Sí, es todo
―¿Cuándo piensa devolverme el diario?
―Venga a visitarme y lo haré de inmediato
Lo escuchó suspirar―¿Qué opina usted mi lady? Sea objetiva
―Su hermana se quitó la vida porque algo-que no sabemos-le afecto directamente que no pudo más y ese "algo" tiene que ver con Leithold... o con mi hermano.
―Ese "algo" apunta más a su hermano ¿no cree? Porque según usted mi hermana mostró cierto interés por Westhampton
―Por lo que pude leer Sir Aaron su hermana era ambiciosa, quería moverse entre los más altos círculos, ella tenía claro un objetivo y eso conlleva a una cierta preparación. Algo falló y no pudo controlarlo; quizás fue algo estúpido y su orgullo no le permitió continuar o quizás... fue algo tan grave que la sociedad misma no podía perdonar. Como le dije antes, esas últimas páginas no dicen mucho.
El silencio se extendió una vez más. Hasta que él lo volvió a romper.
―Usted dijo que iba a iniciar su propia investigación ¿Ha encontrado algo?
―Recién he iniciado pero aún no he hallado nada
―Si encuentra algo, así sea lo más mínimo ¿Me lo diría?
Iuola hizo silencio y se acercó a él. Este dio media vuelta y la miró.
―Sir Aaron hay cosas que tengo que dejar muy claras, estamos hablando de mi hermano y confío ciegamente en él, sin embargo, este resulta ser culpable de una u otra forma usted lo sabrá puesto que Leithold quedará descartado. Y en sus manos estará qué hacer, no obstante, yo no pienso incriminar a mí hermano pero tampoco pienso mover un dedo por él, creo es justo ¿no cree?
―Déjeme ver si entendí, si usted llega a saber algo no me lo dirá pero tampoco ayudará a su hermano
―Efectivamente
―Entonces usted se convertirá en cómplice
Iuola le arrojó una mirada asesina―No le permitiré que me falte el respeto, haga su investigación y tome su veredicto.
Ambos se miraron fijamente y el bajó la mirada hacia sus labios.
―¿Cerramos el trato con un beso? ―le susurró él
Iuola parpadeó dos veces ¿Había escuchado bién?
Este la tomó por la cintura y se lo dio en la mejilla. Pero este se demoró más tiempo del necesario. El toque le generó un cosquilleo en un lugar que tenía prohibido pronunciar.
Aaron se separó y le sonrió. Iuola se sentía frustrada y enojada. Las palabras que salieron de su boca a continuación, dejó en evidencia que estaba molesta, su vida en los Estados Unidos le había dado un toque de madurez.
―¿Un beso en la mejilla barón? ¿Acaso tenemos diez años?
Esas palabras se las había escuchado a Caroline una vez con un chico de la clase y decidió repetir la historia. La expresión decir Aaron era de asombro, este abrió la boca y luego la cerró en una sonrisa.
―Mi lady ¿Me está diciendo que no es tan inocente? ¿Qué puedo avanzar mucho más?
Esta alzó la barbilla―Usted puede, pero no significa que se lo voy a permitir
Este sonrió ampliamente y se colocó el sombrero―Que interesante. Por desgracia debo dejarla, hasta otra ocasión lady Iuola
Ésta asintió y este se dirigió a la puerta, al llegar a esta su hermano Marsias entra a la estancia e impide que este salga. Iuola abrió los ojos y Sir Aaron retrocedió dos pasos.
―¿Qué hacen ustedes solos aquí? ―preguntó. La mirada de su hermano era letal y Iuola tuvo que contener el aire.
***
Camelia se encontraba sentada en frente del escritorio del estudio de Wolfram con Robert ocupando el asiento de este. La gitana adoraba a Robert, más que su cuñado era su hermano, muchas veces su confidente, su paño de lágrimas, en fin. Pero tenía que buscar una forma para persuadirlo y todavía tenía su mente en blanco, este ya estaba empezando a fastidiarse.
―Camelia ¿Por qué no pruebas al decirme la verdad? Quizás te puede ir mejor que ahora, porque no he creído ni media palabra de todo lo que me has dicho
Esta suspiró con resignación y se dejó caer en el sillón.
―¿Acaso no confías en mi cariño?
Esta le tiró una mirada asesina―¡Claro que sí!