Mire la mancha de una cosa verde... se miraba como leche caducada. Hundí mi ceño para subir mi mirada, habia un chico pelinegro ahí. Su cara estaba simétricamente organizada, sus cejas estaban a una altura perfecta para su rostro, sus ojos eran color negro, me recordaban un ponto a los de Liam. Trate de quitar ese pensamiento de encima mío, tenia a otro humano enfrenté a mi. Se miraba oscuro, pero de la forma en que me ofrecio disculpas me di cuenta de que si tenia respeto a las personas y no era un burlista. Estaba acostumbrada por mi escuela vieja de que los chicos que tuvieran ese aire de maldad y ser duros eran unos completos idiotas. El no se miraba asi, se miraba como que si le importaba un poco la vida de los demás.
—No, no te disculpes. Igual es mi culpa, estoy aqui como una boba— dije, le di una sonrisa calida aunque me costara sonreir naturalmente con muchas personas.
—¿Nueva aquí? Nunca te habia visto por aquí, y eso que vengo por aquí casi todos los días—dice, riendo, asiento suavemente. Unos hoyuelos hermosos se hunden en sus mejillas.
—Si, solo queria pasar aquí para ambientarme, tu sabes, ¿no? Hacer nuevos amigos y todo eso, solo para conocer un poco más sobre el campus que visitan todos de su exterior—mis mejillas empezaron a tornarse rojas cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo.
Cuando estaba pequeña tenía esta constumbe de hablar cosas sin sentido pero que se miraban inteligentes cuando estaba nerviosa. Tenia nervios de el, y sentia mas nervios cuando sonreia. Sentia que el no tenia mi misma edad, se miraba algunos años mayor, no arriba de sus 30 pero casi. ¿25? Tal vez.
—¿Vas a la universidad?—pregunte, como toda metiche que soy.
—No, ya me gradue hace años . Solo vengo por aqui despues de mi trabajo, me relaja mucho. Mi hermanito y hermanita viven aquí cerca, y van a esa universidad. Tu quizas ya los has conocido—replico, a lo que yo solo asentí aunque tenia ganas de preguntarle como se llamaban.
—¿Cual es tu nombre?- pregunte.
—Oliver, mi nombre es Oliver. ¿El tuyo?—giro la pregunta hacia mi esa vez.
—Aitana, mi nombre es Aitana. Gusto en conocerte, Oliver—dije, a lo que estrechamos las manos.
—No me he ni enfocado en ayudarte a limpiarte, perdón, umm si quieres te doy dinero para lavarlos o te pago tu bebida.
—No te preocupes, siempre me pasa, no ocupas pagarme nada. La bebida al fin ha sido tuya, tu no me la has botado. Yo deberia de pagarte a ti, ¿cuanto te costo?—pregunte, restándole importancia a la viscosa sensacion que se colgaba en mi abdomen aunque no fue ahí directamente botado.
—No ocupas pagarme, creo que este dia no es mi mejor. Siempre me pasa, de nuevo, mil disculpas por haber hecho eso.—replico.
—Si, hay que planearnos quien se sienta o se para en que lugar la próxima—bromee, a lo que asintió divertido. Se miraba apurado, como que tenia que salir de ahí.
—Nos vemos pronto, Aitana. Tengo que regresar a mi trabajo— se despidio, solo pude despedirme con la mano y se fue.
Sentía que lo conocía y no sabía por qué, nunca había ido a esa ciudad y mucho menos iba a vacaciones a lugares. Solo lo conocía, pero me sentía como en un deja vu ya que no sabía dónde y ni estaba segura si había pasado o no. Mi teléfono empezó a vibrar en mi bolsa de el suéter frontal, cuando lo saqué y vi el nombre mis ojos se habían iluminado .
Nat.
—Número uno: ¿Como estas?; Número dos: ¿estas con alguien? ;Número tres: ¿Te has bañado?— okay, sabría que algo le estaba pasando. Era raro que Nat te preguntara como estabas... lo de bañarme si me lo preguntaba. Cosas de ella.
—Bien, no, ¿porque me preguntas si me he bañado? Tengo 19, no 7– replicó poniendo los ojos en blanco.
—Aquí está su helado ,señorita, que lo disfrute— el chico mesero puso el helado en mi mesa, se miraba muy presentable. Igual a los de las fotos del menú, era muy fancy todo eso.
—¿Me estás escuchando?— por un momento no me di cuenta de que Nat hablaba. Solo podía poner mis ojos sobre ese helado frente a mi, y eso que tenía hambre; tal vez los nervios.
—¿Ah? Perdón, es que alguien... bueno, ¿que me decías?— pregunté, tratando de quitar ese deseo hacía el helado.
—Bueno, te había dicho que había empezado a hablar con un chico por internet hace algunos días, ¿no?— la cuchara que llevaba hacía mi boca se quedó a medio camino, solo pude abrir los ojos como platos hacía el celular.
—¡¿Como?! ¡Eso es lo más irresponsable! ¿Que pasa si es un asesino? O... no se ¿un secuestrador?— me altere un poquito, y sinceramente, si me fuera gritado a mi misma fuera llorado.
—Me prometiste que no te alterarías— recordó, aunque busque ese recordatorio en algún rincón y no lo encontré.
Está mintiendo, cari.
—Mi conciencia dice que no— replique. No me había dado cuenta de lo raro que era decir "Mi conciencia me dijo"
—¿Tu conciencia que? ¿Estas borracha?—pregunto, negué con la cabeza como una tonta.
—Desearía, más con lo que me paso hoy— dije, frunciendo un poco mi labio.
—No se que te haya pasado, no olvides que no puedes seguir en una heladería toda tu vida. Afronta las cosas, no seas un gallina; esa no es mi hermana o amiga que deje ir— con la última parte, hice un mohín.
—Lo trataré.
—¡Feliz cumpleaños! Yo tengo que ser la primera en decírtelo— dijo, sonaba muy feliz porque pensaba que lo era.
—Mañana cuenta, hoy no lo es.
—Pero... ¡Aitana! Vivimos en lugares diferentes, no quieres que tu amiga tenga ojeras de mapache, ¿no?— protesto, a lo que yo solo reí por bajo.
—Está bien, eres la primera que me lo dijo— dije negando, después me di cuenta de que ya se estaba haciendo tarde por la ventana. El sol ya se escondía y el cielo estaba agarrando un color morado.
—Gracias, oye, me tengo que ir a terminar algunas tareas. ¿Hablamos otro día?—pregunto, podía ser de que ya estaba aburrida de hablar o si era cierto pero no quería pensar que era la primera opción.