Imposible Olvidar

DIEZ

Puntual como todas las noches llego a mi departamento, cuando estaba en medio de una llamada con Cata. Ella seguía reclamando el hecho de que estuviera saliendo con él y no con Raziel, pero el otro se comportaba cada día más como un león enjaulado. No podía decir algo o moverme porque ya estaba saltando sobre mi yugular, así que preferí poner distancia entre nosotros.

 

—Tengo que colgar ya llegó por mí.

—Amiga no pensé que fueras tan estúpida.

—Si hay algo que no soy, es ser estúpida, lo lamento Catalina, las cosas son como son.

 

Colgué la llamada y abría la puerta del departamento, un muy sonriente Aaron me devolvió la mirada.

 

—Tan guapa como siempre.

—Tan galante como siempre.

—Vamos, te llevaré a un lugar especial.

—De acuerdo.

 

Subimos a su automóvil y se puso en marcha la dirección que él sólo conocía, me llevó a un lago, a una pequeña choza a las orillas de un lago. Las cinco horas sentadas en el asiento del copiloto valieron la pena, lago se iluminaba de una manera casi mágica.

 

—¿Te gusta? — interrogó abrazándome desde atrás.

—Es un lugar hermoso.

—Cenaremos y si decides pasar la noche tengo dos habitaciones listas.

—Gracias, aprecio que tengas en consideración las habitaciones.

 

Dentro de la choza él ya había preparado una mesa con velas y vino, la cena fue sencilla entre bocadillos y antojos mexicanos. Nos ahogamos con el picante de la salsa de los tacos, fue un momento tragicómico.

 

—¿Estás disfrutando la cita?

—Sí, mucho.

—Respóndeme algo.

—¿Qué quieres saber?

—¿Quién es tu compañero de equipo?

—¿Por qué quieres saber eso?

—Sólo quiero que no haya malos entendidos entre nosotros.

—Te lo diré en su momento.

—¿Él te gusta?

—No.

—Ni siquiera lo pensaste.

—Es porque no hay nada que pensar, una persona te gusta o no te gusta es simple.

 

Nunca entendí por qué mentí.

 

—¿Yo te gustó?

—Me agradas mucho… además, si no me gustarás algo no estaría sentada frente a ti en este momento.

 

Mi respuesta lo hizo sonreír, una sonrisa genuina.

 

—Salías con una de las trece verdades?

—Si, salía con una de ellas.

—¿Porque terminaron?

—Porque no soy de relaciones largas... Espero que eso no sea un impedimento para que tú y yo tengamos una relación.

—¿Porque lo sería?

—¿Sabes? Me agrada como piensas.

 

    Cenamos tranquilamente, la comida estaba deliciosa. Podría acostumbrarme a esta vida, si mis padres me dejaran tenerla, para ellos solo soy una máquina de dinero. Después de cenar salimos a caminar, nos dirigimos al muelle, en todo momento Aaron me llevaba tomada de la mano. Me explicaba sobre la historia de ese lugar, las cosas que conocía desde niño.

 

—¿Sabes bucear?

—No.

—¿Sabes nadar?

—Si.

—Perfecto, la segunda parte de la velada es un paseo nocturno en bote.

—No preguntaste si me mareo con el movimiento.

—¿Lo haces?

—No.

—Graciosa.

 

Subimos a un bote llamado “El afortunado”, era un bote pequeño. Ver esa parte de la ciudad de noche fue mágico, las luces iluminaban el lago. El clima era agradable, el cielo estaba despejado, se podían ver las estrellas con claridad.

 

—Mi placer cede, mi corazón rompe el silencio, mis lagrimas son el eco de mi soledad, estrellas de dulce fulgor, su compasión me llama, ¡mi alma... ha! No recuerdo la última frase.

—Son palabras muy tristes, ¿De quién son?

—De la única chica de la que me he enamorado.

—¿Hace cuánto?

—Muchos años... no quiero molestarte...

—Cuéntame de ella.

—¿En serio?

—Si.

 

Detuvo el bote y nos sentamos en la proa a observar el lago y las estrellas del cielo, así como las duplicadas en el agua.



#23874 en Novela romántica

En el texto hay: traicion, romance, drama

Editado: 25.08.2021

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