Lᴀ Vɪᴅᴀ Es Sᴜғʀɪʀ,Sᴏʙʀᴇᴠɪᴠɪʀ ᴇs ᴇɴᴄᴏɴᴛʀᴀʀ ᴀʟɢᴜɴ sᴇɴᴛɪᴅᴏ ᴇɴ ᴇʟ sᴜғʀɪᴍɪᴇɴᴛᴏ.”
-ℱ𝓇𝒾ℯ𝒹𝓇𝒾𝒸𝒽 𝒩𝒾ℯ𝓉𝓏𝒸
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I It’s just the way it is
Maybe it’s never gonna change
But I got a mind to show my strength
And I got a right to speak my mind
And I’m gonna pay for this
They’re gonna burn me at the stake
But I got a fire in my veins
I wasn’t made to fall in line
Tarareaba la canción mientras organizaba mi habitación, esa era una de mis canciones favoritas.
Pero… De un segundo a otro se escucharon varios disparos provenientes de algún lugar de la casa, que lograron que toda la paz y tranquilidad se esfumará por completo.
No sabía que era lo que acontecía al escuchar esos balazos, me espanté por completo. Así que sin dudarlo inmediatamente pausé la canción de mi celular, que estaba encima de la cama y salí de mi habitación totalmente aturdida casi corriendo, hasta que me detuve cerca de la barandilla negra con plateado de las escaleras; donde estaba el balcón que da vista a el Living.
Estuve apunto de gritar al ver a mi hermana en el piso toda ensangrentada, pero alguien tapó mi boca ejerciendo presión en mis labios, para que no emitiese ningún tipo de sonido. Esa imagen me había dejado perpleja. Deje de respirar al ver su cuerpo caído en el suelo con los ojos abiertos, repleta de sangre, con tal magnitud que todo ese líquido rojo estaba esparcido por el suelo de mármol blanco. Cómo si de una pintura sangrienta terrorífica se tratase, el temor era absolutamente inmenso y el dolor era como un trago amargo al ver a mi hermana en ese estado.
Toda esa mezcla de sentimientos, por causa de mi reacción de lo que recién había visto, causó un efecto sumamente drástico en mí. Todo era tan difícil de asimilar, parpadeé varias veces tratando comprender todo lo sucedido en tan poco tiempo.
Reaccioné poco después muy atareada preguntándome una y otra vez: ¿Cómo podía ayudar?, creo que esa pregunta es muy tonta en estás graves circunstancias.
Me llevaron hasta el despacho de papá, sin embargo me tranquilicé al oler el perfume de jazmines, era su favorito definitivamente era mamá.
—¡No grites soy yo! —me ordenó con tono autoritario inconsolable, mientras cerraba la puerta de la oficina cuidadosamente para que no nos escucharán. Al cerrarla se volteó y se apoyo en ella, y luego dio un largo suspiro, parece que me estaba buscando desde hace minutos y no me encontraba. Levanté mi rostro para verla su mirada estaba totalmente perdida por causa de todo lo que sentía. Sus ojos ámbar no tenían su brillo característico—. Quiero que te escondas —soltó esa frase de repente tomando mis dos manos, y mirándome a los ojos.
—¿Y tú dónde vas a esconderte? —cuestioné con la voz rasgada mirando a mí alrededor, mientras mis ojos se cristalizaban por la frustración y la impotencia que sentía. Buscaba un lugar donde pudiéramos escondernos, pero era sumamente imposible todo estaba repleto de estantes llenos de libros, sin mencionar el gran escritorio donde papá tenía gran mayoría de sus documentos importantes.
―Eso no importa ahora. ―La observé detenidamente y vi que su rostro estaba lastimado, tenía la mejilla izquierda roja, parecía que alguien la había golpeado. Al darse cuenta de esto trató de darme una media sonrisa para tranquilizarme, y a medida que pasó el tiempo no pude contener más las lágrimas que salían de mis ojos. Y en ese momento ella las removía con las yemas de sus dedos.
—¡No, eso sí importa!, ¡No me dejes sola te lo pido! —La ansiedad y el pánico que sentía generó que tuviera espasmos por todo mi cuerpo, y una gran necesidad de vomitar por la impresión al notar que me iba a dejar sola. Mi preocupación aún era mayor prefería morir en su lugar, no podría soportar otra muerte.
―Escúchame bien, ¿Ves ese librero? ―Señaló el que estaba en el fondo de toda la habitación, y yo asentí moviendo la cabeza diciendo que sí―. Toma el libro dorado en la fila seis y lo bajas como si fuera una palanca, cuando lo hagas se va abrir un pasaje secreto dónde vas a poder escapar. No lo dudes, ¡Huye lejos de aquí! —esta vez ella me rogó llorando como si fuera la última vez que nos veríamos, me negaba rotundamente a que fuese la última vez, simplemente no estaba preparada. Caminaba por todos los extremos de la oficina pensando en una solución.
—¡No! —exclamé con los ojos borrosos por causa de las lágrimas—. Estamos juntas en esto, no me pidas eso, todo menos eso —le supliqué consternada—. Tenemos que salvar a mi hermana —manifesté con la voz entrecortada llena de exasperación, temiendo en la respuesta tenía una esperanza de que ella pudiera estar viva.
—Eso ya no es posible… —Esas cinco palabras me derrumbaron por dentro, me negaba a aceptar la realidad—. Bianca murió hace unos minutos —me informó tratando de hablar ya que se había ahogado en su propia aflicción, trataba de respirar una y otra vez con un ritmo normal, tranquilizarse pero por más que intentaba no lo lograba—. ¡Ya no hay más tiempo!―exclamó al borde de su angustia—. ¡Te amo, nunca lo olvides! ―dicho esto me abrazo con fuerza, y me aferré sus brazos con miedo a que fuese el último abrazo, lloramos juntas por unos indefinidos segundos escondí mi cabeza en su cuello, chocando con su suave cabello castaño claro, ese abrazo me sostuvo como si fuese mi salvación, trataba de retenerla no quería alejarme de ella—. Esto me va a doler más a mi, que a ti misma. —Fruncí el ceño tratando de entender a qué se refería.
De repente ella se separó de mí, empujándome con tanta fuerza que hizo que cayera al suelo. Y sin mirar atrás se fue corriendo en dirección a la gran puerta abatible de madera.
Todo había pasado tan rápido que al darme cuenta ya estaba en el suelo, corrí hacia la puerta y justamente cuando iba a abrirla: Escuché el sonido de la cerradura cerrarse.