Impredecible seducción

Capítulo 7


 


 

"La fuerza no proviene de la capacidad física, sino del la fuerza del alma.
-Anónimo
~~~~✯❦❀~~~
 


 

«Rubí no puedo faltar al trabajo el próximo fin de semana, voy a estar en la isla. Espérame el viernes en la noche en nuestro lugar, a la puesta de sol. Mientras tanto sueña conmigo de la misma forma en la que yo sueño contigo».


 

-¿Nuestro lugar? -luego de que Antonella leyera la carta que Christopher me escribió, con un tanto de rareza mesclada con ocurrencia me observó-. ¿Hasta ya lugar tienen? -volvió a interrogarme pasmada con el papel en las manos, sentada en mi lecho.
 


 

Pasaron tres días más después de aquel encuentro en la plaza. Pero no tengo noticias en lo absoluto sobre el capitán de la tormenta, y mucho menos tengo la menor idea de como sé las ingenio para que: Su carta llegará justamente encima del escritorio, de mi habitación. 
 


 

Tampoco sé cuanto tiempo estuvo allí, me percaté de esto porque el sobre de la misiva era de color verde neón; que brillaba en la oscuridad. 
 


 

Debo aceptarlo muy buena táctica, soy algo medio distraída. ¿Cómo él se había percatado de aquello? Creo que es muy evidente si él no hubiera escogido ese color tan llamativo, nunca lo habría percibido. 
 


 

-Ya hasta sueña contigo, que cursi -Antonella río burlándose de la situación. 
 


 

-Yo no sé que pensar. -Dejé de caminar de un lado a otro Inquieta para serle sincera-. No iré, es lo mejor. -Tomé la carta y la rompí pedazo por pedazo, y la arrojé al bote de basura que estaba al lado de mi escritorio. 
 


 

-Tienes que ir -me aseguró y se levantó de la cama arreglando su chaqueta de cuero. Para después mírame de manera seria-. Lo que te aterra es sentir, y eso nunca lo vas a poder evitar. 
 


 

-No, ¿Y si está jugando conmigo? -le pregunté, no quería volver a perder mi estabilidad emocional, mucho menos ahora que las últimas semanas me he sentido mejor. 
 


 

Después de casi causar mi propia muerte. 
 


 

Seguía teniendo esos sueños que me atormentaban, pero el apoyo que me brindaban cada uno de mis amigos y familiares me estaba ayudando. 
 


 

Pero vivo en silencio, temiendo que intenten de nuevo asesinarme, siento todas las noches que alguien me vigila; y sospechó que terminarán lo que no culminaron el día de la masacre. No sé que ganan con matarme, pero sé que continuo en grave peligro; aunque todos quieran ocultarlo. 
 


 

-¿Quién me asegura que él no está jugando conmigo? -volví a cuestionar y ella se aproximó hacia mí, dándome una mirada para tranquilizarme. 
 


 

-Nunca lo sabrás si no lo intentas... -Puso sus manos en mis hombros, para luego darme una sonrisa sin mostrar los dientes. 
 


 

Luego ella sé despidió, y tomó la decisión de dejarme sola para pensar con claridad. Le agradecí por un momento por permitirme razonar, pero sabía que al hacerlo enfrentaría de nuevo mi mayor miedo; recordar que no soy normal, que he vivido toda mi vida huyendo a través de máscara en máscara, ocultando quién soy realmente. 
 


 

A los minutos estaba pedida entre qué hacer, o no hacer mas escuché gritos a lo lejos.
 


 

-¡Rubí Gabrielli! -Débora se escuchaba furiosa, así que decidí salir llena de desasosiego preocupada por la razón de su reacción tan fuerte. Y cambió de humor repentino, ella estaba bien esta mañana. 
 


 

-¿Qué pasa? -cuestioné al llegar a la sala viendo a Erick y Débora enrojecidos por causa de la rabia. 
 


 

-¡¿Todavía lo preguntas?! -desgañitó mi tía con impotencia, tomando mi brazo con fuerza obligándome a verla. 
 


 

-Me estás lastimando -hice una mueca mientras me zafaba de su agarre-. ¿Qué sucede?, ¿Me pueden explicar qué está pasando? -demandé con impaciencia. 
 


 

-¡Deja de fingir! -explotó Erick en mi contra con ira, nunca lo había visto de esa forma conmigo. Me miraba con frialdad como si yo fuese una total desconocida. 
 


 

-¿Fingir qué? -demandé con desespero buscando una respuesta a sus reacciones. 
 


 

-Todo el pueblo está comentando : Cómo te revuelcas con el capitán Lovatello -Débora pronunció cada palabra con decepción quitando una lagrima de su mejilla derecha. 
 


 

-¡¿Qué?! -exclamé estupefacta al enterarme del nuevo chisme que estaba corriendo por todo el vecindario-. Eso es una vil mentira -me defendí tocando mi pecho-. El capitán me beso sí, pero yo lo puse en su lugar y no me he acos...-me interrumpió sin previo aviso y su mano impactó mi cachete con todas sus fuerzas; haciendo que me apoyará del mueble que estaba detrás de mí. Me ardía el rostro por causa de la bofetada que me ella había brindado. 
 


 

Estaba sorprendida, ella nunca había levantado ni si quiera un dedo para lastimarme.
 


 

-¡¿Cómo te atreviste?!, ¿Si tu madre estuviera viva, crees que apoyaría que fueras una cualquiera?
 


 

-¡A mi madre no la metas en esto! -Chillé con enfado. 
 


 

-Claro que no la vamos a mencionar, si viviese estuviera decepcionada de ti, al ver que te convertiste en una zorra -las palabras recriminatorias de Erick me ardían en el pecho. Estaba apuntó de llorar por causa del enojo pero bloquee mis sentimientos. No iba a derramar ni una sola lágrima por una calumnia, a pesar que estaba muriendo por dentro. 
 


 

«¿Cómo pueden pensar esto conociéndome?» 
 


 

-No afirmen nada, nada de lo que se puedan arrepentir -sentencié con los ojos llorosos reteniendo las lágrimas señalándolo con mi dedo índice a ambos. 
 



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En el texto hay: romance mafia dolor

Editado: 31.01.2021

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