"No toda distacia es ausencia, ni todo silencio es olvido."
Capítulo 1: La chica nueva...
Nuevo país, nuevo hogar, nueva vida...
—Llegamos. —Dice mi madre entrando a nuestra nueva casa.
—Presiento que será un buen año. —Dijo mi padre.
Sí, claro.
—Bueno, es hora de ir a dormir. Son las casi las 4 de la mañana y hay que recargar energías para ir en un par de horas a conocer las oficinas del edificio en dónde empezaremos a trabajar. —Dijo mi madre dirigiéndose a mi padre.
Empezaron a subir las escaleras y yo me dirigí detrás de ellos con mis maletas.
Cuando entré en mi habitación, lo primero que hice fue tirarme como una morza en mi cama. Realmente estoy agotada.
—Casi lo olvido... —Dijo mi padre entrando en mi habitación—. Mañana tienes que ir a la universidad para registrarte.
—¿QUEEÉ? ¿Acaso no escuchaste que son casi las 4 de la mañana? ¿Y tú me vienes a decir que técnicamente hoy tengo que ir a la universidad? —Dije frunciendo el ceño.
A veces mis padres pueden ser tan desconsiderados.
—No es mi maldito problema, Kelsey, es tu universidad y tu responsabilidad...
—¿Qué pasaría si yo les hiciera lo mismo? Tengan un poco de empatía ¡Por Dios! Son casi las 4 de la mañana y estoy cansada. Tal vez si me fueran avisado antes, pero no. No, porque primero son ustedes y su maldito trabajo. —Dije interrumpiéndolo.
—¿Podrías comportarte como una chica de tu edad? Pareces una niña de 5 años, Kelsey.
—¿Y tu podrías comportarte como un padre? —Dije levantándome hecha una furia de mi cama.
Vi como su ceño se fruncía y como su mano viajaba a mi mejilla haciendo que caiga al suelo. Otra vez.
—Vuélveme a hablar así y juro que te irás de esta casa.
—Pues prefiero mil veces irme de esta casa a vivir con ustedes. —Dije mirándolo con lágrimas en mis ojos.
Sentía como mi mejilla palpitaba.
—Que lastima, sigues viviendo aquí. —Dijo cerrando la puerta de un portazo.
Desearía que un día toda esta mierda se acabe.
(...)
¡Odio ese sonido! Dirigí mi mano hacía la mesita de noche y apago la maldita alarma. ¡Muero del sueño!
Fui abriendo mis ojos poco a poco y cuando me desperté por completo, miré la hora y eran las 8:00 a.m. Me levanté, me bañé y me vestí. Me maquillé un poco e intenté tapar el pequeño morete que había en mi mejilla. Hoy era un día nublado y frío, así que me abrigué un poco.
Tomé todo lo necesario para la universidad y me dirigí a la cocina en la cual estaban mis padres. Agarré una manzana y en ese momento escuché la voz de mi madre.
—¿Ya no saludas?
—Hola. —Dije cortante.
—¿Que te pasó en la mejilla? —Preguntó nuevamente mi madre.
Mierda. Pensé que no se notaría después del maquillaje. Miré a mi padre, pero como siempre se hace la víctima.
—Me caí de la cama y me golpié con la mesita de noche. —Miento.
Tal vez se preguntarán cosas como ¿Por qué no le dices la verdad? Pues la respuesta es simple, y la verdad es que ya se lo he dicho y nunca me cree, así que técnicamente ya me harté de discutir con ella.
Pero bueno, como dije antes "desearía que un día toda esta mierda se acabe."
(...)
Salí de mi casa y me dirigí a la universidad. Luego de haberme pérdido como mil veces, llegué. Me adentré en el inmenso edificio y lo primero que vi fue demasiadas personas caminando de un lado a otro.
Me dirigí a la ventanilla que estaba cerca de la entrada, en la cual me entregaron mi horario y algunos libros que necesitaría luego.
—Su casillero es el número 31 y su primera clase la recibirá en el segundo piso a mano izquierda.
—Gracias.
Busqué mi casillero para guardar algunas cosas y luego me dirigí a las escaleras para ir a mi primera clase.
NARRA DAVEN
—¿A dónde vas? —Me dice Jace.
—A recoger unas cosas de mi casillero.
—Nos vemos en clase entonces.
Me dirigí a las escaleras y por estar distraído con mi celular, choqué con alguien haciendo que mi celular cayera.
—Oye, imbécil, mira lo que hiciste, ¿Es que acaso estás ciego o qué? —Dije eso furioso por ver como quedó la pantalla de mi celular.
—Oye, no tienes el derecho de tratarme así. —Inmediatamente al escuchar su voz dirijo mi mirada hacia ella.
—No me había dado cuenta que era una chica la que acaba de causar este desastre. —Dije.
—¿Acaso dices que es mi culpa? —Dijo frunciendo su ceño.
—Exacto, deberías de tener más cuidado la próxima vez.
—¿Qué? Tú fuiste él que se atravesó.