El mundo parece detenerse mientras caigo en picada hacia la oscuridad. El viento silba en mis oídos y la adrenalina bombea furiosamente por mis venas. En un instante, mi mente repasa todas las posibilidades: el dolor, la lesión y posiblemente la muerte. El pánico se apodera de mí mientras lucho por mantener la compostura en medio de la caída.
De repente, un impacto sacude todo mi cuerpo. Un dolor agudo se propaga por mis extremidades, pero la sensación de alivio inunda mi ser al darme cuenta de que estoy viva. Abro los ojos lentamente e intento mirar al cielo, pero la lluvia me lo impide. Estoy tendida en el suelo, herida pero aún consciente. Maldita sea, tenía la esperanza de que no fuera tan doloroso
Intento levantarme, pero es casi imposible. Siento que en cualquier momento podría perder la conciencia. Es como tener una parálisis del sueño; una sensación horrible de vulnerabilidad. Intento moverme, pero una fuerza invisible me lo impide, dejándome débil. Solo puedo ver a mi alrededor y sentir cómo poco a poco mis ojos se cierran por la pesadez.
A lo lejos, oigo gritos y pisadas. Veo cómo ambos chicos corren hacia mí. El chico pelirrojo me grita que me mantenga despierta. Se acerca a mí con rapidez, su rostro mostrando preocupación genuina. Me sostiene entre sus brazos y me lleva adentro de la cabaña. Me preguntó porque se preocupa por una desconocida
Dentro de la cabaña, el ambiente es sombrío y tenso. Devon me coloca con cuidado sobre un viejo sofá cubierto de polvo. Puedo sentir el dolor pulsante en cada parte de mi cuerpo mientras intento mantenerme consciente. ¿Me habré roto algún hueso?
Miro a mi alrededor, tratando de enfocar mi visión, pero el cansancio me gana. No puedo quedarme dormida, no puedo hacerlo. Pero por más que me haya resistido, fue en vano.
Despierto en una habitación sombría, vacía, con paredes blancas y una luz brillante en lo alto que simula el cielo. No sé dónde estoy, no reconozco el lugar... A lo lejos puedo oír susurros, no sé de dónde vienen exactamente, pero susurran mi nombre. Camino buscando una salida mientras me abrazo a mí misma, el frío aire hace que un escalofrío se extienda por todo mi cuerpo. Mientras avanzo, veo cómo van apareciendo árboles. Con cada paso que doy, escucho el ruido de las hojas secas bajo mis pies, y el aire se vuelve aún más violento. La brillante luz se va apagando con cada paso que doy, convirtiéndose en un cielo rojizo, con una enorme y redonda luna en medio. Es bellísimo pero algo escalofriante, nunca había visto algo así en mi vida. De hecho, me hace recordar una historia que leí en un viejo libro que me regaló mi madre. Mientras más avanzo, la tierra y mi ropa se tiñen de cenizas que caen del cielo. Me detengo al ver una luz blanca aparecer frente a mí. Es pequeña, redonda y no tan brillante. De esa luz provienen varias voces intangibles. De un momento a otro, comienzan a gritar todas juntas con desesperación mi nombre. Trato de ignorarlos, pero cada vez las voces se hacen más fuertes. Miro a mi alrededor buscando cualquier cosa que me indique una salida, pero solo veo árboles. Lo último que recuerdo es que Devon me llevó dentro de la cabaña y luego me quedé dormida. ¿Qué es esto? ¿Es algún sueño? Pero todo se siente tan real.
-¿Qué es este lugar?- pregunto confundida mirando a la luz, trato de mantenerme tranquila, hasta este punto ya me hubiese vuelto loca, sino fuera porque estoy confundida.
La luz comienza a palpitar -Empires- responden al mismo tiempo, pero suena como un eco-Somos las Jias, protectoras de estas tierras-hago una mueca de desconcierto, definitivamente creo estoy muerta. -¿Por qué estoy aquí?- Pregunto tratando de obtener respuestas.
-Síguenos- susurran insistentes. Retrocedo, ignorando sus llamados. La luz comienza a palpitar con más fuerza y a teñirse de rojo, como el cielo pero más intenso.Me niego a seguirles, mi instinto me dice que no vaya, así que comienzo a correr en dirección opuesta.
Mientras corro, siento como si me hundiera. El lugar comienza a temblar como si de un terremoto de alta magnitud se tratase. El aire frío es reemplazado por uno caliente, no sé de dónde viene, pero el vapor comienza a aparecer, nublando todo a su paso. A lo lejos, escucho varios gruñidos.
Trato de correr más rápido, pero no logro ver por la neblina y poco a poco me voy hundiendo más. El calor hace que me debilite, pero aún así no me detengo. Los gruñidos cada vez se escuchan más cerca. Temerosa, continúo moviéndome donde no hay tanta neblina, me apoyo en un árbol tratando de tomar aire. Siento que en cualquier momento me voy a desmayar. Continúo al escuchar sus pasos, gracias a las hojas secas soy capaz de oírlos. Son tan pesados, es como si estuviera tratando con una manada de toros furiosos.
A lo lejos, puedo ver unas rejas enormes. Arriba hay un símbolo, pero no logro verlo bien. El lugar está vacío y lo que me parece más raro es que allí no hay cenizas que reemplacen la tierra. De hecho, en vez de eso, hay un enorme y verde césped. Comienzo a correr más rápido hacia ese lugar, aunque no sé si es de fiar. Prefiero mil veces estar dentro que estar afuera con esa cosa pisándome los talones. Cuando ya estoy cerca de lograrlo, siento unas garras apretar mi pierna mientras me jalan, lo que hace que me caiga de frente. Grito pidiendo ayuda mientras trato de sostenerme de algo, pero no hay nada de lo que pueda agarrarme. Estoy muy lejos de las rejas como para poder sostenerme.
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Editado: 20.04.2024