Indagando su oscuridad

Capítulo 29. Tus celos causan pánico

Eiren:

Mi corazón se desboca y mi mente se nubla por un par de minutos. Él está aquí. Dios mío ¿Por qué se le ocurrió venir tan tarde? No comprendo por qué me siento tan nerviosa cuando sé que él es como el individuo dulce que conforma la familia Edín. Siempre se ha mostrado gentil conmigo. Se ha preocupado de mi estado cuando he estado con el ánimo por los suelos. Inclusive, ha dejado a ver que su comportamiento es mejor que el de Jarel y sin embargo, es él quien ha llevado los platos rotos en todas las ocasiones. Recuerdo el momento en que lo dejé plantado con su hermano a su lado y mi gesto se descoloca ante la vergüenza.

Tengo que disculparme. Debo hacerlo.

—y-yo si es-es un amigo de la universidad —tartamudeo, sintiendo mi corazón oprimirse al evocar el pequeño secreto de Jarel ¿Keitan tendrá también esa habilidad?

—me lo vas a presentar ¿cierto? —cuestiona con una sonrisa delatando su emoción.

—Claro mamá —respondo, rodando los ojos. Limpio la palma de mis manos en el mono de pijama que cargo puesto y acomodo mi coleta para que aquellos mechones rebeldes no me hagan pasar bochorno. 

Abro la puerta principal y aguanto la respiración cuando Keitan hace acto de presencia ante mi campo visual. Se me había olvidado por unos segundos el parecido que tiene con su hermano sin incluir en el paquete aquellos ojos mieles tan brillantes, cristalinas, con una inocencia enmarcando su mirar.

—Eiren... —musita, esbozando una diminuta sonrisa. Se remueve en su sitio y no me quiero imaginar la inquietud que debe tener. Es decir, vino a verme cuando la confianza entre nosotros no ha ascendido, además que no estaba consciente de su aventurada visita.

—Keitan, que extraño verte aquí —anuncio extrañada, sujetándome fuertemente de la puerta para mantener mi fortaleza. Fue hace tiempo cuando nuestra última conversación ocurrió.

—Lo sé —dice, sonriente —no me quiero ni imaginar en lo que debes estar pensando —admite con timidez. ¿Estará mintiendo? ¿Sabrá la clase de pensamientos que ronda por mi raciocinio?

—tranquilo, algo malo no es ¿quieres pasar? —ofrezco cohibida. Asiente de acuerdo por lo que me hago a un lado para cederle el camino. Cierro la puerta detrás de mí y casi toso fuertemente al hallar a mi madre examinándole el rostro a Kei.

—un gusto conocerla señora...

—Elissa, puedes llamarme de ese modo. —Le tiende la mano y se la estruja con suavidad. Me alivio y por un momento siento que no encajo en este lugar.

—disculpe lo tarde que he venido, siento vergüenza por ello, pero tenía que venir, tengo algo que comentarle a Eiren acerca de la universidad —miente y al conocerlo no me cabe duda de eso. No obstante, su mentira es tan creíble que mi mamá cae por completo en su jugada.

La fría ventisca entra por la ventana de la sala y logra calar mis huesos. Me estremezco y paso las manos por mis brazos para reconfortarme y entrar en calor. Mi mamá capta mis acciones y hace un mohín con sus labios.

—Eiren, ofrécele algo de pizza a tu amigo. Pueden estar en tu habitación, yo estaré aquí preparando el almuerzo para mañana ¿sí? —Como Keitan está de espaldas ante mí, puedo abrir los ojos en grande hacia mi mamá he indicarle con un ademan que rechace su petición. ¡Maldición! ¡Maldición! Está loca ¿Qué está pasando por su cabeza? No me sentiría cómoda con el hermano de Jarel en mi cuarto, solos, solo los dos.

Eliss sonríe jocosa y niega con sus facciones.

—bien. Espérame aquí Keitan. —Sin esperar por su respuesta, me encamino hacia la cocina para buscar un plato de vidrio y colocar cuatro pedazos de pizza. Regreso a la estancia anterior y le indico con una seña al chico de ojos mieles que me siga.

En medias, como una indigente, entro a mi cuarto con un hermoso chico siguiéndome a mis espaldas. Me siento abrumada, casi sofocada por esa aura tan extraña que desprende él y toda su familia. Nunca podré acostumbrarme a esa oscuridad que los rodea. Es tan siniestra y perturbadora que cualquiera se asfixiaría si los mirara directamente a los ojos junto con una distancia mínima.

Entramos al cuarto luego de subir las escaleras y prosigo a sentarme en el marco de la ventana de la habitación. El hermano de Jarel deja la puerta abierta —cosa que agradezco — y se acerca a mí hasta quedar a un metro de separación. Le tiendo el plato con pizza y el tras titubear lo toma.

—Yo acabo de comer, así que puedes comerte todo si gustas —digo tras suspirar.

—gracias, pero primero, quiero hablarte de algo —indica, dejando el alimento sobre la peinadora que está a su izquierda.

—Tengo que disculparme por lo sucedido aquella noche —le interrumpo, quedando cabizbaja porque literalmente, es algo que me pesa recordar —ya había quedado contigo en el transcurso del horario de la universidad. Fue totalmente injusto quedar mal con lo que habíamos planeado. Jarel simplemente me avisó que vendría pero no pensé que fuera cierto hasta que lo vi en la puerta. Tuve que haber salido a la fiesta de Melanie, por algo ya había aceptado en la mañana —me desahogo. Subo la mirada y me pierdo en el avellana de sus ojos.



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En el texto hay: tristeza, amor, suspenso

Editado: 12.03.2021

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