Indagando su oscuridad

Capítulo 43. Es hora de que te marches

Eiren:

No me esperaba hablar con Jarel...

Nunca llegué a suponer que usaría ese método para apaciguar la tormenta renegrida en mi alma. Fue sorprendente y me llenó de un júbilo colosal. Hizo que mi corazón brincara con regocijo, con una efusividad extraordinaria. Me hizo tocar el mismísimo arcoíris con sus perfectas palabras y, no tan solo por expresar que si existe algún sentimiento hacia mí, sino porque me avivó, armó las piezas que tenía esparcidas y me hizo sentir fortalecida.

Con esos pocos minutos que charlé con él me hizo entender que tengo que detener estas sensaciones negativas en mi pecho, tengo que controlarlas porque si no lo hago al final del día ellas me dominaran a su gusto y jugaran conmigo de una forma retorcida... Como han venido haciendo. Y se, que si no fuera por Jarel quien extrajo una porción de dolor en mi ser, actualmente no sé en qué estado estuviera.

Me alegra enormemente tenerlo en mi vida de esta manera tan bella.

Creo.

Sacudo mi cabeza, apartando toda clase de pensamiento pesimista que me grita con fiereza un: ¡Eiren, el mismo lo ha dicho, no siente! ¡Aléjate antes de que te lastime!

Me bajo del autobús para encaminarme hacia mi morada. Termino de leer la respuesta de Powell al haberle escrito hace horas que nuestro encuentro se pospondrá gracias a un percance. Sonrío y niego lentamente.

Leia; 18:50.

'¡¿es en serio, Janit?! ¡¿Me estas reemplazando con Jarel?! Esto me lastima, me hiere, me quemaa'.

Eiren; 18:50.

'yo no te estoy reemplazando'.

Leia; 18:51.

'me preocupas, amiga. Tenemos días sin vernos. Me habías comentado que algo te había sucedido y a estas alturas todavía no lo sé'.

Suspiro y hago una mueca lastimera.

Eiren; 18:51.

'te prometo que nos veremos mañana, ¿sí?, sé que lo que intentas decirme es que me extrañas y que mi distancia te destroza ;)'.

Guardo el celular y apresuro el paso para llegar a mi casa. Muevo mis hombros en círculos para desprenderme de la tensión que de un instante a otro se ha instalado en ellos. Visualizo a la señora Susan caminar con su hija mientras hablan animadamente.

— ¡Eiren! —Me saluda mi vecina desde la otra cera —hija, ¿Qué te pasó? —pregunta con alarmo al ver el apósito cubriendo mi mejilla.

— ¿estás bien? —cuestiona Ann con el semblante teñido en preocupación.

—Sí, solo fue una torpe caída —miento con una pequeña sonrisa. Siento un pinchazo en la abertura de mi labio superior y deshago el gesto.

— ¿segura? —interrogan ambas al unísono.

—tranquilas, estoy en perfectas condiciones. —Vuelvo a fingir bienestar cuando estoy segura que me estoy acercando a una tormenta, a un torbellino de discusiones.

—si tú lo dices. Nos vemos, linda —se despide la amena mujer. Respondo con un ademan y termino de llegar a mi hogar.

Introduzco la llave en el orificio y abro la puerta principal. Cierro al pasar y un escalofrío me recorre al ver a mamá riéndose con mi hermanita en los muebles de la sala. Ambas se giran para observarme y sonríen abiertamente. Elea sale corriendo hacia mí y da un salto para que la cargue. Reprimo una mueca adolorida y la retengo en mis brazos.

— ¿Qué te pasó? —pregunta, con aquella voz aniñada y cubierta de ternura. Su rostro angelical se contorsiona y sus labios se fruncen a punto de ejercer un puchero.

—Solo fue un pequeño corte, me coloqué esta venda para que no le caiga sucio —contesto, dándole un pequeño beso en su frente.

Mi hermana me abraza fuertemente y deja un húmedo besito en mi mejilla.

— ¿te dolió mucho? —cuestiona, observándome nuevamente.

—solo un poquito. —Trago saliva para tolerar ese pesar en mi pecho.

—bien. —Se baja de mis brazos — ¡Eris! —exclama, llamando a nuestra revoltosa perra.

Un animal de abundante pelaje se aproxima con gran velocidad hacia nosotros y, cuando me observa, pareciera que hubiese mirado a dios por la forma en que sus ojos resplandecen. Se alza y reposa sus patas delanteras en mi regazo. Realiza pequeños saltos para alcanzar mi rostro y darle un lametazo.

—Mi hermosa Eris —digo, dejando mimos en su sedosa cabeza. Ella emite algunos sonidos gustosos y se acercas más a mi cuerpo —siento que tengo años sin acariciarte. —Al escucharme, pareciera que hubiese entendido por la manera en que se baja con resentimiento y deambula hacia mamá —lo siento, de verdad.

—le hacen faltas tus cariños. Antes te la pasabas horas jugando con ella —articula mamá con cierta tristeza. La observo y me encojo de hombros — ¿estás bien?, tienes los ojos algo rojos he hinchados ¿Tu novio te hizo algo?

— ¿mi novio? —pregunto, más para mí que para ella. Abro los ojos al asimilar su comentario y niego con rapidez —no, para nada.

—él es hermoso, hija. ¿En dónde lo conociste? —cuestiona con una sonrisa pícara.



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En el texto hay: tristeza, amor, suspenso

Editado: 12.03.2021

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