Eiren:
Su mirada continúa sobre mí por varios segundos. Sé que espera una respuesta, quiere que sea una sumisa y me marche como lo indica su petición.
Los planes que tengo en mente me lo impiden, aunque no pueda husmear más de lo normal porque no se me es permitido, voy comprendiendo el aura y el ambiente que desprende esta casa. Ya de por si entendí que Jarel no es el único que emite una sensación abrumadora y mordaz, es de familia.
—No me iré —mascullo, manteniendo mi barbilla en alto.
Cuando espero una riña de su parte, solo suelta una risa cínica y asiente con lentitud. Por poco no aplaude con morosidad para que la escena se torne más aterradora.
Trago fuertemente para desplazar el molesto nudo que se formó en mi garganta.
—Bien —responde paciente, muy contradictorio a la firmeza que hace poco poseía al ordenarme.
Pasa por mi lado y camina vagamente en el tiempo que le sigo para llegar al comedor y hallarme con Keitan, Leia y una pareja de adultos; Los dueños del hogar.
Las manos me pican por las ansias que me persiguen desde que salí de casa. Me siento diminuta ante sus presencias tan poderosas, es como si con un simple chasquido de dedos pudieran volver mi vida un infierno. La atmósfera que nos rodea se encarga de triplicar las emociones negativas y viles existentes. La sensación abrumadora y densa que presenciaba al toparme con el menor de los Edín queda pequeña en comparación.
Un hombre con gran semejanza a Keitan sonríe abiertamente al verme, percibo como sus ojos se achinan y se crean pequeñas arrugas en sus párpados inferiores al realizar tal gesto. La fémina que supongo es su esposa, repite su acción con más efusividad y anhelo.
—Eiren, ¿cierto? —cuestiona, aproximándose y acunándome el rostro para detallarlo.
Guardo las ganas que tengo de apartarme reacia y me aprovecho de la situación para escanearle el semblante.
Hermosa es una expresión que no sirve para describirla... Exótica es la palabra que encaja en ella. Sus grisáceos son idénticos a los de Jarel al igual que sus labios carnosos y delgados. Todo en si brilla y ahora comprendo que esta familia se regocija con demasiadas virtudes para ser real.
Aleja sus manos de mi piel y se coge su larga melena castaña para posársela del lado izquierdo de su hombro.
—Si —musito ida.
Frunzo el ceño al sentir tensión de su cuerpo. ¿No está alegre?
—disculpa lo tarde que estuvo la cena, linda. Kylen y yo hicimos las compras algo tarde y recién acabamos de terminar la comida. Por cierto, soy Faith, puedes tutearme —explica con agrado. Toma distancia de mí y hace un ademan a su esposo para que se acerque —deberías presentarte, no seas maleducado.
Rio con nerviosismo y de reojo percibo como el hermano menor de Keitan rueda los ojos al escuchar a su madre hablar. Aparenta que le irrita y no hallo un motivo. Apartando las malas vibras que emanan del cuerpo de su madre, es una mujer dulce y cariñosa con esa misma incógnita en su mirar que Jarel.
—Soy Kylen, puedes sentirte cómoda. Espero que te guste lo que preparamos —anuncia, tomando de la cintura a Faith.
—no deben preocuparse por ello, el olor que desprende significa algo bueno, ¿no? —bromeo para aligerar el ambiente —gracias por recibirnos, estaba un poco nerviosa —alargo el comentario con la intención de verlos fijamente.
Los ojos avellana del señor Edín lucen cansados y por poco paso desapercibido las ojeras que se carga. Sin embargo, pensándolo desde esa perspectiva, cada miembro de esta parentela aparenta agotamiento y decaimiento.
Extraño...
¿Estarán enfermos? ¿Será por ello que Keitan me comentó que su allegado faltaba por alguna enfermedad?
Rememoro cuando Keitan se detenía a mitad de los pasillos o simplemente tomaba una pausa al caminar o hablar en clases, ahora capto que no lo hacía involuntariamente o porque algo le molestara; no, estaba agotado. Me reprendo mil veces y me abofeteo mentalmente. ¡Fui tan estúpida! Aun así, si Jarel faltó a la universidad porque supuestamente estaba enfermo, ¿Por qué el chico de ojos mieles se tomó la molestia de asistir?
—esperemos que así como huela sepa, ¿no? —interroga jocosa la mujer de ojos intrigantes.
Veo al hombre que la sujeta y me estupefacta ver el parecido tan increíble que tiene con Kei, puedo jurar que el señor Edín aparenta menos de treinta años de edad, luce muy joven para haber tenido dos hijos y que estos ya sean casi adultos.
—Bueno, pueden sentarse —dice con amabilidad. Giro para obedecerla y su mano toma mi antebrazo, captando mi atención —se me olvidó halagarte Eiren, estás hermosa.
Me suelta y yo sonrío al oírla.
—Gracias —contesto con una pizca de timidez.
Desde mi ubicación diviso por el rabillo de mis ojos como Jarel tiene su vista fija en mí. Esto resulta inquietante, me hace saber que si hago un estupidez el claramente lo notará.
Prosigo a sentarme al lado de Leia quien anda risueña observando por primera vez a su alrededor. Keitan sí que la tiene engatusada. Al ser la mesa de seis personas, el padre y la madre de Jarel se localizan en cada punta mientras que él está frente a mí y con su hermano a un lado. Me remuevo en mi puesto y bajo la cabeza para cerciorarme de que mi vestimenta está situada en los sitios correctos.
Siento como Powell se inclina a mi lado para susurrarme en mi oído.
— ¿no te agrada tener a tú Jarel delante?
Me tenso completamente y sobresalto al deducir que todos pudieron haberla escuchado. Leia posee la manía de hablar más alto de lo normal cuando se supone que tiene que bajarle bastante al tono de modo que pase desprevenido.
Suspiro de la emoción y la gratitud cuando alzo el rostro y pillo a Keitan conversando rígidamente con su hermano, no nos escucharon. Faith acomoda los platos distraídamente y Kylen nos observa con intensidad, incrementando el nivel de nerviosismo y causando que mis monomanías suban tres escalones más.
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Editado: 12.03.2021