Eiren:
— ¿y qué hiciste para que no tuvieran relaciones sexuales? —cuestiono, sentándome con las piernas cruzadas sobre la cama. Leia, la cual está a mi lado se carcajea y cierra la pantalla del portátil.
—No se rasuró. —Esa es su respuesta.
Quedo callada unos segundos para luego romper en estruendosas carcajadas.
—Ya va —le pido para apaciguar mi respiración. Inhalo profundamente, pero al visualizar a mi amiga estallo en grandes risotadas —explícate...
—claro... Si la protagonista cede fácil y no se quiere acostar con el que la tienta, es el modo más fácil —argumenta.
Alzo una ceja y la miro como si hubiese perdido la cabeza, definitivamente escribir le está quemando las neuronas que le quedan.
— ¿por?
—imagínate, él está a punto de quitarle el blúmer, pero ella lo detiene, es como el freno de mano. La única forma de que prosigan es que él quiera explorar su selva amazónica y hallar el tesoro prohibido —bromea.
Jadeo al oírla y no puedo evitar regocijarme por la gracia que me ocasionan sus comentarios.
—pensándolo bien, es una buena idea —digo, razonándolo —aunque hay personas que no les importa eso. Supongo que su calentura va más allá como para detenerse por unos pelitos.
Leia se ríe.
—lo sé, lo sé. —Asiente —aunque creo que yo tampoco me detendría por eso…
— ¡Leia! —chillo, arrugando mi nariz.
Se carcajea.
—Es que hace poco vi una peli en donde sucedía algo parecido, lo diferente era que la mujer no quería desnudarse para que el tipo no le viera la peor pantaleta de su colección —dice entre risas —de ahí saqué la idea —comenta orgullosa. Bufo por lo bajo y continúo viendo una de mis series favoritas, The Originals. —me rehúso a creer que prefieres a Klaus que a Damon —me reprocha.
—tu amor platónico es sexy y toda la cosa, pero él es otro nivel, no existe comparación. Agregando que Mikaelson es mejor que tu Salvatore, puede vencerlo en una lucha —opino, recibiendo una mirada disgustada y ofendida de Powell.
—para que sepas, yo quiero un esposo que me ame, no un guerrero —apunta.
—Gustos que dan disgustos —es lo que respondo. La fémina a mi costado no está de acuerdo con mi contestación y rueda los ojos cuando se me escapa un grito fangirl de mis labios al verlo lanzar esas miradas maliciosas que hace a la perfección —lo siento, no pude evitarlo, es algo involuntario —digo en defensa propia.
—no sé cómo eres mi amiga —masculla en un arrebato al escucharme jadear al ver como los ojos de Klaus se transforman en unos amarillentos —te gustan los tipos malos —comenta ladinamente —buenos, nos gustan —se corrige.
—solo en la pantalla —respondo con una sonrisa bobalicona en el momento que aparece Elijah.
Mi notable emoción se debe a que luego de dos semanas sin internet, mi padre pudo encontrar el fallo y enmendar el daño, lo que significa que retomé mi adicción con las series y mi adorable Klaus.
El gesto efusivo que denota mi rostro se borra de inmediato al percibir mi teléfono celular sonar. Leia me divisa con nerviosismo, entre ambas sabemos el responsable de estas llamas: Keitan Edín. Después de la siniestra y terrible noche de ayer ha estado enviándome textos y llamadas telefónicas en un intento de que atienda el móvil, intención que no va a suceder. Sencillamente, no estoy preparada para oír lo que quiere comunicarme, tengo miedo de sentir como mi corazón vuelve a latir frenéticamente y provoca que una amarga sensación sacuda mi cuerpo.
Ya tuve demasiado con las pesadillas de esta madrugada.
— ¿hasta cuándo fingiremos que no ha pasado nada, Eiren? —Se cruza de brazos —Entre nos tenemos en claro que lo que aconteció no fue normal, necesitamos una respuesta. De lo contrario, nunca terminaremos de darle vueltas al asunto.
— ¿Por qué no me lo dijo ayer? En esas horas sí que anhelaba una, pero no, solo actuaron como si nada hubiera sucedido. De verdad quería pasar este fin de semana sin cosas en las cuales pensar, quería estar tranquila. Ahora mi cerebro no se cansa de pensar en el asunto y eso es tan agotador. —Observo a través de la pantalla del IPhone como se cancela la llamada, no pasa ni un minuto para que vuelva a lo mismo.
Lo pongo en silencio y lo escondo bajo una almohada.
—te entiendo, pero si no es ahora, ¿Cuándo? —Cuestiona, quedando cabizbaja —el día que estés preparada para tener tus respuestas lo más seguro es que ellos no lo estén.
—es Keitan el único que se interesa en responder mis dudas —le corrijo —Jarel no ha dado señales de vida, se lo tragó la tierra y no se ha preocupado en hacer acto de presencia para aclarar lo que pasó.
—de ellos dos Kei es el más blando y suave con las personas de su entorno, el menor es extraño, da miedo —expresa, estremeciéndose.
Paso las palmas de mis manos por mis antebrazos involuntariamente.
Recuerdo cuando deambulaba por su casa al perder de vista a Leia y al mayor de los Edín, rememoro los escalofríos que me alteraron al ver esas figuras, esos objetos que logaron erizar cada vello de mi piel. Sacudo mi cabeza al comenzar a delirar, me di cuenta que puedo pasar horas pensando en lo mismo, sacando suposiciones de la conversación entre Keitan y sus padres.
—Es que no entiendo nada —balbuceo ida —no logro comprender por qué la intensidad de su rabia. Parecían desconocidos, hablaban y se trataban como tal. Jarel los miraba con odio, con irritación y exasperación. Keitan solo intentaba sosegar el ambiente para que no se tornara más asfixiante —manifiesto con agobio.
Se me es insoportable el nudo que se crea a inicios de mi garganta cuando trato sobre el tema.
—pensé que me pasaría algo terrible en el momento que me introdujeron a la habitación. Juro que nunca me había asustado tanto. Me sentí igual que en el contratiempo con Nehemiah, temí tanto que se me revolvió el estómago. Escuchaba tus gritos llamarme pero Keitan no me dejaba abrirte. De un instante a otro me sentí distinta.
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Editado: 12.03.2021