Dejé el bolso sobre el pupitre y recosté mi cuerpo sobre la tabla para tratar de descansar, en verdad que tenía mucho sueño. Me había quedado despierta un poco más de mi hora y todo gracias a una nueva novela de mi lista. Chloe se sentó a mi lado mirándome expectante, como esperando que le contara con que nueva ocurrencia había salido Noah esta vez y al no obtener una nueva historia tomó la decisión de preguntar.
—¿Cómo es que ese chico no se rinde? — acomodó sus lentes —. Ya ha pasado un mes.
—Yo realmente no lo sé — rodé los ojos —. Aunque estoy segura de que empieza a cansarse, anoche no recibí un solo mensaje de su parte.
—Tal vez solo quiso aplicar contigo la ley del hielo y cree que volverás corriendo a sus brazos — se encogió de hombros —. Así era Nicolás.
—¿Ahora hablamos de Nicolás? — sonreí juguetonamente mientras levantaba las cejas.
Chloe parpadeó en repetidas ocasiones girando a ver su bolso. Ahí estaba de nuevo esa actitud. Mi amada amiga llevaba un buen tiempo de haber terminado con Nicolás, era tedioso para ella dejar su historia de amor lado y no había día en que no lo comparara con todas las situaciones de su entorno. Chloe era una chica fuerte ante el mundo pero a veces no podía evitar sentirse conmovida cuando de Nicolás se trataba.
—¿Has hecho el trabajo de OPA? — sacó el cuaderno de su mochila, enseñándome el deber resaltado en amarillo seguido de párrafos y párrafos con su caligrafía sobre la investigación que teníamos que hacer al respecto.
Negué con la cabeza mientras le arrebataba el cuaderno y me disponía a copiar su trabajo. Había olvidado por completo que teníamos que hacer una investigación sobre ello, pero agradecía que tenía a alguien como Chloe que me salvara.
La profesora ingresó a pasos agigantados mientras pedía con su voz chillona, que nos agrupáramos como nos correspondía. Mi grupo era grande y había que confesar que no estaba completamente cómoda, las reuniones eran demasiado constantes y por más que los citara a cierta hora e insistiera demasiado en asistir, no todos lo hacían y cuando ocurría aquel milagro prácticamente no hacían nada.
Oliver me sonrió arrastrando el pupitre para llegar a mi lado, solté un suspiro agotador en cuanto vi a los demás acercarse a mí. Pia tenía la misma expresión de odio de siempre mientras que Bryan y Alex estaban sonrientes preparados para una nueva sesión de bromas y juegos que no soportaría. Bastante molesta estaba desde hacía unos cuantos días, me habían dejado plantada con todos mis guiones para la presentación dinámica de lo que habíamos trabajado en esta ocasión y todo con el pretexto de que no podían perderse el partido que se realizaba aquel día.
Pia comenzó a hablar sobre lo que haríamos ese día para contextualizar a el dúo de los insoportables mientras que yo me dedicaba a buscar entre mis compañeros a Jack, el miembro restante y el más irresponsable. Sabía muy bien que si había asistido a clase, porque yo misma lo había visto saludar a medio instituto pero como de costumbre, seguro estaba en cualquier salón menos en el que le correspondía.
Suspiré. Parecía que estuviera a cargo de una guardería.
Me percaté entonces de una mirada que se posaba sobre mí como nunca antes lo había hecho, fruncí el ceño y cuando se notó que ahora yo también lo miraba fingió que nada había ocurrido y se enfrasco rápidamente en la charla con su grupo.
Las horas pasaron rápido y cuando por fin llegó el momento de salir al receso, guardé las pocas cosas que tenía fuera, a mi mochila. Chloe había salido corriendo junto a Danielle hacia la cafetería para obtener un buen puesto en la fila y lograr comprar con rapidez e ir al baño antes de que acabara.
Giré sobre mi eje para salir del salón y alcanzar a mi amiga pero volví a encontrarme con aquel chico observándome detalladamente, levanté una ceja y acomodé mi cabello corto tras mis orejas mientras alisaba los dobleces de mi falda para abandonar el salón pero antes de que saliera huyendo de aquella mirada incomoda, él habló.
—¿Estás más oscurita o es mi parecer? — preguntó con una sonrisa burlona.
—¿Qué has dicho? — fruncí el ceño.
—Me refiero a tu color de piel, te ves más bronceada — me señaló entrecerrando los ojos con picardía.
—¡Estás más bronceada! — gritó en un chillido que me hizo saltar —. Por supuesto que te has echado un buen rato al sol.
Inflé mis mejillas tratando de no lucir incomoda y parpadeé repetidas veces como para darle a entender que en realidad no era gracioso para mí y que tampoco entendía porque me estaba diciendo todo eso.
—¡Abigail! ¿Qué es lo que haces? Ya tengo tus mentitas — gritó Chloe asomando su cabeza por la puerta.