Infierno Helado (libro 1)

Capítulo 21

Estaba abrigada hasta la barbilla abrazando a una almohada y entonces mi sueño fue interrumpido por el golpe en la puerta. Abrí los ojos y parpadeé para acostumbrarme al lugar, pensé que al despertar me desubicaría pero no lo hice, era como si mi cuerpo y mente estuvieran listos para este día. Me levanté y abandoné la que ahora era mi habitación y fui hacia la puerta. Del otro lado estaba Caín, vestía ropa deportiva oscura y se le ceñía al cuerpo.
-Buenos días.- Saludó asintiendo.-¿Cómo estuvo tu noche?- Pregunta
-Bien, supongo.- Dije automáticamente, no quería relacionarme de más con él.- Supongo que ya es hora de empezar ¿cierto?
Creo que captó mi indirecta y asintió dando por acabada la conversación.- Te traje ropa adecuada para el entrenamiento, vuelvo en quince.- Me entrega la ropa igual de colores oscuros, le agradezco. Cuando levanto la mirada hace que me tense por la manera en que me mira, es como si quisiera saber lo que pienso, me pregunto si puede hacerlo.

-¿Sigues odiándome cierto?- Pregunta con voz calmada, pero puedo ver en sus ojos que ellos no lo están.
-¿Acaso eso importa?- Le pregunto encogiéndome de hombros.
-Te hice una pregunta.- Dice a la defensiva.
¿Quiere la verdad? bien, va a tenerla.- Si, lo hago.
Tal vez era injusto ya que estaba en su territorio pero no estaba aquí por él y lo sabía.

Su ceño se frunce, su expresión es extraña y me doy cuenta de que no lo entiendo, no sé lo que podría estar pensando, no sé lo que hará, no sé quién es. Sabía que era un líder que velaba por su grupo pero¿qué más? no sabía nada.

-Entonces, supongo que nunca me perdonarás por aquella noche.
Entrecierro los ojos en su dirección. ¿Qué pretende realmente con sus aclaraciones?

-No veo el problema con que no lo haga, después de todo no te quitará el sueño.
Baja la mirada y asiente, estoy segura de que se ha enojada y me da igual. Él quería la verdad.
-Tienes razón.- Suelta aire y me mira.- No tardes, es tu primer día.
Se gira y camina fuera.
¿Por qué siquiera me preguntó eso? ¿Qué más daba?
Caminé fuera.- Espera.- Le dije y paró de andar, girándose lentamente.
Sus ojos brillaban, me observaban atento y sus labios eran una fina línea.-¿Quién eres?- Pregunto.

Sé que no me contestará, sé que la pregunta es tonta pero quería hacerla de todas formas.
Lo vi sonreír de manera triste.- Si te lo dijera no me creerías.- Su voz es un susurro que escucho a la perfección.
-Inténtalo.
-No soy el monstruo que crees que soy.

Me debato entre creerle y no, sus ojos me decían una cosa y sus acciones otra, entonces me pregunto qué diría Cody sobre él.
Es eso, de ahí nace el rencor. Caín lo había asesinado.

-Eso me han dicho.- Admito.- Pero sé lo que he visto y tus acciones me dicen lo contrario.
No borra su sonrisa.- Te dije que no me creerías.
Y se va.

Quince minutos después ya estoy lista, la ropa me quedó a la perfección, lo que me hizo pensar en cómo habrá adivinado mi talla. Cuando regresa ya no es el mismo.

-Es hora.- Dice con voz neutral.
Asiento mientras cierro la puerta tras de mí.

No me espera, camina delante de mí y se me dificulta seguir sus pasos, pero sigue sin importarme.
Todos se movían de un lado a otro, algunos jóvenes nos pasaron trotando a paso lento, vi como algunas personas se dirigían al mismo lugar que él y yo. No íbamos en la dirección en la que vi a las mujeres entrenar o donde todos practicaban con sus poderes, a donde me llevaba era en una parte más pequeña y más centrada en el lugar.

No eran muchos y estaban chicos y chicas mezcladas, agradecí el hecho de que hubieran algunos de mi edad y no sólo niños.

Lo seguí y todos se giraron a vernos, estaban sentados en el suelo escuchando a... lo miré bien, era Elías, sonreí y me saludó.

-Caín.- Asintió.
-Ella va a integrarse desde ahora.- No me mira cuando lo dice, de hecho lo tengo de espaldas a mí.
-Oh que bien, puedes sentarte.- Se gira hacia todos.- Chicos ella es Abby.

Algunos sonrieron y otros se mantuvieron serios. Le dirigí una última mirada a Caín antes de hacer lo que Elías me dijo. Sus ahora fríos ojos me observaron.

Encontré un espacio, al lado de dos chicas y me senté.

Pasaron unos cuantos minutos en los que ambos siguieron hablando y luego Caín asintió y se retiró, desapareciendo entre los árboles directo a las cabañas o entrenar al resto.

-Bien chicos, empezaremos con el calentamiento.- Miró en mi dirección.
Fue duro, no parecía un simple calentamiento.
Empezamos estirando, lo que era fácil, luego estiramos de verdad.

Primero las piernas, me senté en el suelo y me estiré lo más que pude, esto me recordó a los programas de danza que miraba de pequeña en la que las bailarinas eran súper ágiles y flexibles, bien, ahora hacíamos ejercicios parecidos.



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En el texto hay: guerra, fuego, hielo

Editado: 15.02.2018

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