Ambos se mantenían la mirada, ninguno de los dos estaba dispuesto a apartarla, el menor permanecía con esa tan hermosa y desvergonzada sonrisa, mientras que Miguel lo observaba retador, bastó tan solo unos segundos para que nuevamente se convirtieran en rivales dentro del juego.
Los mayores observaban en silencio en espera de que el menor dijera o hiciera algo, cualquier cosa, atentos a cualquier movimiento de su parte, Andrew sabía que esto no terminaría bien para nadie, excepto para James. Nicole los observaba sin comprender que era lo que estaba sucediendo.
Dejo su celular sobre la mesa para comenzar a acercarse a Miguel, se mantenía firme, pero se sentía bastante nervioso de él, tomó el manojo de cartas sin apartarle la mirada.
— Espero que traigas tu billetera por qué te dejare sin un centavo. — extendió su mano esperando a que la tomara y poder empezar el juego.
— No, Miguel no. — se interpuso Andrew. — como tu abogado y amigo te digo que estas cometiendo una tontería, detente.
— Te venceré. — poco le importó la advertencia que se le dió, tomó su mano estrechándola.
Andrew resignado se hizo a un lado, se dirigieron al comedor donde fue él quien repartió las cartas entre el menor y sus amigos para que fuera justo, quienes parecían ser unos adolescente que no sabían aceptar su derrota.
Una vez que los jugadores tenían sus cartas, el dinero comenzó a ser colocado en el centro de la mesa, seguros de que esta vez serian ellos los vencedores, pobres ingenuos.
Mientras ellos jugaban, Nicole y Andrew se dirigieron a su oficina para poder hablar a solas, tan pronto como cerró la puerta volvió a unir sus bocas continuando lo que había sido interrumpido, la sujetaba levemente de la cintura mientras que ella rodeaba su cuello entre sus brazos, su mano estaba detrás de su cabeza atrayéndolo más, así dándole profundidad al beso, sus labios se movían con ternura, danzando en una melodía que únicamente era existente en sus cabezas, manteniendo un ritmo lento, lleno de ternura, se habían extrañado tanto esos días, tan solo ese poco tiempo había sido suficiente para que ambos se dieron cuenta de que ya no había vuelta atrás, se estaban perdiendo en el otro, se necesitaban.
Todo pareció desaparecer en la habitación, únicamente eran ellos en un pequeño momento que nadie interrumpiría, sus ojos se mantenían cerrado experimentando las mil sensaciones que esa acción tan pequeña y significativa les traía a ambos. Se separaron lentamente para poder recuperar el aliento, al hacerlo se dedicaron una pequeña sonrisa que llevaba tantos sentimientos detrás.
— Tengo algo para ti.
Ella lo observó confundida, sin decir nada se alejó un poco yendo en busca de unas bolsas de regalo blancas, ella no parecía muy convencida de ello.
Después de insistirle que lo abriera lo hizo, sus ojos se quedaron posados sobre lo que había dentro, una sonrisa se dibujó en su rostro, sus manos se adentraron en la bolsa sacando con cuidado un hermoso vestido, sus dedos lo sujetaban con delicadeza temiendo dañarlo.
Era de un color rojo intenso como las hermosas rosas durante el anochecer, era largo con una abertura en la pierna derecha, tenía un perfecto escote al frente y por detrás era descubierto, hecho con finos hilos de seda, una prenda preciosa.
También se encontraban un par de libros forrados en papel transparente, uno de ellos contenía historias magníficas que lograban transportarse a mundos completamente distintos, creando nuevos universos por descubrir, el otro era igual de útil e interesante, uno que le ayudaría a lo largo del trayecto de su carrera.
Dejo los objetos sobre la mesa para dirigirse a él envolviéndolo en un cálido abrazo mientras le agradecía, uno que correspondió de inmediato, había una sonrisa en su rostro, feliz por que ella también lo estuviera.
Estuvieron allí un buen rato, hablaban de cómo había sido su semana, de cómo es que se la pasaron, todo lo que había ocurrido, le explico lo que sucedía con James reservando algunas partes, como que tenía sospechas de su inestabilidad mental, que se encontraba medicado por antidepresivos, que estaba pensando firmemente en llevarlo a un buen psicólogo durante su estadía en la ciudad, o de las voces que lo atormentaban incluso en sus sueños.
No podía contarle todo por qué era bastante personal, pero que eran solo asuntos del menor, con lo poco que pudo comprender de sus palabras a medias, no lo conocía, no sabía nada de él más allá de lo que eran notas donde se veía envuelto en un nuevo escándalo, no podía asegurar nada respecto a él, pero estaba preocupada por su bienestar.
— ¿Estará bien aquí contigo? — Preguntó Nicole, tomo sus manos entrelazando sus dedos mientras lo miraba.
— Eso espero, más tarde hablaré con mi madre, ella solo esta esperando un buen motivo para cuidarlo. — una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro, su madre era una buena mujer, amaba a James tanto como a él y su hermana, tenía un espacio con su nombre dentro de su enorme corazón. — Estos días estará bien, y mientras yo esté ocupado los chicos estarán con él, lo aprecian bastante, el cariño desaparece durante el juego, ahora debe estarlos dejando sin dinero.
— ¿Por qué no estás jugando con ellos?
— James no juega sin dinero sobre la mesa, soy pésimo apostando, la última vez que jugué contra él perdí todo lo que gano en una semana en tan solo un tarde. — arrugó su nariz mientras recordaba aquello, segundos después pudo escucharla reír, no pudo evitar hacer o mismo.
— Entonces no estoy segura de que ellos sepan que es tan bueno.
— Ese el problema, lo saben, Julieta es una arquitecta inteligente, ella juega únicamente por diversión, sabe cuándo retirase, en cuanto a Miguel y Rubén. — masajeó el puente de su nariz suspirando frustrado. — son los empresario más competitivos que podrás toparte, aún no aceptan la idea de que un chico de quince años es mejor que ellos en los números y el juego, no se levantarán de esa mesa hasta que hayan ganado o perdido todo su dinero, dijiste que James tenía unos ojos bonitos, ¿Recuerdas? — asintió. — su belleza logra engañarlos con agilidad y ellos ni siquiera lo notan, no hace trampa, pero los confunde para que duden de sus cartas, tal vez no sean tan observadores como creen, te lo mostraré.