—Se les recuerda a todos los alumnos de que esta noche se estará realizando el baile en honor al aniversario número cien de nuestra honorable preparatoria— dijo el director, a través de las bocinas. Usaba el mismo tono serio y aburrido de siempre, de seguro no había mucha "acción" en su vida; de hecho, no se puede esperar alegría de parte de alguien que se divorció hace varios años y su secretaria es más anciana que él.
—¡Dany!— Escuche, detrás de mí para luego sentir una fuerte palmada en la espalda, incluso pude escuchar el golpe resonar en mis pulmones.
—¡Qué onda Josh!— dije sonriendo. —¿Así acostumbran saludar en tu pueblo? ¿Con un golpe en la espalda y luego estrechando la mano?— dije, sarcásticamente.
Josh no pudo evitar reír —De hecho sí, y cuando se despiden acostumbran a pegarse en las bolas.— contestó, con mucho más sarcasmo mientras se acomodaba su típico gorro verde, el cual nunca se quita ni aunque el día estuviera a 40 grados Centígrados.
—¡Oigan chicos!— Escuchamos gritar desde atrás. —¡Espérenme!
Volteamos para ver a Miguel "corriendo" hacia nosotros, era más como una fusión entre trotar y caminar pero sin el bamboleo de cadera de las caminatas olímpicas.
—¡Rápido viejo, no quiero llegar tarde a clase!— gritó Josh, apresurando a Miguel.
—No me digas que te pasaste por Mc. Donald's— dije, bromeando una vez nos alcanzó.
—¡¿Lo dices porque soy gordo?!— contestó, instintivamente.
—Lo digo por el vaso de café que traes...— dije, señalando a su mano.
—¡Ah! Siii— dijo, soltando una risotada. —Tuve tiempo de pasar por mi cheesecake.— Por más pasivo y buena honda que sea, siempre es explosivo cuando se trata de su peso.
—Oye, ¿y vas a ir al baile de esta noche?— me preguntó Josh, curioso.
—Ya sabes que no me gustan esas cosas.— respondí, rápidamente.
—Si pero quizás esta sea tu gran oportunidad— dijo, sonriendo. —, quizás ahí encuentres al amor de tu vida.— Me toco un par de veces con el codo cucándome.
Una sonrisa apareció en mi rostro. —Eso solo pasa en las comedias románticas noventeras que mira mi madre.— dije, riendo.
—Bueno si no la buscas tú... La busco yo.
—¿Entonces, tu si irás?— pregunté, levantando una ceja.
—Siiiii— respondió, en un tono pervertido. —Habrá carne fresca, más de alguna tendrá que caer en los brazos de... ¡Mr. Amore!" dijo, mientras levantaba los brazos.
No pudimos aguantar la risa. —Pues... las chicas nuevas ya te están viendo raro.— menciono Miguel, mientras señalaba a un lado.
Josh volteo a ver y saludó tímidamente al notar que lo miraban un grupo de chicas de primer año. Ellas rodaron los ojos y siguieron platicando ignorando completamente su saludo. —¿Y tú qué? ¿Acaso no iras al baile?— dijo, cambiando el tema.
—No tengo opción, debo de ayudar con las instalaciones al DJ de este año— dijo, acomodándose los lentes. —Mis novias de internet tendrán que esperar, no habrá LOL por hoy.
—¿Qué tal si son hombres?— dije, molestándolo.
—¿Que tal si es un travesti violador?— dijo Josh, siguiendome el juego
—Ja... Ja... Con tantos travestis jugadores de LOL que hay en el mundo...— respondió, con sarcasmo.
—¿Cómo sabes que no los hay?— dijimos juntos.
—¡Ay por favor! ¿Qué tal si es una hermosa chica gamer? ¡¿No sería genial eso?!— le brillaron los ojos ilusionado.
—¡Claro que sí!— dijimos, al unísono. ¿Qué clase de raro no quisiera una novia gamer?.
Cuando por fin llegamos al aula, todos estaban en sus asientos y el profesor colocaba sus cosas sobre el escritorio. Al parecer, solo nosotros faltábamos.
—Disculpe profe— hablo Josh. —, no se imagina el tráfico que hay allá afuera— dijo, señalando hacia atrás con el pulgar.
El profesor nos miró de arriba a abajo y frunció el ceño. —¿Podemos pasar?— dije, rápidamente.
Suspiro profundo y finalmente aceptó. —Adelante... Pero que sea la última vez que llegan tarde.— mencionó, en tono cansado. —¡Y Josh!— gritó, parándonos en seco. —Fuera gorro.— dijo, para después voltear a la pizarra y empezar a escribir.
Josh se quitó el gorro verde y lo guardó en su mochila dejando ver su pelo largo hasta el cuello de color café oscuro. Varias veces ha tratado el director de cortarle el pelo poniendole actas y castigos de por medio sino se lo cortaba pero ni así han podido, supongo que llega un tiempo en el que se cansan de tratar con chavos "rebeldes". Entramos al salón y nos dirigimos a nuestros asientos casi en la última fila, como siempre, Josh se sentó atrás de mí y Miguel al lado izquierdo.
—¡Bueno!— habló el profesor, dando por iniciada la clase. —Hoy hablaremos sobre la revolución fran...— El sonido de alguien tocando la puerta interrumpió la clase.
—¡Oh!... Casi lo olvidaba, pase adelante.— dijo moviendo la mano.
En eso entro al salón una de las más hermosas chicas que he visto en mi vida, tomaba su mochila enfrente de ella con ambas manos. Tenía unos hermosos ojos verdes que parecían penetrar en lo más profundo de mi alma, sus labios eran de un hermoso color rojo natural y lo más bello de ella era su pelo, tenía un llamativo color rojo que recorría sus hombros hasta llegarle a la espalda. Y no hablemos de su figura, las curvas de su busto resaltaban claramente sobre la blusa blanca que llevaba y sus shorts cortos le abrazaban perfectamente los glúteos dejando a la vista sus delicadas y blancas piernas.
Todo en el salón la miraban impresionados, algunas criticando mientras que otros solo admiraban, incluso podría jurar que detrás mío estaba Josh babeando al verla.
—Ella es Alexandra y va a ser su nueva compañera a partir de hoy.— dijo el profesor, sacándome de mis pensamientos.
—¡Hola!— saludó, con una sonrisa tierna mientras movía sus dedos.
—Siéntese, ahí hay un asiento vacío.— dijo el profesor, señalando al asiento a mi derecha.
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Editado: 27.04.2021