Dicen que el amor llega cuando menos te lo esperas. Que cuando lo descubres no lo quieres dejar escapar, y que cuando lo sientes, vivirás por y para esa persona. Pero lo que yo digo, es que al igual que lo ansías, lo puedes acabar aborreciendo. Aquello que descubriste ya no es tan interesante y se puede convertir en una de las tantas cosas que detestas. La gente dice que soy muy negativa al pensar eso, ¿pero no es realismo lo que ellos ven como pesimismo?
Esta es la verdad. El amor es solo una invención que da falsas esperanzas. Eso que dicen sobre casarte y pasar el resto de tu vida con la persona que amas, es como decir <<búscate a alguien o te quedarás sola>>.
Por mucho que te cases por <<amor>>, ese supuesto <<amor>> algún día podría convertirse en odio porque tu pareja te puso los cuernos.
Eh, pero ya sabéis lo que suelen decir: no te preocupes porque hay más peces en el mar.
¡Y ya no doy más de mí! Paso de buscar más a esa persona, y paso de escuchar más a mi familia preguntarme que cuándo voy a llevar algún novio a casa. Joder, es que poco más y soy trending topic. La Navidad para mí es un martirio.
Por eso, en cuanto vi la posibilidad de estar un año fuera, lejos de todo y de todos, no vacilé.
Bendito Erasmus.
Copenhague, Dinamarca. Ahí me dirigía para pasar los siguientes diez meses de mi vida.
Obviamente, dejo a gente muy importante atrás. Alicia, mi mejor amiga desde que tenía uso de razón, es a la que más iba a echar de menos. Pasar de verla todos los días en la universidad a solo a través de una videollamada de whatsapp no tiene comparación. Pero ella entiende cuánto lo necesito. Necesito este cambio tanto como el respirar.
¿Que por qué?
Bueno… no he tenido buenas experiencias en mi vida con los temas del amor, la felicidad y todo eso.
Desde pequeña he crecido rodeada de un ambiente de tensión creado por mis padres. En casa todo era un infierno por sus peleas —bastante habituales— por cualquier motivo. Siempre me han dado todo lo que pedía: ropa, libros, maquillaje, algún móvil, más libros…
Bueno, todo menos cariño.
¿Conocéis la frase, <<no sé por qué eres así, si te lo damos todo>>?
Pues yo sí, y demasiado bien.
No era exactamente como les gustaría a mis padres que fuese. Lista, guapa, más delgada, con pareja, con un futuro prometedor… Algo así como un premio del que alardear. Alguien como mi hermana Valeria.
No sienta bien que te estén recordando día tras día que no eres como tu hermana. Obviamente cada persona es un mundo, pero yo no tenía la autoestima por las nubes para que me dijesen eso como si nada.
Y bueno, el otro motivo por el que necesitaba alejarme tenía nombre: Diego.
Lo conocí el primer año que entré en la Universidad. Estaba sentada en la cafetería tomando un moca y leyendo Agnes Grey para un trabajo de la universidad, cuando se sentó a mi lado y me preguntó por el libro.
No tenía ni tengo facilidad para hablar con chicos, y aunque suene súper cliché, con él fue diferente. No estoy segura de si era porque compartíamos el mismo gusto por la lectura, o porque era capaz de expresarme sin trabarme al hablar, pero sin darme cuenta me empezó a gustar.
Pasábamos todos los días juntos hablando sin parar. Eso, obviamente, hace que una se cree ilusiones sobre algo que espera que ocurra algún día. Y ese día jamás llegó.
A mediados del segundo año de universidad me llevé la bofetada.
Estaba en el centro dando una vuelta con Alicia y otras amigas, cuando vimos de lejos a Diego. Iba a gritar su nombre para saludarlo, pero pasó lo que no me esperaba: un chico se acercó a él y lo besó.
Pensaba que estaba viendo mal, o eso quería decirme a mí misma para convencerme.
Él solo quería comprobar si le gustaban las chicas, cosa que me rompió el corazón porque fui, literalmente, un conejillo de indias.
A partir de ahí corté toda relación con él, y de alguna manera me volví más reservada con el sexo masculino.
Hay que añadir el pequeño detalle de que siempre me acabo sintiendo atraída por el mismo tipo de chico. Soy lo que mis amigas llaman “una básica”. Dicen que es imposible tropezar dos veces con la misma piedra… Pues yo os digo que sí que se puede. Joder, ¡y tanto que se puede!
Por eso necesito esto. Además de poder irme lejos, es una oportunidad de sentirme más segura de mi misma. O al menos intentarlo. No pongamos la mano en el fuego que nos quemamos.
Mis padres no están nada de acuerdo con que me vaya casi un año. No les he dado los verdaderos motivos, solo señalé que es una buena oportunidad para mis estudios, y aun así tampoco lo entendieron.
Para mi madre, Estudios Ingleses no es una gran carrera, y si fuese por ella, estaría estudiando medicina, arquitectura, o incluso derecho.
Gracias, pero ni de coña.
Vamos a ver… ¿quién no ha tenido la duda de qué estudiar o qué hacer con su vida?