Capítulo 7

**Axel**

Pongo mis labios sobre ella y comienzo a besarla suave, lentamente y delineando con mi lengua la comisura de los de ella. Comienzo a introducir mi lengua y aunque al principio hay reticencia, ella acepta y se deja llevar por lo que sentimos en este momento.

Sus labios son dulces y adictivos. Creo que no me cansaré de besarla, pues me gusta demasiado.

Tomo su nuca con mi mano y profundizo el beso, ella pasa sus manos por mi cabello y se pone mejor a cada segundo. Nos separamos cuando escuchamos aplausos de la gente a nuestro alrededor.

La miro esperando que ella me devuelva lo que siento en estos momentos, una alegría indescriptible sin embargo está muy lejos de eso. Solo veo una tristeza que me parte el alma.

—No debió haber ocurrido. —esas palabras me lastiman y aunque dejé de acordarme de Lía haces unos meses me remontan cuando nos besamos por primera vez. Yo le dije esas mismas palabras y pude mirar como las lágrimas quería salir de sus ojos. En estos momentos creo descifrar a la perfección, lo que le hice sentir. Ese dolor en el pecho que solo una persona te puede quitar e irónicamente es la misma que te lo causó. Ahora estoy más consciente de que fui una verdadera mierda.

La saco de la pista improvisada y no le dejo que siga hablando. Ya basta de ser un estúpido. —Si debió pasar. Me gustó mucho besarte, Kat. Y en ese beso pude ver que tú también. No nos engañemos.

Las lágrimas comienzas a desbordarse de sus ojos. —Soy una mierda, Axel. Eso soy.

No la quiero escuchar hablando así. Ella es un ángel. —No, no lo eres. Fue sólo un beso. —Me duele decir lo último pero es necesario para hacerla sentir mejor.

—Christopher pensará que soy lo peor. —exclamó dolida.

Esperen. ¿Dijo Christopher?

¿Quién demonios es ese?

Busca entre su ropa y saca algo del bolsillo de su pantalón. Una cadena que reluce con la luz de la luna. Una cadena con un anillo de matrimonio en ella.

Jesucristo.

Está casada.

—Me prometí que jamás le sería infiel y es lo primero que hago. No me lo perdonará.

Y lo confirma. Acabo de besar a una mujer casada.

Siento que me tiembla la barbilla antes de hablar. Porque ya había empezado a desarrollar por Kat, sentimientos que pensaba que tenía ocultos. — ¿Estas casada? —pregunto y a pesar de todo se oye fuerte.

Asiente y siento que se me desangra el pecho. Pero luego niega. No entiendo absolutamente nada. Me tiene totalmente confundido.

—Soy viuda. —dice con voz trémula. —Me casé hace cinco años. Y tengo tres de viuda. —comienza a reír pero esa risa histérica mezclada con dolor. —Debo parecer una magdalena. Y también una idiota porque ni siquiera le estoy siendo infiel. Pero en mi interior siento que aún está vivo y que lo estoy traicionando.

Sus ojos están anegados en lágrimas y noto su fuerte dolor. Claro que mi tristeza era una nimiedad, al perder a Lía lo hice por tonto pero ella al perder su marido, no tuvo opción.

No estoy pensando cuando la abrazo. Es un abrazo fuerte como si quisiera reparar sus partes rotas. Un abrazo que hubiera peleado en una guerra solo para darlo.

Ella llora, golpea, pero no la suelto.  Es necesario que saque ese dolor que lleva dentro.

Nos sentamos en la arena y la sigo manteniendo abrazada. Necesito que sepa que la entiendo. Que estoy para ella. Aunque es difícil pelear con la sombra de alguien que no está vivo.

—Perdí a una chica que amaba por idiota. —susurro esperando cambiar el foco de su tristeza. —Era mi mejor amiga y me enamoré como un tonto de ella.

Alza su mirada llorosa. — ¿Y qué pasó?

—Se casó con alguien que luchó hasta el cansancio por ella.

— ¿Por qué la dejaste perder?

No me toma ni un segundo responder. —Por estúpido y majadero.

Se ríe y en estos momentos estoy feliz de que pudo sonreír sin más. — ¿Por qué no luchaste? ¿O ella no te amaba?