Emma.
Los ojos verdes de Nicholas parecían estar fijos en el brazo de mi hermano envuelto alrededor de mis hombros. Si había una persona que sabía leer señales en cualquier dirección era Elijah Brown, así se ganaba la vida, y la manera como —no tan discretamente— me pegó más a él, me dijo que estaba viendo cosas aquí que no le gustaban.
Alaia siguió brincando en los brazos de su padre para que la colocaran en el suelo, pero aun así, el hombre hizo caso omiso a los deseos de su hija por primera vez desde que lo conocía.
—Yo conozco a estos idiotas —escuché murmurar a Elijah al comenzar a hacer teorías—. Y no me gusta mucho lo que mi cabeza piensa, Emma.
—Elijah, por favor.
—Emma, no sabía que tenías amigos famosos por aquí —habló demasiado fuerte, colocando una pequeña sonrisa nada amigable en su rostro.
Kyle sonrió dejando a su amigo atrás y caminó en nuestra dirección, su gracia presente como la primera vez que lo vi.
—Kyle Johnson, un placer
Elijah tras de mí miró receloso la mano extendida del hombre durante un segundo y luego sin soltarme, la tomó, saludando y apretando más del tiempo necesario. Cerré mis ojos con fuerza. Aquí era donde la tierra me tenía que tragar.
—Emma. —Kyle que apenas se había percatado de la tensión en el cuerpo de mi hermano hizo caso omiso a las dagas que este le lanzaba, tomó mi mano derecha y me atrajo a un abrazo sacándome de los brazos de Elijah—. La última vez que te vi tus ojos eran marrones, pero te diré algo, me gustan más al natural.
—Als ob es jemanden interessiert, was du magst —habló Elijah entre dientes en alemán. Como si a alguien le importara lo que te gusta. Solo rezaba porque Kyle no hablara alemán o esto no acabaría bien.
Mis hermanos tenían el hábito algo inteligente de hablar en otros idiomas cuando no estaban felices con algo o cuando querían burlarse de algo en concreto sin ser descubiertos. El favorito de Elijah era el alemán, y yo solo rogaba que Kyle no lo hubiese entendido.
—¿Perdón?
Kyle no desechó su sonrisa, parecía incluso burlón al no comprender.
—Nada.
Elijah ni siquiera se permitió disimular sus ganas de irse y llevarme consigo. No hagas un escándalo, E.
—Emma, ¿Quiénes son estos hombres?
Por alguna razón, mi hermano no tenía su vista fija en Kyle, sino en Nicholas tras de él, quien ya había dejado de luchar con Alaia y ahora la sostenía con firmeza contra él sin dejar de lucir jodidamente intenso con su ligera camiseta blanca y un simple jogger negro.
—Soy su jefe —respondió, sin titubeos.
—Su jefe —repitió mi hermano. Podía escuchar las ruedas maquinando en su cabeza y no era bueno—. Emma, ¿Podemos hablar?
No había una pregunta allí aunque lo pareciera. Era una jodida orden. Me gire nuevamente hacia él, posando mi mano sobre su pecho para calmarlo. Para mi suerte, volteó el rostro y con un suspiro, fijó sus ojos en mí.
—Hoy no, Elijah —pedí—. El próximo domingo, por favor.
Sacudió la cabeza queriendo refutar, pero cerró la boca, enojado, cuando puse mis mejores ojos de cachorro para él. Lo abracé para convencerlo, siempre funcionaba y cuando me estrechó entre sus brazos, supe que tal vez funcionó esta vez.
—Te amo, pero lo mejor será que te marches —murmuré alejándome de él.
Tras de mí escuché el jadeo de sorpresa de Kyle seguido del gruñido de Nicholas, pero no me giré. Una sonrisa cruzó por el rostro de mi hermano mientras se acercaba a mí plantando un beso en mi frente.
—Te amo, Em. —La advertencia en su voz no me pasó desapercibida. Hablaríamos, pero no hoy—. Llámame si necesitas algo. Estaré al tanto de algunas cosas, pero siempre te contestaré.
—Gracias.
—Por cierto, saldremos de la ciudad el próximo domingo —habló con una fingida sonrisa que todos alcanzamos a ver—. Iremos a Chicago, tengo que supervisar unas cosas y el resto del día soy solo tuyo.
—¿Qué hiciste, Elijah Brown? —inquirí con burla al notar la súplica en su voz. Si me quería allí era por algo. Con cuidado, tiré de su brazo, apartándonos de los dos hombres que seguramente querían saber que había tras nuestros cuchicheos—. ¿Con quién te acostaste?
—Con nadie. —Hizo una mueca, atrayéndome directo a él. Quería restarle importancia al asunto y además, intimidar a los dos hombres junto a nosotros—. No recientemente.
—Todo esto se arreglaría si buscaras una pareja estable y no te anduvieras con cuentos con la primera mujer que se te pone al frente —dije con burla.
Me miró horrorizado.
—Créeme, contigo es más que suficiente de hormonas en mi vida. El punto negativo es que de ti no me puedo deshacer, del resto si —habló dándome un último beso en la mejilla. Tras darle una última mirada a los hombres se giró colocando sus gafas oscuras en sus ojos antes de marcharse.
Era un jodido idiota.
Sabiendo lo que venía, me giré. Alaia era la única que no me miraba, al parecer se había cansado de pelear con su padre para tocar el suelo y ahora estaba con su cabecita enojada enterrada en el cuello del hombre.
Eran tan adorables que tomó todo de mí dejar de mirar.
—Linda compañía, Emma —murmuró Kyle.
—Una disculpa, él es...
Me detuve buscando la palabra correcta.
—Un imbécil —interrumpió Nicholas atrayendo la mirada sorprendida de todos hacia él. De repente, mi torrente sanguíneo se calentó.
—Iba a decir sobreprotector —hablé rápidamente sin pensarlo mucho—. Para imbéciles ya hay suficientes por aquí.
Por el rabillo del ojo, noté como Vincent se apresuró a correr, metiéndose en el cuarto tras de él. Tal vez me pasé un poquito. Te ibas a quedar sin empleo, Emma. Lo sabía.
Kyle en su lugar, solo soltó una carcajada antes de tomar a Alaia en sus brazos. Salió del lugar, dejándonos a Nicholas y a mí solos en la recepción. Apreté mis manos sobre la maleta frente a mí queriendo salir corriendo. Estaba a nada de hacerlo realmente.
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Editado: 02.04.2024