Emma.
—No creo que sea muy buena idea hacer esto, Elena —anuncié saliendo del baño de chicas uniendo mi brazo con el suyo.
Mi mejor amiga se tambaleaba en sus tacones negros debido a la cantidad de alcohol que había ingerido durante las tres horas que llevaba aquí, y algo me decía que había comenzado la fiesta por su cuenta incluso desde antes.
Nicholas me miró preocupado a medida que nos acercábamos preguntándome si necesitaba ayuda para sostenerla. Sacudiendo mi cabeza seguí caminando prácticamente sosteniendo su peso y el mío. Estaba acostumbrada a compartir estos momentos con Elena, pero desde hace dos años no se ponía hasta el culo de borracha y algo me decía que mi hermano tenía algo que ver con su manera de sobrellevar la noche.
—Es suficiente, Elena.
—Oh vamos, Em. Necesito poner más alcohol en mi sistema para poder tener el valor de mandar a la mierda a Elijah.
A pesar de su estado, sus palabras sonaron claras, pero para nada seguras de estar saliendo de su boca. La tuve que rescatar dos veces de imbéciles en la barra que querían un poco de acción con una mujer borracha, y Nicholas no había estado nada contento tampoco, entre él y Erick casi los golpean.
Mis ojos se encontraron con los de Lucas al llegar a la mesa que los chicos habían pedido una vez llegamos. La sonrisa preocupada en sus ojos al ver a Elena en mis brazos me recordó viejos momentos, él al contrario de Nicholas si se levantó sin esperar aprobación y tomó a Elena en sus brazos para luego sentarla a su lado.
—No me jodas, Williams —murmuró tomando el vaso de agua de Verónica en la mesa y llevándolo a sus labios, mi amiga sacudió la cabeza usando su mano al tiempo para alejar el vaso de su boca—. Abre o créeme que usaré otros métodos para que la tomes, Elena.
Ella hizo un mohín con su boca y a regañadientes aceptó la bebida que Lucas intentaba darle. Dos segundos después, Elena se recostó en su hombro cayendo cansada. Un suspiro de alivio salió de mi boca al verla así, ella necesitaba descansar y yo necesitaba quitarme estos jodidos zapatos.
—Emma, ¿Sabes qué demonios la puso así?
Alrededor de nosotros todos observaban el intercambio de palabras confundidos. Me encogí de hombros dejando el bolso de Elena en la mesa y sentándome junto a Nicholas, quién me atrajo a su cuerpo, dejando un suave beso en mi cabeza. Era algo privado así que no habría fotos de alguno rondando por ahí.
—¿Ustedes se conocen? —cuestionó Sam mirando entre Lucas y yo. Dándole una pequeña mirada a mi viejo amigo asentí.
—Soy amigo de los hermanos de Emma, y el ser el guardián de estas dos vino con ello —mencionó recostando a Elena en el sofá donde estaba sentado y quitando sus zapatos en el proceso. Este era Lucas Stark, el maravilloso hombre protector que Elena y yo conocíamos a la perfección. La copa frente a él estaba medio vacía y así permanecería ahora que se había puesto a la tarea de cuidar de Elena.
—Vaya, que pequeño es el mundo —murmuró Verónica recostándose al pecho de su esposo—. Emma, no sabía que tenías hermanos.
Bufé al ver la sonrisa aparecer en el rostro de Lucas. Sus ojos se instalaron en Nicholas.
—Sí, dos de ellos —habló antes que pudiera abrir mi boca—. Unas jodidas bestias cuando se trata de Emma.
—No exageres —advertí, pero él no mentía.
—Edward era el jugador estrella en Columbia, pero no pudo aceptar el reclutamiento, y Elijah estuvo en el equipo de boxeo en su tiempo universitario —informó—. Unas bestias como ya lo dije.
Rodé los ojos al ver la advertencia en sus ojos y su voz. No me jodas.
— La tendrás difícil, Nick —se burló Erick captando la indirecta. Nicholas a mí lado sonrió dándome un beso en la mejilla y mirando a Lucas.
—Ya lo creo. —Una sonrisa tiró de sus labios.
—Sam, ¿me acompañas afuera?
Los ojos de la chica fueron a Kyle por un breve segundo antes de asentir en mi dirección.
— Emma, no irán solas, es peligroso —bufé ante el tono de Nicholas y al mismo tiempo calidez se instaló en mi pecho.
—Está conmigo, Stevens. Serán cinco minutos, además hay demasiada testosterona por aquí y algunas innecesarias —exclamó poniendo sus ojos para nada disimuladamente en Bradley.
El hombre de cabello negro llegó junto a Lucas hace dos horas y desde entonces había hablado con unas tres mujeres en el bar sin importarle que Sam estaba a escasos metros de él. Verónica se burló por lo bajo mientras que Bradley se removió incómodo en su lugar.
El hombre de la puerta al que Sam había llamado T.J sonrió al vernos haciéndonos una breve señal de que estaría observando, Sam le tiró un beso al aire que el hombre tomó y llevó a su corazón haciendo un mal dramatismo que nos hizo reír a ambas.
—¿Lo conoces hace mucho tiempo? —pregunté, sentándome en una gran roca en la esquina del bar. Sam se encogió de hombros y tomó asiento a mí lado removiendo su copa en su mano.
— T.J ha estado en cada una de mis rupturas amorosas desde que llegué a Boston hace ya unos años —habló llevando la copa a sus labios, el labial al igual que el de Elena se había desvanecido un poco. No me preocupaba mi amiga adentro, sabía que estaba en buenas manos junto a Lucas.
— Parece un buen hombre —dije dándole una breve mirada al fornido T.J en la entrada con aire de matón y chico malo.
—Lo es, tiene una pequeña de cinco años, es padre soltero y cada noche viene aquí para poder cuidar de su pequeña —habló Sam con una sonrisa—. No sé qué hacer, Emma.
Mis ojos viajaron a los suyos ansiosos y asustados.
—¿A qué te refieres?
—He tratado toda la noche de sacar las palabras de mi boca para hablarle, pero simplemente no he podido, y luego llegó Bradley y yo... —Hizo un gesto de frustración demasiado extraño con sus manos haciéndome reír—. Es en serio, Emma.
Dejé de reírme segundos después para mirar sus ojos atormentados.
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Editado: 02.04.2024