Melanie, una dulce niña de ocho años de edad, había sufrido un desafortunado accidente en el cuál perdió una de sus piernas, que en reemplazo tenía una pierna ortopédica. A pesar de su complejo era una niña muy fuerte.
Sus padres hacían lo imposible por resguardarla pues no soportarían que alguien hiriera los sentimientos de su hija. A consecuencia de su obsesión, la enviaron a un internado.
Las hermanas eran muy cariñosas con las niñas, excepto con Melanie, cuyo rechazo era más que evidente.
Sus compañeras tampoco la aceptaban, eran maliciosas con ella, y reían de su condición. Las monjas hacían caso omiso a sus pedidos porque la dejaran en paz.
Un 12 de abril de 1825 a las 00 hs, la caldera del sótano estalló ocasionando un gran incendio en el lugar.
En medio de la revuelta, las monjas lograron sacar a todas las niñas, olvidando a Melanie que se encontraba en su cuarto en el piso de arriba.
La niña se percató de lo que estaba sucediendo y pidió ayuda a gritos. Nadie la escuchó. Intento bajar las escaleras, su pierna ortopédica quedó atrapada entre el hueco de las mismas. Ella no pudo escapar de ahí..
Después del incendio encontraron su cuerpo calcinado entre los restos del internado.
Sus padres no lo soportaron y se quitaron la vida.
Las monjas y las niñas que sobrevivieron a la noche del incendio, vivían en un nuevo internado y habían olvidado el terrible hecho que le costó la vida a la pobre Melanie.
El 12 de abril del año siguiente en el aniversario del fallecimiento de la pequeña, sucedió algo desconcertante.
Daba la medianoche cuando las monjas y las niñas dormían en sus camas. Al día siguiente las hallaron muertas.
Todas llevaban una marca de quemadura en su rostro.
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Editado: 14.01.2019