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20. Juntos hasta el final Parte II

Ale

Si mi imaginación no me fallaba, parecían trozos de vidrios. Algunos agrietados, agujereados y otros perdían su estabilidad en el aire; cayendo de lleno al suelo, mientras se hacían añicos en silencio.

Si no fuera porque he estado luchando contra un espíritu maligno toda la noche, diría que esto es lo más extraño que había visto. ¿Será está la mente de Caro? ¿Habré logrado entrar en ella?

Empecé a incorporarme para explorar este lugar, percatándome de algo, mi cuerpo no me dolía; ni tenía rastros de moretones, rasguños, sangre o huesos rotos. Era como si la paliza que recibí en la batalla nunca hubiera pasado, incluso tenía mis jutte en los bolsillos del cinturón.

Era fantástico, pero ¿Será realmente bueno? No podía confiarme a estas alturas. Lo mejor sería que me apresurara en encontrar a Caro en este lugar. A medida que avanzaba, la firmeza del piso fue cambiando. Empezaba a ser viscoso y húmedo, como si caminará sobre agua muy pantanosa.

No sabía si continuar o retroceder por esta ruta, pero ese pensamiento fue interrumpido por algo que captó mi visión e hizo que mi corazón saltará. Eso era...

Fui hacia allá a toda prisa, o al menos lo mejor que pude; ya que de repente la mitad de mi cuerpo se hundió sobre este suelo inestable. No cabía duda que si era agua pantanosa. Y luché contra ella hasta llegar frente a la figura que llamó mi atención.

Estaba hundida por esa masa negra y espesa. Aunque también había una especie de enredadera alrededor suyo formando un capullo. Lo único que podía mantener a flote era su cara, su pecho, brazos. A juzgar por la palidez de su piel, no se encontraba nada bien.

—Caro ¿Puedes oírme? —tomé su rostro en mis manos, esperando impaciente una respuesta —. Caro.

Conteniendo mi aliento, empezaba a sentir lo peor, cuando de pronto, comenzaba a abrir poco a poco sus ojos. Eso bastó para que regresará mi alma al cuerpo.

—¡Caro! —sonreí aliviada —. Soy Alejandra.

—¿Alejandra?

Abrió más sus ojos como si recién estuviera entrando en conciencia. Su voz sonaba ronca y tenue por el desuso, pero sabía sin duda alguna que está era la auténtica Carolina.

—¿Qué estás haciendo?

—Vine a sacarte de aquí —interrumpí mientras buscaba la manera de extraerlo de esa rara prisión —. No tienes idea de las dificultades que he pasado para encontrarte, pero gracias a eso descubrí la forma de vencer a este demonio. Lo pensé mucho y creo que puede funcionar. No tienes otra alternativa más que desafiarlo.

—¡¿Qué?!

—Ya sé que suena absurdo dada las condiciones en las que te encuentras.

Agarré una de esas enredaderas húmedas y las corte con mis jutte, prosiguiendo a hacer lo mismo con las otras.

—Por eso mismo te sacaré de esta cosa, para que logres controlar tu cuerpo otra vez mientras yo seguiré atacando desde fuera.

—Ale.

—Ya verás que una vez que recobres un poco de tus energías, sé que encontrarás la forma de...

—¡Alejandra! Espera.

Subió apenas su tono de voz, mientras colocaba su helada mano sobre mi hombro.

—No funcionara.

—¿De qué hablas? Aún no lo hemos intentado.

—He estado mucho tiempo atrapada, que ya han absorbido todas mis energías, estoy demasiado débil y no me queda mucho tiempo. Este demonio es poderoso, y está a punto de dominar mi cuerpo —retiró su mano de mi hombro, mientras me miraba con un semblante de tristeza —. Pronto despertará de ese choque de luz que le diste, sin tener otra oportunidad para acabar con él. La única forma de vencerlo Ale no es la que me pides.

—Sé que las cosas no lucen bien, pero también sé que has tratado de detenerte mientras peleaba con ese demonio, porque él mismo me lo dijo. Eso significa que aún te quedan fuerzas y por eso sé que puedes hacerlo. Aún posees el control y este sigue siendo tu cuerpo, tu mente ¡Puedes contra él! —la animé.

—No puedo.

—Caro, escucharme, no te des por vencida.

Tomé su brazo y jalé hacia mí para tratar de sacarla de ese raro capullo.

—Ale, detente.

Me detuve al darme cuenta que esas enredaderas volvían a su lugar.

—Mira —suspiró —. No hay tiempo que perder. He visto lo que ese demonio ha hecho usando mi cuerpo, y por mucho que lo intente; no puedo controlarlo. Es muy tarde para mí, por eso tú eres quien debe terminar con todo esto ahora. Sí acabas con la fuente de energía de ese demonio, no alcanzará a completar su ritual, y en vez de tomar forma absoluta, desaparecerá con los primeros rayos del sol.

No supe que contestarle, ni tampoco me gustaba que rumbo estaba conduciendo está conversación. Tomó de pronto mi mano que sostenía mi jutte, sin quitar los ojos de mí.

—Ale, tienes que matarme.

Mi cuerpo se paralizó al oír eso, y una corriente helada recorrió mi espalda hasta concentrarse en mi nuca. Mientras contenía el aliento, mis manos comenzaron a temblar. ¡Maldición! ¿Por qué teníamos que llegar a esto?

He estado partiéndome la cabeza, estrujando mi cerebro para hallar una solución diferente, a pesar de que todo indicaba que sería completamente inútil. Pero no pude rendirme, no quise, no sabiendo que mi única opción era asesinar a mi hermana.

Y ahora, cuando al fin, pude averiguar una solución diferente, la ignora así nada más. Sé que está debilitada, pero ¡Carajo! ¡No me vengas con esas tonterías!

—¡No! —repetí firme casi en un susurro —. ¿De verdad si quieras piensas que haré tal barbarie?

—No hay otra opción, Alejandra.

—Si la hay —bramé furiosa —. ¿No oíste nada de lo que dije? No te hagas la debilucha conmigo, puedes luchar, podemos luchar juntas.

—No podemos —contradijo, intentando encararme —. Estamos muy débiles, nuestros cuerpos no soportarán un golpe más.

—No es así.

—Si lo es.

Ese tono de seguridad me hizo pensar que quizás tenía razón en ese sentido. Ya me parecía raro que mi cuerpo estuviera en buen estado. Nos quedamos viéndonos en silencio por varios segundos, antes de que suspirara calmando sus facciones.



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En el texto hay: terror, pesadillas, intrigas

Editado: 21.03.2024

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