Itzitery (borrador)

Capítulo cuatro: Perdido

Capítulo cuatro: Perdido

 

Al oír el famoso nombre mi corazón se detuvo por unos instantes, no podía creerlo, no era posible. Itzitery ¿Qué era eso? ¿Se había perdido? Era bastante obvio que debía quedarme allí para seguir oyendo de esta maravillosa conversación, tenía que terminar de oír y necesitaba ver quiénes eran las personas que estaban hablando, pero sabía que no podría verlas hasta que ellos se vayan de aquí.

La conversación era bastante fascinante y quería seguir oyendo, me gustaba bastante la idea de descubrir lo que esas personas hablaban.

Sabía que lo que estaba haciendo en ese preciso instante no era nada bueno, pero me gustaba un poco, me gustaba demasiado.

 

—No es posible, ¿Cómo la dejaste escapar? —Dijo otra voz masculina bastante familiar y luego oí un fuerte estruendo.

 

No podía quedarme allí y menos luego de ese horroroso ruido, creí que mis oídos estarían perforados pero me di cuenta que no era así ya que luego oí la voz de ese joven nuevamente.

 

—Las cosas de ahora en más se harán a mi modo, yo mando ahora y sé que eso le va a parecer ridículo por mi edad y eso. Pero no me importa, tampoco debe importarle a usted, ¿o sí? —La voz ya no tenía ese tono de obediencia, ahora él parecía ser el dominante en la conversación.

 

— ¿Qué te hace pensar que seguiré las ordenes de un mocoso como tú? —Preguntó la voz familiar.

 

—Si quieres seguir con vida ese es mi pensar. Si no haces lo que yo te ordene morirás en un dos por tres, será pan comido. Nunca antes había usado esa expresión y a decir verdad me encanta y aún más cuando extorsiono a una persona tan estúpida como tú, me divierte… no puedo negar eso —No podía verlo pero algo dentro de mí me decía que este sujeto haría algo malo.

 

Tenía catorce años y para ser sinceros tenía mucho miedo, mis pies se quedaron estancados y ya no lograba moverlos, mis piernas y todo mi cuerpo temblaba a la misma frecuencia, mi labio inferior imitaba la acción de mi cuerpo y podía sentir como la sangre caliente viajaba por mis venas. Mi respiración aumentaba cada vez más, cerré los ojos con fuerza al oír como las pequeñas hojas quemadas por el sol eran aplastadas, sabía que alguien estaba viniendo a mí. Ya era mi fin, lo podía sentir, lo podía oír a la perfección.

No quería morir tan joven, pero no había nada que hacer al respecto.

Ya era demasiado tarde para hacerlo.

 

—Abre los ojos, no te lastimare —Sentí el calor de su aliento contra mi rostro. Era bastante peculiar olía a sandía y estaba frente a mi rostro aunque tenía los ojos cerrados podía notar su silueta oscura.

 

Me di cuenta que ya era tarde y no había escapatoria, no quería abrir los ojos sólo quería salir de allí, tenía que salir de allá. Al sentir como sus fuertes y grandes manos tomaron mis hombros empujándome contra el árbol ya no lo soporté más y abrí mis ojos encontrándome con sus ojos, sus ojos de ese color marrón oscuro, era tan oscuro que me producía hasta miedo si es que podría llamarlo de ese modo, me helaba la sangre, y su rostro frente al mío me causaba aún más temor.

 

—Déjame —Susurro sin dejar de ver esos oscuros ojos.

 

— ¿Qué te hace pensar que ahora te dejare? —Mi ceño se frunció y lo empujé con fuerza derivándolo al suelo, inmediatamente puedo notar su frustración, él joven se levantó de un salto. Parecía de película jamás había visto esto en mi vida—. Eres diferente, no cualquiera hace eso y por eso ahora menos te dejare ir —Dijo y me volvió a sujetar de los hombros.

 

—No tienes derecho, no sé quién eres. Yo quiero irme de aquí, ya y ahora y tú me soltaras ahora mismo o te las vas a ver conmigo —Dije mirándolo directamente a los ojos aún con el ceño fruncido—. ¡Ya mismo! —Exclamé fuertemente.

 

—No grites mocosa, no te das cuenta que no hay nadie aquí. Sólo estamos tu y yo, ni uno ni otro más… sólo nosotros dos y puedo hacer lo que yo quiera —Dijo con una mirada de felicidad que nunca había visto en mi vida.

 

Recuerdo que había más personas en el cementerio, es imposible que no haya otras personas aquí yo las había visto y oído. Me di cuenta que él era el joven que estaba extorsionando a la otra persona, los de esa extraña conversación.

 

—No soy lo que buscas… no soy Itzitery… —Al decir esto el joven inmediatamente me soltó y miró mis ojos con el ceño fruncido y se podía notar su confusión acerca de lo que había salido de mis labios.

 

— ¿Qué sabes de ella? —Preguntó él. Obviamente quería una respuesta concreta, pero no sabía nada.




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