Jamás pensé en el Amor

Capítulo 7

Ya el primer mes había pasado, al entregar los informes, la Jefa se quedó muy satisfecha por mi trabajo. Me da esperanzas de que quedaré aquí.

Bueno, como estuvieron observando, ha cambiado algunas cositas por aquí y otras se arreglaron... o eso quiero pensar. Por ejemplo: Si hablamos de la relación entre Felipe y Rosa, pues... sigo rogando para que el médico no me diagnostique diabetes. El... ¿cariño? de ellos me molesta un poco, es a cada rato. Se quieren, eso se nota a kilómetros. 
Entre Carlos y yo, hemos vuelto hacer los amigos que solíamos ser. Admito que me dolió en un principio pero lo superé y ahora ya no tenemos problemas con eso.

Y Blanca ya es un tema perdido, pero lo que llama la atención es esa rubia que siempre va al lado de ella.

—Muy pensativa —levanto la cabeza y lo miro.

Corre la silla sentándose en frente mío.

Estamos en la sala de descanso, es la hora del almuerzo y como terminé antes mis cosas, soy una de las primeras aquí.

—Te estaba esperando.

—¿Hace mucho? —toma un poco de su jugo de pomelo.

—No.

Me siento... algo diferente, no lo sé. Es como un presentimiento de que va a pasar algo malo.

—¿Entonces por qué te ves mal? —frunce el ceño.

Niego forzándome a sonreír. —Solo pensaba en cosas de la vida, nada más, nada interesante. 

—¿Cómo te fue con el informe? Muchos estaban pendientes de ustedes.

—Con mi informe quedó satisfecha. Dudé un poco porque había entrado otro antes que yo y lo habían corrido.

—Aquí siempre buscan la perfección, por algo somos una de las empresas más respetadas del país —se encoje de hombros y se dedica a comer su ensalada mixta.

Por mi parte sólo una simple ensalada de lechugas, tomate y cebolla, y una botella de agua.
Lo que pude observar es que aquí no son de comer más y si lo quieren pueden irse a comer otra parte, aunque después deben volver para continuar las horas laborales que faltan. 

Carlos me distrae con algunas anécdotas de la empresa y uno que otro tips para seguir la corriente de aquí, o sea seguir el ritmo de los demás. A veces me pierdo pero rápido logro seguirles el paso.

—¡Por fin! —deja su bandeja al lado mío.

—¿Mucho trabajo? —trato de no reír, se da cuenta y me mira mal.

—Ja ja, que chistosa Stone —quita su saco gris dejándolo en el respaldar de la silla y se sienta.

—Siempre Martínez —con Carlos chocamos los cinco, logramos nuestro cometido. 

—¿Stusso también estabas involucrado? —lo mira ofendido.

—¿Qué te puedo decir? —termina su jugo y me señala—. Yo la sigo.

Estoy por contestar pero aparece la señora Rodríguez cortándome la palabra.

—¿No pueden dejar de comportarse así, verdad? —ella se sienta al lado de Carlos. 

—Están acusándome de algo que no hice, ¿puede creerlo?

—Sí, siempre crean los problemas. 

—¿Qué? —preguntan los dos.

Soltamos una carcajada al ver sus expresiones. Mi mirada se desvía a Rosa y Felipe que se sientan lejos de nosotros. ¿Qué se traen en manos estos dos?

Después de pasar unas dos horas divertidas con ellos, cada uno vuelve a su lugar. No pasa media hora y entran rápido sin tocar.

—¿Laira? —lo miro interrogante—, ¿me puedes acompañar a administración?

—Emm... si, si —cierro la carpeta que estaba revisando y lo sigo.

—Gracias. 

—¿Qué ha pasado?

No es nada nuevo que Carlos actúe así de nervioso o misterioso, él es así. 

—Ya están los resultados para el traslado.

—¿Qué?

Baja rápido las escaleras, estoy por bajar pero choco con alguien más haciéndome caer hacia atrás, suerte que no caí en las escaleras.

—¿Te puedes fijar por dónde vas?

Blanca. 

—Disculpa —hay varias carpetas a mi alrededor así que la ayudo a levantar todo.

Una llama mi atención: "Resultados". Es lo que dice la tapa con letras blancas con bordes negro, resaltando la tapa roja de la carpeta. Intento tomarla pero ella lo agarra rápido. 

No sé qué decirle, solo le doy todo y ella aprovecha entrando al ascensor. 
No doy mucha importancia y bajo por las escaleras. Al llegar, veo muchos en administración, logro ver a Carlos y voy con él.

—Hola Sofía, ¿ya están los resultados? —ella lo mira de manera despectiva y asiente.

Sofía es la secretaria personal de la Jefa. Ella es la que se encarga de los nuevos, pero parece que también ha pedido el traslado. Algo que voy agradecer si se va.

—Acá dicen que lo van a nombrar... —mira a nuestras manos unidas y nos dedica una sonrisa pícara, ¿qué idea se estará haciendo?

¿Manos unidas? ¡¿Cuándo pasó?! 

Suelto su mano cruzándome de brazos. Me siento muy incómoda. 

Esperamos a que anuncien o digan algo, hasta que sale Blanca. Me dedica una sonrisa de malicia y se aclara la voz para hablar.

—Bueno como saben, todos los años se presenta currículum para poder ir a trabajar a Italia. De los sesenta que presentaron, solo dos se eligieron.

Se empezó a escuchar murmullos y a dedicarse muchos miradas envenenadas. 

—Los dos que irán a trabajar en Italia son: Sofía González y... —¡La secretaria!; hace una pausa y me vuelve a mirar—, Carlos Stusso.

Carlos no aguantó y me abrazó. Yo lo felicité al igual que Sofía... obligada lo hice. Nos quedamos por un rato ahí, todos los saludaban y claro que se les veían a kilómetros sus sonrisas falsas como la mía con la secretaria. ¿A dónde se irá ahora tus amenazas tontas?
En ese momento veo que sale Blanca de ahí con la chica rubia, Susana, nueva también. La investigué un poco, entró en prácticas gracias a Blanca porque lo que pude ver en su currículum, no es apta para trabajar. No es que quiero ser mala ni nada de eso, sino que lo más obvio posible, abandonó la carrera de administración... y mágicamente la está ejerciendo. 

Aparece la Jefa con su típica ropa formal negra que últimamente ha estado usando. Falda larga y camisa negra, al igual que sus tacones.

—Los felicito chicos han tenido una gran oportunidad. Está bien, mañana a la mañana sale su vuelo así que pueden retirarse y guardar sus cosas. Suerte.

Se marcha y yo aprovecho para acercarme a Carlos. Nos vamos juntos de nuevo a nuestras oficinas.

Laira ¿te estás dando cuenta de lo que está pasando? ¡¡CARLOS SE VA!!

Mi conciencia me grita y empiezo a pensar sobre sus palabras. ¡Tiene razón! 

Me paro de la nada y Carlos me mira intrigado. 

—¿Qué es lo que te sucede Laira?

—Te vas a ir... y... —mi voz se fue apagado.

Bien, muy bien, Laira, por fin te cayó la ficha. 

—Si ¿y?... oh ya entiendo... —lo abrazo fuerte luchando de que las lágrimas no salgan—. Me tengo que ir, lo siento, pero estaremos en contacto te prometo que no te dejaré.

¿Se está escuchando?

Me mira a los ojos y me da un beso en la frente. —¿Me esperarás?

¿Esperarlo? Suena difícil pero...

—Sí... —digo en en susurro, lo suelto, me vuelve a mirar dedicándome una tierna sonrisa—. Nos vemos...

Mi mano queda suspendida en el aire al soltar su saco, sigo mirándolo hasta perderlo de vista. Se aleja y mi mundo se vuelve a derrumbar. Otro persona importante en mi vida que se aleja de mí...



#40554 en Novela romántica
#6682 en Chick lit

En el texto hay: amor, odio, dolor

Editado: 27.02.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.