La rubia traspaso una puerta oculta por la pared de la zona de la barra, el acceso ahí era solo para el personal autorizado. Los tacos que tanto odiaba pero debía usar resonaban por el pasillo hacia la oficina del dueño de aquel bar. Odiaba la forma en que iba vestida, era incomodo, sin embargo sabía que ir acorde a la vestimenta de las jovenes que asisten al lugar era un requisito para no llamar la atención. Cargaba con la bandeja de tragos que le había mandado traer Iver, cosa que le pareció extraña ya que jamás hace algo como eso, así que supo enseguida de que iba a hablar con Bo de algo que no quería que escuchara. Cuando lo noto gruñó por lo bajo pero obedecio ya que es la mano derecha de Vargas y estaba acargo de aquel grupo, asi que las ordenes del jefe se acataban aunque a veces no le gustaran.
Se dio prisa para no perderse mucho de aquella conversación que le picaba la curisiosidad, tenía que saber a cualquier costo que era tan importante para que el gringo* no le dejara quedarse a escuchar, aun si eso implicaba hacerlo a hurtadillas. Sintió unos dedos tibios rodear su brazo un poco antes de que estos la jalaran levemente casi provocando que los tragos se derrumbaran. Quien fuera el que se atrevió a tocarle iba a recibir toda su ira por hacerlo y por hacer que el tiempo se le fuera de las manos, eso indicaba unos segundos menos de información. Con el ceño fruncido estaba dispuesta a despotricar una serie de palabras obsenas cuando se vio paralizada ante aquellos ojos azul grisáceo e hipnótico, reconocía muy bien estos, pues habían sido los causantes de sus desvelos aquellos últimos días. La rabia fue desplazada por la conmoción de tenerlo frente a frente cuando claramente sabía que no volverían a encontrarse y mucho menos en aquel bar llamado Rolling.
—¡Maldita sea! — maldigo con la voz ronca. Noto el enojo en aquella simple exclamación y algo mas que la sorprendio, su preocupación — estas bien joder, mientras me carcomía la maldita culpa y tu estas malditamente bien — este hombre tiene un problema con la palabra maldita - pensó mientras intentaba encontrar una razón coherente para sus reclamos — te esfumaste sin decir nada.
—No se dice nada cuando no existe algo que decir — contesta recuperándose de la impresión — no eres nadie en mi vida para tener que darte explicaciones de lo que haga y si me disculpas tengo muchas cosas que hacer.
—¿Muchas cosas que hacer? — Bram no daba crédito de lo que estaba escuchando, estaba aturdido de tal hostilidad, aqui el molesto debía ser el. Aunque no paso por alto que ella tenía razón, no significaba absolutamente nada en su vida — unos tipos irrumpieron en el hospital y desapareciste, eso deja un mundo de posibles desenlaces y en mi mente en todos ellos llegaba a la conclusión de que te habían matado, se que no me debes nada, pero merezco una maldita respuesta.
—Bueno, pues ya compruebas que nos es así, y te aconsejo de que dejes las cosas como están — la rubia estaba muy molesta de que estuviese hablándole de esa manera, pero una pequeña parte en su corazón revoloteo de gozo y no supo como encagarlo, tenía que hacer que aquel hombre noble se alejase de ella — y que vuelvas al bar esta es una zona restringuida y si te ven por aquí no te ira bien.
—No me importa, no me voy sin respuestas.
Observo como la rubia de puntas rosas rodaba los ojos con fastidio. No quería responder de ninguna manera, pero el se había obsecionado con la muerte de aquella chica por tantos dias que necesitaba que le dijese algo para dejarlo ir de una buena vez y volver ambos a su vida.
—Es mejor así, creeme, vete y finje jamás haberme visto alguna vez.
La rubia se giro sobre sus talones, Bram solto su brazo sin poder retenerla pues no era de los que maltrataban a una mujer y aunque necesitaba aquella conversación no podía obligarla.
—Por favor — balbuceo al ver casi al final del pasillo. Por un segundo creyó que ella no le había escuchado, pero noto como sus hombros se tensaban asi que volvió a pronunciarlo ahora mas alto — por favor, te lo suplico una respuesta.
Se sintió atrapada ante las palabras de aquel hombre que sin saberlo salvo su vida cuando le embistio con su vehículo. Trago saliva y quiso alejarse como si no le hubiese importado, no obstante algo la detuvo. Solto un gran suspiro antes de girar su cuerpo.
—Esta bien, te lo explicaré pero no ahora — anuncio sabiendo que esa era la unica manera de hacer que se detuviese y la dejara marcharse — tengo algo urgente que hacer ahora, esperame cerca de la barra y te buscó.
—Si no apareces en media hora vendré a buscarte — le aseguro antes de alejarse.
Ella esperaba que para entonces ya hubieran terminado allí y estuviesen lejos de ese lugar, aunque siempre el podría volver otro día a buscarla, ya pensaría en algo. Tal vez si hablaba con Vargas este entendiera el punto y la sacase de la rutina que se había convertido en ir al Rolling todo los viernes. Sacudió la cabeza un par de veces, ahora tenía otras cosas que hacer, aunque su primer plan se había estropeado por la intromisión de ese hombre.
Toco la puerta antes de que esta fuera abierta, la mirada entrecerrada de Iver la recibió con curiosidad. Dejo la bandeja encima de la mesa del centro de Bo y su capitán antes de tomar el asiento que tenia antes de irme.
—¿Por que has tardado? — susurro con dientes apretados asegurándose que nadie salvo ella le escuchara.
Se encogio de hombros restándole importancia al asunto.
—¿Ya viste afuera?, el lugar esta lleno y la gente muy sedienta.
Iver la observo con sus ojos verdes un par de segundos mas antes de volver con Bo, quien parecía interesado en la interacción en ambos arqueo una ceja hacia el. Había descubierto el secreto del americano frente a el y comprendió por que no la quiso cerca cuando este le comentará sobre el plan suicida, trataba de protegerla por que la quería. Esta no tardo en sentir que era desplazada de la platica nuevamente con una especie de miradas entre su compañero y su cliente.