Hacía mucho frío y estaba mojada, no lograba comprender demasiado, sólo sabía que estaba dentro de algo que no lograba protegerme, sí es que esa era lo que debía hacer, no soy consciente del tiempo ni el espacio, sólo sé que estoy.
Tengo mucha hambre, algunas personas, anteriormente, pasan cerca de mí lanzando comida, pero yo no puedo tragar lo que me dan y solo lamo lo que me dan, incapaz de poder morder o masticar, mis dientes no son muy fuertes y son pequeños,fácilmente se podrían romper, pero por sobretodas las cosas quería a mi mamá, ella era linda conmigo, me lamía y me alimentaba, me proporcionaba calor que ahora necesito.
Siento como poco a poco, algo deja de fluir en mi, me siento muy cansado ¿ya mencioné que tengo frío? La lluvia cae constantemente sobre mí y el viento sopla muy fuerte, no sé cuanto tiempo podré soportar en estas circunstancias, han sido diez interminables noches y nueve insufribles días con un calor insoportable. Sólo conozco esta caja de cartón, en la que a veces me muevo para no olvidar como usar mis extremidades ni que estas se sientan raras y duelan, ya ha pasado antes.
Recuerdo que habían más como yo, eramos cinco en total, dos hembras y tres machos, aunque uno se dejó de mover y mamá tuvo que comérselo, ese gatito olía muy raro, no como el resto de nosotros, supongo que no le gustó el olor y por eso lo hizo. Cuando ella no estaba, entre los que quedamos nos juntábamos para brindarnos calor, aunque no se iba con frecuencia, siempre estaba ahí con nosotros.
Un día simplemente una criatura diferente, como las que me lanzan comida, nos apartó de ella, quién intentó detenerlo arañándolo, pero no logro evitar que nos llevara justo a donde estoy ahora. Luego poco a poco, mis hermanos se fueron, capaces de salir de la enorme caja, yo no podía por más que intenté volcar la caja no hice más que resbalarme hacia adentro otra vez ¿cómo iba a saber que estaba empujando la caja contra la pared en vez del lado contrario? Decidí que mejor me quedaba ahí, hecha bolita en una esquina. Maullaba muy fuerte para que me hicieran caso, pero lo más que hacían ellos era darme alimento de vez en cuando.
Nadie me quería lo suficiente como para llevarme consigo ¿por qué nadie me quería? ¿Que había hecho mal como para que nadie quisiera ayudarme a salir de aquí? Yo podía ser una buena gatita, sólo necesitaba descansar y comer bien, tener una cama donde dormir y estar protegida del frío y el calor inclemente que azotaba esa ciudad. Podía ser muy cariñosa sí me lo proponía, sólo que ese humano no me dio tiempo suficiente para demostrárselo ¿por qué me habían dejado sola mis hermanos y hermana? Tal vez debí ser más juguetona, ser más activa y viváz, pero me sentía temerosa del mundo.
Todavía me sentía temerosa del mundo, creo que ahora mucho más que nunca.
No quiero quedarme sola aquí, quiero estar en otro lugar, con alguien más o al menos, quiero intentar valerme por mi misma, pero no puedo, me siento muy mal, tengo mucho frío, estoy muy cansada y me duele mi garganta de tanto maullar sin que me hagan caso.
No quiero dejar de existir.
Así que en un último desesperado intento por conservar mi vida, volví a maullar, ya no tan fuerte seguramente.
Karen no entendía por que la gente corría como desquiciada por las calles cuando empezaba a llover, es decir, entendía que la lluvia era molesta pero eso de correr despavorido como si la lluvia no les fuese a mojar solo por eso, era estúpido, de todas formas terminaban empapados y cansados.
Los puestos de los vendedores en aquella amplia calle que siempre solían estar ahí se replegaban para evitar tener perdidas en sus negocios, ella caminaba tratando de no mojarse, cosa imposible debido al ángulo que tenían las gotitas debido al viento, aunque no le molestaba, tomaría todas las precauciones necesarias llegando a casa para evitar enfermarse, cuando pasaba una calle algo solitaria escuchó un sonido lastimero y se detuvo, pensando que alucinaba, pero volvió a escuchar el sonido, amortiguado por el viento y el agua.