Jennifer One, una androide, un ser sin sentimientos que sólo sigue ordenes asignadas, es la madre adoptiva de un niño que fue abandonado hace 7 años en su casa.
Ella no tenía sentimientos y era un ser artificial, pero sí los humanos podían tener mascotas y una gorila a un gato, ¿qué le prohibía a ella tener a un humano?
-¿Brad? ¿Dónde estás?
Sal de donde sea que estés.- dijo la androide, quien llevaba un par de minutos buscando a su niño humano pero no lo encontraba.
No detectaba rastros cercanos de él y en caso de que sea una falla, lo llamaba por su nombre pero él no le respondía.
Ella es una androide, la mejor androide que podría existir y era incapaz de tener sentimientos humanos ya que su corazón era artificial, pero en ése momento se sentía muy rara.
A pesar de tener su energía al máximo, sentía como sí estuviese por apagarse, a pesar de que fue a una revisión con su creadora hace un par de días, su corazón artificial presentaba problemas y parecía estar siendo estrujado, a pesar de que podía pasar mil años y ella no mostrar ningún cambio, ya que no es un ser vivo, sentía que todo se estaba acabando para ella.
-¿Mami?
Su sistema auditivo detectó ésa voz y volteo, para realizar un escaneo y ver como Brad estaba en la entrada de su casa.
Apurandose en ir a recibirlo, estando en el segundo piso, se detuvo en la cima para ver a su niño humano cubierto de polvo y un par de golpes.
Sin importarle que él la descubra, activó los propulsores que tenía en sus pies para volar, dando como un gran saltó y acabando en unos segundos delante de su hijo humano, de rodillas.
-Daños leves, sin nada grave detectado.
Tratar las heridas antes de contraer una posible infección.- dijo la androide, apoyando sus manos en las mejillas del niño quien lo veía, preocupado.
Hizo que su madre se preocupe, y todo por ir al parque sin pedir permiso e intentar trepar un árbol, fallando.
-Mami, por favor, no llores, estoy bien.
Te juró que no lo volveré a hacer.- dijo el ojiazul, con ganas de llorar y no por el dolor.
-¿Quién está llorando?
Yo no tengo ésa función.- exclamó la rubia, sintiendo su cuerpo temblar antes de abrazar a ése niño como sí no quisiese que se aleje de su lado otra vez.
Brad se sintió mal y empezó a llorar mientras abrazaba a su madre.
-¿Duelen tus heridas?
En un momento la trataremos y te dolerá peor ya que te limpiare con alcohol.
Como estaba tomando actualmente el papel de una madre, como tal le debía de dar un castigo a su hijo por irse de su lado sin avisar.
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Un chico de 17 años iba caminando tranquilamente, rumbo a su casa, hasta que vio a una niña mirando a la cima de un árbol, donde había un globo.
Seguramente estaba pensando en como bajarlo así que le iba a dar una ayuda.
Acercándose a la niña, le mostró una sonrisa mientras se quitaba su mochila y la dejaba en el suelo.
-No te preocupes, ya lo voy a bajar.
Y tras decir éso, Brad trepó el árbol con cuidado e intentando ser algo rápido ya que su casa no estaba muy lejos y sí era visto, se metería en problemas.
Alcanzando al globo con una mano, lo separó de las ramas del árbol con cuidado y al tenerlo seguro, sonrió victorioso y miró hacía abajo para ver el alegré rostro de la niña, pero se asustó al ver a su madre, de brazos cruzados y con el ceño fruncido.
-Bradford Kelvin One, quédate en ése lugar, mamá te bajará.- dijo la androide, sin expresión mientras se acercaba al árbol.
El chico al imaginarse como su madre lo bajaría del árbol, lo alzaria en brazos y le daría un sermón, palidecio y se dejó caer, aterrizando de pie.
-¿Qué crees que haces?
Ésa no fue la orden que te di.- dijo la mujer, mirando de manera severa a su chico humano.
Brad le dio el globo a la felíz niña y luego miró a su tutora.
-Jenn, tengo casi 18 años, no te tienes que preocupar tanto por mi, ya no soy un niño.- exclamó el ojiazul.
Superaba a Jennifer de altura por un poco, pero ella lo seguía tratando como a un bebé.
-Cuando tenías 5 años, el día 15 de noviembre, me prometiste no volver a hacer algo tan peligroso.
Me mentiste, fallaste a tu promesa, mentiroso.- dijo la androide, agachado su rostro con el ceño fruncido y sin dejar de mirar al chico.
-¡Pff!
La niña que los estaba viendo, se contuvo la risa y Brad se sintió avergonzado.
¡¿Qué se supone que tenía que hacer para demostrarle a su madre adoptiva que ya no es un niño?!
Era casi un adulto y era lo suficientemente fuerte para cuidarse sólo.
"Fuerte", éso es.
Acercándose a su enojada tutora que estaba de brazos cruzados, le sonrió y la rodeó con sus brazos.
-Mira, ya no soy un niño y ahora soy yo quien te puede cargar.- dijo, antes de intentar alzar a ésa mujer, sin éxito.
El chico palidecio, hizo más fuerzas en un intento de levantarla, pero nada, ni la movia de su lugar.
-¡¿Por qué eres tan pesada?!- preguntó el ojiazul, frustrado por no poder lograr su objetivo.
La androide que a pesar de verse delgada y delicada, pesaba cerca de 300 kilos.
-Que grosero, no le debés decir éso a una mujer.- dijo la androide, viendo con el ceño fruncido como el niño humano que cuidaba, intentaba levantarla, sin éxito.
Quizás hablé con su creadora para que le coloqué ésas piezas más livianas de las que le habló hace tiempo, pero por ahora...
Dejando de estar de brazos cruzados, agarró a su chico humano y lo alzó como sí nada, como sí fuese un bebé pequeño.
-Mientras yo sea la que te pueda alzar y no tu a mí, seguirás mis ordenes por que seguirás siendo un niño que necesita que mami lo cuide.- aclaró la mujer con mirada inexpresiva.
A pesar de que la rubia no mostraba expresión en su rostro, Brad se sonrojo por estar siendo levantado como un niño pequeño mientras la niña a la que ayudó, se burlaba de él.
Éso era muy humillante.