El maldito sentimiento de impotencia que me despierta cada mañana. Las ojeras se me marcan cada vez más, no consigo dormir hasta que el reloj viejo de la mesa anuncia las cuatro.
El despertar es odioso. Estar a la espera de alguien lo es más.
Mi padre, Angus, se ha ido a la jodida guerra hace dos años, hace tres meses debía volver. Todas las madrugadas viene a verme, por eso sé que está muerto. La primera vez ocurrió unas semanas después de que anunciaran que la guerra terminó.
¡Mal.dita sea! ¡Jo.der!
No tener las palabras en la boca me hacen querer ahogar al gato, pero eso sería violencia, y, aunque, igual odio a esas peludas cosas, no lo haría... Me ahogaré sólo...
Corro al baño del pasillo; me ha dado una arcada.
Quizás las palabras que no puedo decir quieren salir.
Lloro.
Mi madre viene a consolarme, mientras yo sigo arrodillado frente al inodoro.
Con sus delicadas manos de pastelera recoge mi cabello, que, desde que veo al fantasma de mi padre, no me lo he cortado. Está hasta por debajo de las orejas.
Baja la música, por favor, que la vida ya me hace bastante ruido.
Mi oma* se disculpa por el volumen de la radio, no necesito decirle nada, eso es lo bueno. Desde hace un tiempo empezó a leerme la mente.
Lo siento si he dicho tiempo o algún sinónimo de éste muchas veces, es que es lo único que me importa en estos instantes.
El tiempo no se detiene, sin embargo, cuando me tenía entre sus brazos paraba. El tiempo no se acelera, pero cuando íbamos de paseo una hora se convertía en un minuto. Ahora ya no puedo hacer esas cosas, no soy invencible, sin él, sin más.
Cubranme de orgullo, que mi padre ha dado la vida por su patria.
Los niños no saben, ellos lo ignoran, pero yo sé dónde está ahora. No es nada lindo.
En las madrugadas me habla sobre un lugar invisible a mis ojos carnales, que su sombra no se proyecta y que vuela de un lugar a otro, sin necesidad de alas. Yo quiero dormir, él dice que debo escucharle, es lo único que pide. No me gusta estar así.
Imagínense no dormir por culpa de tu progenitor.
Su perfume inunda mis sabanas, mamá también lo siente cuando viene a despertarme a las seis.
Aveces me canta, su voz es viento. Su voz no existe.
No me encuentro bien. No sé que haré sin él, si un día desaparece ¿Desaparecerás?
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*Oma: Abuela.
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Editado: 15.07.2021