Para
En algún lugar de la Ciudad.
Caín.
Abro los ojos debido al ruido de un auto en la parte exterior de mi apartamento. Trato de conciliar el sueño nuevamente y nada que lo logro. Abro los ojos y veo que mi reloj de mesa anuncia las 4:15 de la mañana.
Temprano.
Se que no podré conciliar más el sueño por lo cual me dirijo hacia el baño. Allí frente al espejo decido que para despabilarme lo que necesito es un trote por la ciudad. Me cepillo los dientes y al salir busco mi ropa de correr para alistarme en 10 minutos.
Una vez fuera del edificio, comienzo un estiramiento rápido para calentar los músculos, y luego un trote lento por las calles ya agitadas de la ciudad. Muchas personas usan algún dispositivo con música para ejercitarse, pero en mi caso prefiero tener mis sentidos alertas para saber que ocurre a mí alrededor. Esto me ayudaría en cualquiera de los casos a actuar de la mejor forma.
Además que nunca he sido fanático de algún tipo de música.
Caracas es una ciudad que se despierta aproximadamente a las 4 de la mañana, es común salir a esa hora y encontrar desde ya una panadería o cafetería con sus puertas abiertas para recibir a sus clientes. Mientras esperas ser atendido, puedes oír como comienza a fluir el tráfico de autos que transportan a las personas que van a sus trabajos y más tarde a los que se dirigen a las instituciones educativas.
Mientras siento los músculos llenarse de energía por el trote, imágenes de lo de ayer pasan por mi mente, pero las alejo como he hecho en estos 10 años en el equipo. Continuo el trayecto esta vez más rápido y para cuando me doy cuenta ya el sol anuncia su llegada, me dirijo de vuelta al apartamento y precisamente al llegar, veo que mi vecina del piso de arriba, está sacando la basura.
La miro detalladamente y está vestida de forma muy provocativa. Lleva una sexy bata que le cubre un poco mas debajo de su trasero y al mirarla mejor me centro en la hermosa vista de sus pezones dándome los buenos días.
Al percatarse de mi presencia, me sonríe seductoramente y aligero el paso al estar a su lado. Aquí sé enseguida lo que quiero hacer para alegrar mi día.
Sexo matutino con la morena.
Rosa es una joven morena, voluptuosa y muy sexy, quien vive en el piso de arriba de donde se encuentra mi apartamento. La conocí cuando me vine a vivir a este lugar y recuerdo que ella fué la única persona que me dió la bienvenida cuando llegué
De hecho aún recuerdo su recibimiento en el piso de mi sala de estar.
Como ya nos hemos visto me quito la capucha de mi suéter y la saludo mientras ella me sonríe seductoramente:
—Buenísimos días diría yo.—Dice mientras veo como me recorre con la mirada.
—¿Te espero para subir?—Pregunto y sé enseguida su respuesta.
—Por supuesto.— La veo caminar hacia mí y entramos juntos. Antes de cerrar la puerta del ascensor ya la tengo encima, sé que no le importa que este sudado y siento como se ajusta con sus piernas a mis caderas.
Para ser casi las 6 de la mañana sé que su piso a diferencia del mío está menos agitado, salimos del ascensor y camino sintiendo sus besos en mi cuello. Abro la puerta de su apartamento y una vez en la habitación sin tanto tiempo perdido, la tengo donde la quiero.
Debajo de mí.
A mis 33 años puedo decir que estoy felizmente soltero, aunque la mayoría de mis compañeros están casados o comprometidos, yo no me veo en ese enredo de tener una mujer a la que tienes que contarle y confiarle tu vida y todo lo que haces.
¿Hijos?
Mucho menos.
Lo mío es de un rato y ya, sin tanta formalidad; y las mujeres a mí alrededor lo saben.
Así soy.
Después de un maratón de sexo en la sala, su habitación y su ducha, me voy al apartamento, me visto y voy a la cocina, tomo un vaso de jugo y decido comer después en la oficina. En este momento, tomo mi accesorio favorito que es nada mas y nada menos que una pistola 9 milímetros marca glock de color negro y la ajusto a mi cintura.
Antes de salir, voy hasta la pequeña mesa a un lado de la puerta, me aplico gel antibacterial en las manos, me quito los anteojos y los coloco en la mesa. Abro el pequeño estuche y saco un primer lente me observo en el espejo que está en la pared, me coloco uno, luego el otro, y por último abro y cierro los ojos para asegurarlos.
Sufro una leve miopía diagnosticada a los 5 años de edad, desde ese día uso unas estúpidas gafas, que me hacen ver como un idiota, pero descubrí las ventajas de usar lentes de contacto. Pienso que un hombre como yo, y más aún en lo que me desempeño, usar una montura cuadrada lo haría ver como un completo nerd, un completo idiota. Así que antes de salir dispongo de 3 minutos exactamente para colocarme los pequeños lentes de contacto e irme al trabajo.
Tomo mi chaqueta negra y cogiendo las llaves y el casco de mi Kawasaki Versys 300 salgo del edificio. Vivo a 20 minutos en moto del Centro de Operaciones Científicas, por lo que al serpentear los autos y cruzar unas cuantas avenidas, llego puntual al trabajo. Una vez allí, saludo a mis compañeros y me dirijo a la sala de reuniones. Como siempre soy el primero en llegar, así que mientras espero, me sirvo una taza de café y exactamente después de 10 minutos, comienzan a llegar los demás compañeros.
—Tú siempre tan puntual. —Dice Roberto mientras se sirve una taza de café.
—Sabes que no me gusta que esperen por mí.— Le aseguro llevando la mía a la boca.
—Lo sé, pensé que llegaría tarde. Llevé a los niños a la escuela y había mucho tráfico. Vic preguntó por su Tío.
Roberto Marchán es mi amigo, aunque él dice que merece el título de Hermano, o en tal caso Mejor amigo, pero a mí no me van esas mariconadas, así que siempre se lo he hecho saber.