— Okey bien, ¿Cuál es el lugar que te gustaría conocer? Algo así como el lugar favorito en el mundo — cuestionó Felipe con el helado de vainilla en su mano.
— Mmmm… Buena pregunta, diría que Noruega — tomé un poco de mi café. Hacía bastante frío y me hubiera gustado con el alma que nos quedemos a ver películas, calentitos en el departamento, pero no, el niño quería salir a caminar con este frío y tomar un helado.
— ¿Por qué Noruega?
— ¿Cómo qué por qué? Es el mejor lugar en el mundo para ver las auroras boreales — comenté con obviedad. Para mí las auroras boreales eran lo más mágico en la Tierra. Era como tener una pequeña muestra de lo que el universo podría darnos con solo mirar hacia arriba.
— Yo preferiría algo más cálido — su sonrisa ocupó todo su rostro — Algo como África, creo que no tengo que aclarar por qué la elección.
— Es un hermoso destino, flora y fauna de todo tipo, aunque soy del frío, se puede tomar café y ver películas con veinte cobijas encima — solté a lo que él rió, sabía que me gustaba ese plan, pero él quería salir y me arrastró consigo.
Estábamos sentados en un pequeño parque mientras compartimos un momento juntos. Hace casi tres meses que nos vemos al menos dos o tres veces por semana. Realmente disfrutaba su compañía, me sentía bien a su lado, como si complementará mi forma de ser con la suya. En cuanto a James, no he vuelto a saber de él desde aquella mañana, ni un mensaje, ni una llamada, nada. Lo solía ver a lo lejos, pero al poco tiempo desaparecía. No lo molestaría, me duele que haya tomado distancia, pero en cierta forma yo debía hacer lo mismo, pero no tenía el valor para ello. Me confundía y al mismo tiempo a veces soñaba con su cercanía.
Tengo que tener en cuenta que por más que quiera tenerlo cerca, no podía, no era posible ni correcto.
— Tú y tu rara manía de amar el frío — lo vi sonreír con dulzura — ¿Sabes algo de James?
— ¿Eh? No, no he sabido de él desde el baile.
— Eso fue hace tres meses, que raro — expresó confundido.
— ¿Por qué la pregunta?
— Es el mejor amigo de tu hermano y como siempre están juntos, supuse que sabrías algo.
— No, lo siento. ¿Por qué?
— No, por nada, suficiente que lo veo casi todos los días por videollamada cuando habla con Nat — comentó con fastidio.
— ¿Todos los días? — era algo extraño. La sola idea de que fueran a salir, era raro, ojalá no sean como esas parejas clichés que están todo el tiempo juntos.
— Sí, resulta molesto — puso los ojos en blanco con algo de fastidio, no estoy segura de que le cayera bien.
— ¿Sale con Nat? — el aire lo contuve hasta que llegó su respuesta que tiró todas mis ilusiones a la basura.
— Realmente no lo sé y no me interesa, mi prima puede hacer de su vida lo que quiera. No soy fan de él, siento que no es del todo sincero, hay algo que no cuadra, como si ocultara algo. — si tan solo supieras Felipe.
— Ah, no sabía — comenté con un poco de decepción — Si ella es feliz, hay que dejarla serlo. Aunque de tantos hombres justo ¿James? No suele bañarse — reí ante la broma.
— No lo sé, recuerdo que más de una vez dijo que nunca le daría una oportunidad porque era un mujeriego y ahora mírala, tragándose sus propias palabras — negó divertido — Es una caprichosa, eso es lo que es.
— ¿Ella dijo eso? — por lo general Nat solía cambiar de opinión muy seguido, no me sorprendería que con anterioridad dijera eso.
— Sí, nunca quiso nada con él, siempre lo vio de esa forma, no sé qué fue lo que cambió.
Con cada palabra que decía mis ilusiones y las respuestas que necesitaba estaban completando el rompecabezas. Creo que podía entender cómo es que Nat cayó en sus encantos, yo también había caído por un breve momento y lo había disfrutado.
Luego de seguir conversando de cosas sin sentido, él se tuvo que ir y yo también. De camino al departamento mis pensamientos estaban de vuelta en una nube de confusión. Odiaba sentirme así. A pocas calles de llegar, un chico que se me hizo conocido se me atravesó.
— ¿No es muy temprano para salir de la cueva, Dragón?
— ¿No es muy tarde para salir del castillo, Princesa? — sonrió con alegría — ¿Cómo estás Lena?
— Sobrevivo — me encogí de hombros — ¿Qué te trae por mi barrio Matt?
— Quería saber cómo estabas y fastidiar a James — se colocó a mi lado y comenzamos a caminar en el mismo sentido — Pero no lo encontré así que vine a buscarte.
— ¿Cuál es el interés?
— Pasamos tiempo estudiando y me ayudaste a aprobar mi examen, así que gracias por eso.
— Fue difícil, pero se logró — sonreí ante su triunfo, no era el monstruo que James había pintado, al contrario, se mostraba muy amable conmigo, tenía sus momentos de idiotez, pero resultaba agradable estudiar con él. Luego de la pelea entre ellos, Matt se había acercado y me propuso estudiar juntos, a eso se había referido con “ir tras de mí” sabía que me iba bien entonces solicitó mi ayuda, pero según decía disfrutaba molestar a James.
— Lo sé, pero gracias por eso maestra — me abrazó por sobre mis hombros — ¿Algo te tiene preocupada?
— No, solo son algunos pensamientos sin sentido.
— ¿Quieres ir a la pista de patinaje? Despejas la mente y te doy las gracias por ayudarme a aprobar — resultaba alguien amable y era una pena que la gente lo juzgue por los rumores que tenía sobre sí.
— Me parece una idea genial.
Ya era algo tarde cuando llegamos por lo que la pista estaba algo vacía y mientras nos preparamos, sentí en el ambiente una entidad que nos observaba, pero descarté la idea, estaba siendo muy paranoica. Últimamente así me había sentido ya que había empezado a tener notitas sobre la moto, había hablado con Matt sobre eso, pero me aseguró que él no había sido, aunque de todas formas me pidió que lo mantenga al tanto.
Ya con los patines puestos ingresé a la heladera.
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Editado: 07.12.2024