Juntos en el Mundo

UNO: El inicio.

Bueno, creo que es hora de que haga un pequeño resumen de este último año, ¿no creen?

Empecemos.

Me mudé con mi padre a Los Ángeles, el lugar era hermoso, su casa estaba en un conjunto residencial tan lujoso como el que veía en las películas. El mar estaba a unos pocos metros de la casa —por no decir que teníamos una playa privada—, no se imaginan cuantas veces he ido a nadar. Ya muchos me decían la chica playa, ya que me veían casi siempre ahí.

Papá ha estado viajando cada tanto, pero no demasiado ya que la discográfica con la que trabaja está aquí y el es uno de los ejecutivos más importantes. Bueno, es el cofundador de hecho. ¡Ah! Y también hice un nuevo amigo, se llama Sean, y es un chico trans. Es muy genial, es artista, dibuja increíble y ni hablar de sus cómics. Estoy segura que será alguien increíble en ese mundo.

No he encontrado donde estudiar ni qué, supongo que no he encontrado mi vocación, creí que era la escritura, pero realmente me di cuenta que no tengo la habilidad. Gastón me ha echado una mano con eso, me ha dado consejos y sugerencias a probar para encontrar ese algo que me haga decir: "Quiero dedicar mi vida a esto", pero no hemos hecho muchos avances.

Y eso me lleva al día de hoy, Gastón y los chicos me han invitado a la grabación de su nueva canción. Finalmente logré que me dejaran conocer los avances de sus canciones y álbumes, de hecho, yo soy quien las escucha primero para darles una opinión. Y lo amo. Grabarán la canción en la discográfica de papá, TB Records.

No me arregle demasiado, he ido muchas veces y todos me conocen. Solo estoy vistiendo unos vaqueros de mezclilla, una camiseta blanca y un suéter negro, para mi esto es algo sencillo. Nada del otro mundo. Creo que me vestí mejor para mi prueba de conducir —porque sí, obtuve mi licencia de conducir finalmente—. Como sea, tome mi bolso y mis gafas de sol, porque me negaba a dejar que todos vieran mis enormes ojeras solo porque no he logrado dominar el arte de ocultar imperfecciones con el maquillaje. No creí que fuera tan complicado.

Saco mi auto, un Honda normal, papá quiere asegurarse que soy responsable antes de darme algo más caro. Comprensible totalmente. Uso el GPS de mi celular para llegar hasta la discográfica porque, a pesar de llevar un año acá, no logro ubicarme. Tengo un pésimo sentido de la orientación. Llego en unos quince minutos más o menos, un chico se acerca para estacionar mi auto y le entrego mis llaves. Ingreso a las instalaciones con total confianza, como si no pareciera un mapache humano debajo de las oscuras gafas.

—¡A buena hora llegas! —exclama Dylan, apareciendo de un pasillo con su guitarra colgando en su espalda.

—Lo siento, el tráfico estaba terrible y...

—Ya usaste esa —me corta.

Sí, digamos que no soy la más puntual.

—Me atrapaste, el auto no quiso arrancar, tuve que...

—Ayer dijiste lo mismo.

Mierda, así no se puede.

—Si tan solo me dices que llegaste tarde porque te distrajiste de nuevo con la playa te dejaba en paz.

—¿De veras? Bueno, sí, eso pasó.

—Lo sabía, eres una irresponsable de mierda —dice al final, con un gesto burlesco.

—¡Dijiste que lo dejarías pasar!

—Pues te mentí.

Me abalanzó a él para darle un par de golpes en el pecho, pero no le hacen ni cosquillas. Él me sujeta de las muñecas para evitar que lo siga golpeando, riéndose a carcajadas de mi débil intento de herirlo. Nuestros ojos se encuentran un momento, nos quedamos en silencio, mirándonos el uno al otro.

Entre Dylan y yo ha comenzado a crecer una especie de tensión, cada día es más palpable y más difícil de contener. Creo qué pasó aquella vez que celebramos su contrato con la discográfica en casa y ambos nos quedamos conversando hasta tarde. Se sintió bien, realmente teníamos mucho en común, nos unió y ahora nos sentimos así.

Siento como de a poco nuestros rostros se acercan, pero, en eso, alguien se aclara la garganta, haciéndonos pegar un brinco del susto.

Ben nos veía con disgusto. Yo rodeé los ojos y caminé a su lado, chocando mi hombro con el suyo de forma intencional. Era intocable para el ahora, y aún estaba furiosa con él por haber contado mi secreto a... a él. Era la única desventaja de trabajar con The Return Wrong, debía verle la cara a ese imbécil más seguido de lo que me gustaría.

Entro al estudio, saludando a Paul, el encargado de la cabina —no se como se llama a su trabajo, una disculpa—, es un tipazo. Gastón, Carter, Jason y Mike me saludan al otro lado, todos con sus instrumentos y sonriéndome enormemente. Les devuelvo el gesto con entusiasmo.

—Que sea rápido, niño —demanda Ben, entrando junto a Dylan al estudio.

—No le hagas caso Paul, el arte fluye, no se mide con un reloj —le contradigo, mirando de mala forma a Ben.

Lo veo apretar los puños, quiere decir algo, pero sabe que mi palabra tiene más peso que la suya. Ahora él está a mi merced y debe atenerse a hacerme caso.

Sí, lo sé, estoy abusando de mi poder, pero, en mi defensa, él se lo merece. Este último año aprendí a no dejarme pisotear por nadie más, mi carácter aumentó y mi valía también. Ahora podía enfrentar mis problemas, no los evitaba. Todo iba genial.

Papá hace aparición en el lugar con una radiante sonrisa, haciéndome sonreír a mi por consecuencia. Saluda a Ben y este de inmediato cambia su expresión de disgusto a una más feliz, sonriéndole de regreso. Esto era divertido, la verdad, ser el karma de quien me hizo daño alguna vez... satisfactorio.

Que empiece la guerra fría.

***

¿En serio casi se besan? —inquirió Danniel al otro lado de la llamada, me veía con diversión.

—¡Sí! Un poco más y acabaría con la molesta tensión —refunfuño.

Danniel se mantenía bien informado de todo lo que pasaba acá, no podía dejarlo sin nuestros momentos de cotilleos. Era mi mejor amigo después de todo.




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