La Chica Popular
«Duele cuando miras a otras, duele cuando le haces caso a otras, pero más duele no ser a mí a quien mires, duele no ser suficiente para ser a quien elijas»
Ya habían pasado cuatro días reuniéndonos en la misma cafetería al final de las clases, todos esos días siendo muy puntual, incluso casualmente me lo encontraba de camino e íbamos juntos, siempre bajaba la cabeza, porque me sonrojo cada vez que lo veo, me siento tan cómoda con él, mi dominación con el idioma va muy bien gracias a él, es muy buen maestro, cada día me ilusiono más, es tan atento, caballeroso, siempre está pendiente de todo lo que me gusta, lamentablemente no hablamos más nada que no sea del trabajo o algo de la clase, no ha vuelto a mencionar nada sobre su vida, pero llevamos pocos días prácticamente conociéndonos, tengo que darle tiempo.
Quiero saber que ocasionó esa profunda tristeza, se nota en sus ojos verdes apagados, son tan bellos y expresivos, pero hay momentos que están vacíos, como si no estuviese ahí, como si su mente lo dominara con ese mal recuerdo.
¿Qué le sucedió?
Hoy no me lo he encontrado cuando venía de camino, cosa muy rara, ni tampoco lo veo cuando llego a la cafetería. Cuando llevo 10 minutos esperándolo, ya casi lo estoy llamando porque me preocupa, él es muy responsable y más puntual que yo, pero en ese momento entra y no lo hace solo, viene con Yina “la chica popular” o mejor dicho la chica más engreída, pesada, fastidiosa y que se considera una “perfecta Barbie” la cual para mí es una sin cerebro, no sé ni que pensar al verlos juntos, solo siento dolor.
— Hola, Karlie, perdona que haya llegado tarde — se disculpa.
— ¿Y no era solo, que íbamos a estar? — pregunta Miss Barbie con su chillido fastidioso, me contengo de rodar los ojos.
— Si tienes compromisos Charlie, no tengo problemas en irme. — le digo sin esconder lo enojada que estoy.
— Tiene compromisos conmigo — dice Yina con su tono de superioridad — tenemos una cita — mi pecho duele mucho más con esa información.
— Bueno, como sobro, me voy — me levanto, cojo mi mochila y antes de que pase la puerta siento que me agarran por el brazo deteniéndome.
— Karlie, lo siento, no… no lo recordaba — él trata de disculparse.
— No te disculpes conmigo — lo tranquilizo — ve y disfruta tu cita con tu Yina.
— ¿Estás celosa? — me mira confundido, como si no se lo pudiera creer.
— ¿De ti? Jamás — al decir eso creo haber visto, ¿tristeza?, no, debo estar imaginando —, solo me gustan que sean responsables, así que adiós, nos vemos mañana para la presentación — salgo muy digna, pero muriendo por dentro, creía de verdad que algo estaba creciendo entre nosotros, algo… lindo, cuan equivocada estaba.
Llego a casa con un enojo de los mil demonios, pero me encuentro con una sorpresita, mis padres.
El señor Carlos García, millonario, dueño de una gran petrolera, y la señora Marie de García, una chef muy reconocida con múltiples restaurantes de cinco estrellas, se recordaron al fin que tienen una hija, pero ni me saludan, su cara de enfado me dice que solo me reclamaran algo.
— Karlie, ¿Qué hacía un chico en tu habitación? — pregunta mi padre, ¿casi una semana después es que se enteran?
— Hola, papá, hola, mamá, ¿Cómo están? Ah… yo estoy bien, gracias por preguntar y el “chico” — hago las comillas con mis manos — es un compañero del instituto, tenemos una presentación de una entrevista en inglés para la clase de idiomas para mañana — les respondo tranquilamente a pesar de que sigo enojada.
— No me importa, aquí solo entra tu amiga Gema y tal vez alguna que otra compañera que sea “una chica” no un chico — enfatiza mi madre.
— Está bien, ok, ¿algo más que me quieran prohibir? — digo impaciente.
— Nada más, solo sé buena chica — lo soy, a pesar de que no se preocupen por mí, es lo que quería decirles.
— ¿Cenarán conmigo? —pregunto esperanzada.
— Lo siento, pero tenemos cosas que hacer, y ya nos vamos — contesta mi padre recogiendo su chaqueta para irse y mi madre su bolso.
— Ok, pues adiós.
Cuando ya se han ido prácticamente corro escaleras arriba a mi pedazo de cielo, me siento tan dolida, mi día terminó muy mal, primero Charlie y su cita con la Yina, luego mis padres que solo aparecen para reprocharme como si fuera una niña que se porta mal y es al contrario, soy demasiado buena a pesar de que ellos no están para mí.
Lloro y lloro hasta que me quedo dormida, no ceno, me encierro en mi habitación, duermo con toda y la ropa puesta, estoy tan adolorida, mi pecho duele demasiado, estoy muy joven para tanto dolor, pero es lo que me toca.
Al otro día me levanto sombría, con los ojos hinchados, pero me doy ánimos para salir de la tristeza, desayuno en silencio, solo hablo cuando buscamos a Gema, aunque desde que entra sabe que algo anda mal y trata de transmitir su energía contándome sobre Marcos, que es un chico muy majo y atento, que le gusta, si su amistad continúa ella se le declara, si, ella es muy atrevida.
Pero esa información solo hace que me hunda más, porque por primera vez me gusta un chico y por pendeja me lo quitaron, quisiera ser atrevida como mi amiga.
Gema y yo llegamos al instituto temprano como siempre, nos toca la clase de idiomas, somos las primeras como siempre, nuestra puntualidad y asistencia es intachable.
Cuando Charlie llega me busca con la mirada, hago que no lo veo.
— Buenos días Karlie, ¿Estás preparada? — me pregunta cuando llega a su asiento, el cual está a mi lado, me dan ganas de cambiarme de lugar.
— Buenos días — lo saludo sin ánimos — siempre estoy preparada. — lo digo con retintín.
Cuando abre la boca para contestarme y se nota que se disculpara, lo llama Miss Barbie, la Yina.
— ¡Charlie! ¿Puedes venir un minuto? — le dice coqueta, su tono me da ganas de vomitar.
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Editado: 11.09.2022