Usher

— ¡Manifiesta tu poder o muere, impostora!— el mago oprime su garganta con más fuerza todavía al temer que ella no sea el K'lisn.

Ivy comienza a sentir cómo la magia de ella surge del cuerpo de Maest para defenderse del ataque, no sabe ni puede controlarla así que se deja llevar, relaja su esencia y su cuerpo físico, ésta al no tener ninguna oposición sale disparada sin control en un torrente de luz blanca que rompe las cadenas que la aprisionan, el mago cae al suelo fulminado, de él surge una esfera cómo la de los otros magos que enseguida es absorbida por el cañón de magia desapareciendo por completo. Las esferas deshacen el círculo  multicolor y se vuelven a concentrar rodeando a la luz blanca que se resiste palpitando fuertemente y lanzando grandes oleadas de energía que destruye lo que toca a su paso, las luces multicolores van perdiendo poco a poco sus nítidos colores cuando llegan numerosas personas del exterior que corren hasta los espejos y abandonan su cuerpos para unirse en forma de esferas a las que luchan por contener al enorme poder que surge de Ivy.

Uno de ellos sin embargo se dirige a dónde está Ivy con una esfera de color negro en sus manos, se sienta delante del cuerpo de la chica colocando la bola entre sus piernas cruzadas y apoya sus manos de forma reverencial en ella. El cuerpo le comienza a temblar tan fuerte que hace caer la capucha que le cubre el rostro dejando ver la cara de un joven, casi un niño, de su pecho surge un hilo de luz que la esfera negra absorbe al principio con cuidado, luego de un gran sorbo la toma toda dejando inmediatamente muerto al chico. La luz blanca incontrolable sigue ganando espacio poco a poco, el aro multicolor aumentado apenas puede controlarla, sin embargo, de repente se queda quieta en el aire, una suave tonada surgida de la esfera negra hace que no avance, las luces multicolores aprovechan y se separan lanzándose al interior de ésta, la atraviesan, corren por dentro de ella cómo gusanos horadando la tierra hasta que la desmenuzan en pequeños trozos que se tragan doblando y triplicando su tamaño, inmediatamente varias de ellas cubren el cuerpo de Ivy impidiendo que surja más luz. La melodía a su vez sigue saliendo de la negra esfera haciendo que la esencia de la chica se sienta cada vez más cansada hasta caer dormida.

— ¡Ahhhh!— Ivy recupera la consciencia sobresaltada, está rodeada de magos, todavía algunas esferas no han vuelto a su cuerpo y bajan de las alturas para introducirse en los espejos y de ahí al cuerpo que habitan. Las más luminosas cubren el cuerpo inconsciente de la maga— ¿Qué?¿Dónde demonios estoy ahora? ¡Debería estar en el cuerpo de Maest!— mira a su alrededor sólo para comprobar si sus sentidos le están diciendo la verdad— ¡Otra vez no!— grita al confirmarlo— ¡No puedo estar otra vez en el cuerpo de Grey! ¡No, no, no!

— ¡Es ella, lo hemos conseguido!— Rafel, el mago amarillo sonríe contento.

— No hemos conseguido nada— Greyn-Usher lo empuja dirigiéndose a Aram que recoge del suelo con un paño bordado de intrincadas figuras la esfera negra.

— Ha extinguido al Alto maestre y apenas la hemos podido controlar, ¿Cómo podremos conseguir su poder?— el antiguo capitán aprieta los puños furioso.

— La hemos encontrado después de doscientos años, sólo es el principio, lo consegueriremos— Aram intenta no tocar la bola sin el paño.

— ¡No tenemos tiempo, se está acabando!— Greyn mira con odio profundo a Maest.

— Dalila es quién no tiene tiempo.

— ¡Cómo puedes estar tan tranquilo, es tu hermana!— estalla.

— No me culpes de tu fracaso— empieza a andar.

— ¿Mi fracaso? — un fuerte viento empuja a Aram contra la pared dejándolo pegada a ella.

— Patético— con una mirada hace retroceder a Greyn que coloca sus manos delante para parar la fuerza que lo empuja.

— Es increíble vuestro comportamiento en la situación en que nos encontramos— una anciana con el pelo plateado y gesto serio se acerca rodeada de soldados— Aram, esperaba más de tí— estira la mano y una fuerza invisible hace que se arrodille— Lyra, trae al auténtico— una impresionante mujer albina de más de dos metro toma el objeto de las manos del mago verde con cuidado para no destaparlo— Usher tu comportamiento deja mucho que desear.

— Protectora...— la misma fuerza hace que se arrodille también.

— No voy a consentir que vuestras rencillas comprometan nuestra misión— la cara de Usher se torna roja y empieza a respirar agitado cómo si le faltara la respiración— ¿Te has olvidado que luchamos por la supervivencia de nuestro pueblo?— él empieza a jadear más fuerte— Hasta que no logremos volver no habrá privilegios para nadie— la respiración de Usher es agónica— ni para Dalila, ni para tus hijos — mira a Aram— ni para tí, mi querido Usher— éste cae al suelo recuperando la respiración— Ranto, llevalos a las mazmorras hasta que el consejo decida que hacer con ellos.

— Siempre lo estropeas todo— Aram se sienta en en rincón de la oscura celda, Usher todavía no recuperado hace lo mismo en el otro extremo del pequeño habitáculo.

— Siempre los defiendes— la garganta le quema.

— Sabes que nunca estuve de acuerdo con la decisión de los protectores pero cumpliré sus órdenes.

— Eres su mejor arma y defensor— ni la ronquera de su voz puede tapar el desprecio de sus palabras.

— No puede haber división entre nosotros, es el primer paso para nuestra destrucción— dice convencido.

— Nunca te entenderé, ¿Cómo puedes seguir pensando así teniendo a tus hijos en el sala de las almas, sin poder verlos ni tocarlos?

— Tu pensabas igual que yo hasta que se le negó a Dalila volver a renacer.

— Es tu hermana, tu única familia— se deja caer agotado en la helada pared.

— Vosotros habéis disfrutado de siglos juntos, otros miembros de nuestro pueblo tienen el mismo derecho que tú de ver renacer a su familia, si tu madre no fuera una protectora hace mucho tiempo que Dalila estaría descansando.