Kukri

CAPÍTULO 6

El sistema ferroviario anfibio del imperio es el medio de transporte más seguro y eficaz de todo el territorio Nornodiano, tanto para la población civil como para la actividad comercial. Las vías seguían las irregularidades de las montañas, cordilleras y valles, con diseños y tecnología amigable con el medio ambiente, podía sumergirse en los lagos, ríos, océanos y cualquier cuerpo de agua que se le cruzara, haciendo del viaje una experiencia agradable y placentera por los paisajes que se presenciaban desde las ventanas de los vagones.

Cobra viaja en el tren en calidad de civil, guardando la corona y las insignias reales en una mochila resguardada en el portaequipaje que está encima de su cabeza. Observa el paisaje detenidamente, rara vez podía gozar de la tranquilidad como la de ese momento.

En el mismo cubículo en el que está ella, está un joven padre con su hija, una niña pequeña de escasos 6 años, tierna, dulce y juguetona. En las manos tiene una muñeca que es la representación gráfica de un vampiro, la estaba vistiendo unas diminutas prendas que cargaba en una mini bolsa de mano, sacó un pantalón negro, unas botas con estoperoles, una blusa blanca sin mangas y una gabardina con capucha, cuando todo el conjunto está ensamblado en la muñeca, la niña se percata del parecido que hay entre la muñeca y la mujer que estaba enfrente.

En el momento en que Cobra se da cuenta de la intrigada e insistente mirada de la niña ella sonríe y deja ver sus dientes, los caninos son tan largos que sobresalen del labio inferior. La niña, en lugar de asustarse, sonríe y se cambia de asiento, para estar a un lado de la versión viviente de su muñeca.

- ¿Cómo te llamas? – pregunta la niña.

- Maricela. – contesta Cobra. - ¿Es tu muñeca?

- Sí.

- ¿Me la prestas? – Cobra extiende la mano hacia la niña; ésta vacila unos segundos, viendo a Cobra con curiosidad.

- Está bien. – asiente mientras le da la muñeca a la joven. – ¿Eres un vampiro?

- Eso depende de a quien le preguntes. – contesta Cobra casi instantáneamente con una sonrisa algo perturbadora.

El papá de la niña, el cual descansa sus ojos y su cuerpo sobre el respaldo del asiento, comienza a moverse sin incorporarse por completo. Cobra pone su dedo índice en los labios, indicándole a la niña que guarde silencio. La niña asiente.

- ¿Qué es eso que tienes ahí? – pregunta la niña señalando una funda que sobresale de la bota derecha de la cazadora.

Ella duda en mostrárselo, pero, ante la mirada inocente e insistente mirada de la infanta, termina cediendo.

De la funda saca una daga de plata, con la hoja tan larga como la bota misma y en la empuñadura hay una serpiente que se enreda en el metal con la cabeza viendo hacia la afilada hoja, en los ojos, la serpiente tiene un par de zafiros azules. 

- ¿Para qué es eso? – pregunta la niña con los ojos como platos.

- Para todo aquello que quiera aprovecharse de mí. – contesta Cobra.

- ¿Qué eres? – esta pregunta desconcierta la cazadora. - ¿Eres armera, medico, maestra? – la mujer suspira de alivio.

- Digamos que soy una especie de cazadora de monstruos.

- ¿Cómo Van Helsing?

- Me sorprende que una niña de tu edad conozca ese personaje.

- Es mi película favorita.

“Eso explicaría la muñeca”, piensa Cobra.

- ¿Por qué tienes los ojos rojos? – vuelve la niña al interrogatorio.

- No lo sé. Supongo que es un regalo de alguno de mis ancestros.

- ¿Tienes hermanos?

- No.

- Mientes.

- ¿Perdón?

- Esa marca en tu dedo indica que tienes un hermano gemelo. – la niña toma la mano derecha de Cobra y le enseña la marca de nacimiento que tiene en el dedo meñique. – Lo sé, mi papá es doctor. Me ha dicho que esta clase de marcas la tienen los hermanos gemelos.

Cobra se enternece por la explicación de la niña. La niña se queda viéndola a los ojos, primero con una sonrisa, luego su boca dibuja una perfecta línea recta y sujeta a la cazadora de la cara con sus diminutas manitas.

- Te echaron una maldición, ¿verdad?

- ¿Cómo dices?

- Pareces una muñeca de porcelana y como una, te estas rompiendo; eso es una maldición. Además, tus ojos parecen canicas de cristal. Apuesto a que los puedo sacar y no te dolería.




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