Capítulo 7
—¿Q-quieres que seamos amantes? —finalmente tartamudeó la joven
—Nunca me gustaron las etiquetas. Y eso tampoco cambiará ahora. Quiero seguir viéndote, pero sin complicar las cosas ni entrometer extraños. ¿Lo entiendes, ahora?
Dos días desde esta conversación y aun Jin no acababa de creérselo. Se le figuraba como un sueño o una de esas alucinaciones quizá. Pero era algo real, tangible y en verdad que había dormido con Luke Wilson. De todos modos, no pudieron verse desde aquello, porque al día siguiente, su hermano le asignó una tarea junto al equipo del Ninjetti que dirigía. Su posición y jerarquía le daban la posibilidad de darle a Jin ese tipo de tareas, claro, siempre y cuando Luke Wilson o el agente Danvers no la tuvieran en otra. Era claro que luego del desastre en casa del Fiscal, Luke se cuidaría de darle una misión tan pronto.
Así que viajó a Ohio con el equipo para rastrear a unos potenciales revendedores ilegales de armas del ejército venezolano. No es que al gobierno le importe el nido corruptivo de aquel país, sino que no podían permitir la libre circulación de armas en esas condiciones. También valía para investigar las conexiones que tuvieron los contrabandistas para ingresar aquello.
—¡Jin! Vuelve a la tierra, muchacha… —el llamado de atención de Hayes, uno de los miembros del Ninjetti, la regresó al mundo.
Estaba totalmente idiotizada y desconcentrada. No había podido aportar ninguna sola idea en ningún momento y vaya que siempre era bastante parlanchina y gozaba de entrometerse mucho en los planes. Siempre había sido una agente muy perspicaz, eso no podía negársele, sumado a su carácter alegre, pero estaba extrañamente pensativa. Como ida. Absorta. Extraña. Y además haciendo algo que usualmente nunca hacía, como revisar de manera constante su Smartphone, como buscando algún mensaje que nunca llegaba.
Esto no escapó de los ojos vigilantes de Lance, que fuera de la mancomunion que tenían, ya que la conocía desde que era niña, también la conocía mucho mejor que nadie. Más incluso que el propio Ethan. Tuvo un mal presentimiento.
—Esto debe ser una broma —murmuró Scott al oír parte de lo que Wilson le estaba contando.
Más que nada por la forma en que él narró haberle hecho su particular pedido.
De hecho, la invitación a este almuerzo ya era extraña, pero todo terminó por volverse hasta cómico cuando Wilson confesó que había echado a andar el plan que Scott le sugirió. La de seducir a la muchacha que podría llegar a arruinarlo, para seguir ocultando el caso del atentado en casa del Fiscal.
—Scott, deberías pensar más las palabras que vas a poner en tu boca —mencionó Wilson bebiendo sake, una bebida japonesa que le gustaba bastante. Herencia materna. Estaban en el pequeño restaurante japonés, favorito de Wilson, que quedaba un poco alejado del edificio de las oficinas del ASS. Justamente un detalle que le gustaba, porque no le agradaba ser visto ni que nadie supiera mucho acerca de sus gustos.
—Pero esa no es la forma… Dios, Wilson, ya sabes cómo son las mujeres. Para ellas, y en especial, las chiquillas como esa, tienden a pensar mucho en los detalles de sus relaciones amorosas. No puedes ser tan insensible.
—Admití que el Ninjetti la llevase con ellos a una misión lejos de aquí —admitió Wilson. Todavía resultaba extraño para él lo que había pasado y lo más seguro era mandarla lejos, donde no le provocara pensar en ella.
—Mal —añadió Scott poniéndose serio—. Estas horas son determinantes para ti. Hazla buscar, no sé, quítale esa misión encima, dale días libres… y muéstrale un poco de esas cosas que a las mujeres tanto le importan. Sólo así estarás seguro de tenerla a tus pies. ¿Por qué eso es lo que buscas, ¿no?
Wilson, quien no era afecto de tener este tipo de charlas se estaba incomodando. No le gustaba hablar de su vida íntima, y la charla con Scott no había incluido detalles sobre la noche que había pasado con la joven, sólo la confesión de que la idea que él le había dado, la había puesto a funcionar, pero de todas formas no le agradaba sentir que alguien pudiere saber algo tan íntimo e impropio de él. Porque dormir con subordinadas no era correcto. No existían prohibiciones para ello, pero no sería bien visto.
Así que arqueó una ceja cuando Scott le describía lo que podía hacerle a Jin.
—Hazla venir y sorpréndela en su departamento. Tráele unas flores, averigua cuáles son sus favoritas. También puedes regalarle uno de esos bombones y dale una de esas noches difíciles de olvidar… créeme, las mujeres son así de simples —y luego, señalándole con el dedo agregó—. Y tú, mi amigo, precisas tener a esa chica a tu merced. Puede destruirte. Así que debes jugarte bien las cartas.
—¿Tanto fanfarroneo? —preguntó Wilson, más animado, al recordar que Jin podía destruirlo si quería, al denunciar lo que había ocurrido.
—Si no eres capaz de recordarlo, lo apuntaré para ti en unas notas, así no se te olvidan. Estaba obviando que justamente no eres el ser más vivaz que conozca —agregó Scott
—Ya me arrepiento de habértelo dicho —atinó Wilson, aunque no dejaba de darle razón a su amigo y viejo compañero de armas.
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Editado: 23.11.2021