Jude tenía pensado esa noche acudir de nuevo al salón en donde se disputaban las peleas clandestinas de boxeo, con la esperanza de poder volver a cruzarse con la misteriosa, pero popular: lady enmascarada. En verdad, había algo en esa mujer que llamaba demasiado su atención; todo de ella le recordaba a alguien especial. Sus gestos, su postura, su silueta. Había algo familiar en ella, y por un momento, una persona se le cruzó por la cabeza.
Maggie.
Pero Jude descartó aquella idea de inmediato. No podía y no debía ser Maggie. De solo suponer en que ella pudiera estar rodeada de tanta gente desquiciada se le helaba la sangre de pánico.
No y no. No podía ser ella.
Además, ¿cómo podría ser ella aquella mujer? Maggie no tendría la suficiente valentía para acudir a esos sitios a escondidas de su familia, y de Emile ¡por todos los cielos! ¡Emile!
No, no podía ser, esa idea debía desterrarse de su cabeza.
Ayer por la noche, mientras se hallaba en el Teatro Royal Opera House, sentado junto con Maggie, pudo apreciarla de más cerca y con detenimiento, pudo ver sus gestos, su manera de observar aquella obra que se estaba realizando frente a ella, la analizó con una profundidad intachable, y por un rayo de segundo, pudo tener un recuerdo corto de lady enmascarada, observando aquel combate que se había realizado el día en que él tuvo el placer de conocerla.
Respiro profundo mientras se hundía más en el asiento de su carruaje, mientras iba rumbo al combate de boxeo, que se iba a llevar a cabo esa misma noche en el mismo lugar de siempre.
Iba con la intención de verificar si sus dudas y teorías eran ciertas. Quería dejar en claro que lady enmascarada no se trataba de su querida Maggie.
No podía, pero, ¿y sí lo era…?
La sola idea le aterrorizó y lo hizo temblar en su asiento.
Aparte de que corría un fuerte rumor de que la tal lady enmascarada y aquel mulato, que la seguía como un cacharro a todas partes, tenían una aventura amorosa. Eran amantes.
Jude cerró con fuerza sus ojos, y apretó su mandíbula con indignación.
Maggie no era lady enmascarada y esa noche debía dejarlo en claro.
Miró por el vidrio de su carruaje, y visualizo la penumbra sombría que los cubría esa noche. Se encontraba lloviznando mínimamente, y todo se percibía nebuloso.
En su mente solamente pasó: Y sí Maggie en realidad solo quiere casarse con sir John Lucas para ofrecerle una mejor vida a ese tal mulato. A su amante.
Tenía sentido, tenía demasiado sentido. Maggie no quería a sir John Lucas, pero, había algo que la llevaba a tomar esa decisión, la determinación de aceptar casarse con ese hombre.
¿Sería eso acaso? Sería que Maggie lo hacía por su amante; por el mulato.
Eso significaría que Maggie en verdad estaba enamorada del mulato.
Pero qué estupideces estaba pensando, se dijo así mismo, ni siquiera tenía la certeza de que en realidad Maggie fuera aquella mujer misteriosa. Se estaba haciendo muchas ideas estúpidas en la cabeza.
Estaba desesperado por llegar, solamente al ver a lady enmascarada, él sabría si su suposición era cierta; si Maggie era lady enmascarada.
Y rogaba a todos los dioses que pudieran existir, que Maggie no fuera aquella mujer enmascarada.
Al llegar, bajó del carruaje y le indicó a su lacayo que lo esperara allí mismo. El hombre asintió ante su pedido, mientras que Jude se aventuró a ingresar al enorme salón en donde solían desarrollarse los combates de boxeo.
Visualizó enseguida a una gran cantidad de espectadores para esa noche. Todos estaban esperando ver a su ansiado peleador favorito: "el mulato".
Jude tuvo que actuar como uno de ellos. Debía hacerlo, no quería levantar sospechas de que en realidad y únicamente, iba para observar a la mujer tras la máscara. Se acercó al hombre que recogía las apuestas y apostó por el mulato, como lo hacía el resto de caballeros.
No apostó tanto, no le interesaba realmente la pelea que se iba a llevar a cabo. Sus intenciones en ese lugar no se debía a la pelea, ni mucho menos al dinero que dejaban las apuestas.
Tomó lugar al lado de unos cuantos hombres que estaban teniendo una conversación acalorada sobre el combate de hoy.
El mulato contra un escocés, escuchó a uno decir.
Jude clavó sus ojos en la entrada esperando así la llegada de lady enmascarada junto con su peleador. Y cuando menos lo esperaba, ella apareció junto con el mulato.
Él la vio, y de nuevo, aquel aire de familiaridad atrapó su atención.
Deslizó sus ojos por toda su silueta, y le fue inevitable no recordar a Maggie. Vio su manera de andar, y recordó a Maggie. Analizó su manera de pararse, y recordó a Maggie.
Apretó sus labios formando de esta manera una línea recta.
Aún no podía creérselo que fuera ella; no podía aceptar aquella derrota.
Vio a la mujer acercarse al hombre que realizaba las apuestas. Empezaron a tener una charla, supuso que ella estaba haciendo su jugada también.
Por su parte, en ningún momento separó sus ojos de ella. Al demonio si alguien lo llegaba a notar; él quería deshacerse de todas sus dudas.
Luego de terminar de hablar con ese hombre, lady enmascarada se giró a hablar algo con aquel mulato. Éste asintió y se marchó preparándose así, para el combate que se aproximaba. Jude continuó analizando a la mujer, con más detenimiento de lo posible.
Y después, a sus espaldas, escuchó la conversación de unos tipos que también tenían su atención en lady enmascarada.
—Miren nada más, señores, nuestra reina ya ha dado la cara. Vino y con el oscuro —mencionó uno, a su compañero de alado.
Un hombre bebió un sorbo grande de whisky, antes de añadir:
—Para tratarse de una mujer mayor, debo admitir que se mantiene en forma. No todas llegan con la figura de una mujer de quince años.
—Es adinerada, ¿qué esperabas? —respondió otro—. Es evidente que seguiría teniendo el cuerpo de una mujer joven.