La bruja y el fantasma.

3: Solo es una advertencia.

Después de haber avisado sobre la intrusión del mismo Elde que vimos de camino aquí, tuvimos que estar en silencio, por suerte, Ajshalon es muy bueno en eso, a diferencia de Marshall, quien se aburría de estar callado para no llamar la atención del Elde. A través de notas, mi hermano mayor me dejó en claro que tendremos que dormir juntos en una misma habitación, para sentirnos a salvo entre nosotros.

Es muy extraño que un Elde muestre ese tipo de comportamiento, escribió mi hermano en un papel. Para calmarse, Marshall se colocó los audífonos y escuchó música para distraer su mente, lo único malo, es que se metía tanto en sus canciones que sin querer las tarareaba o intentaba cantar una parte; menos mal que Ajshalon y yo somos tan veloces para cerrarle la boca a Marshall.

Siento un hilo de ganma en esta casa, informó con una letra un poco más ordenada que la anterior.

―Entonces no debe haber problema en que hablemos ―dije.

No soy tan sensible a la magia ajena como mi hermano, es algo que necesito desarrollar antes de entrar a la universidad, porque una bruja a la mayoría de edad que no percibe otras fuentes de magia, es una bruja fracasada.

―Supongo que sí ―me contestó.

Marshall se quitó sus audífonos y nos miró con el ceño fruncido.

―¿Por qué ustedes están hablando?

―Hay un hilo ganma recubriendo la casa.

―¡Qué mierda, y me esforcé por quedarme callado!

―No seas ruidoso, imbécil ―reprochó Ajshalon―. Por mucho que estemos a salvo gracias al hilo ganma, no debemos hacer ruido para que pueda irse, ¿qué pasa si nos persigue cuando tú y yo salgamos por la mañana?

Marshall no evitó encogerse de hombros y temblar, parece que su piel se erizó con la sola idea de imaginarse ello.

―No avives mi imaginación, no me gustaría tener un Elde persiguiéndome. ―Luego me miró a mí y me dijo―. ¿No crees que es muy sospechoso que una mansión tan grande tenga un hilo ganma para apartar a los Eldes?, tal vez el propietario anterior tuvo muchos incidentes con ellos.

No me gusta la idea de que mi nueva casa sea visitada por Eldes, el único confort que tengo, es que, si estoy adentro, no me va a ocurrir nada, voy a estar bien… voy a estar bien. Quiero repetirme mil veces que no me ocurrirá nada cuando esté sola por completo, sin la presencia de mis hermanos; no logro ser libre de esa sensación de pánico que tengo al saber que voy a estar sola, y muy lejos de mis seres queridos.

Espero no arrepentirme de haberme mudado a este lugar, es demasiado bonito como para que ocurran cosas extrañas.

Miramos nuevamente a la ventana, aún está ahí, pero no se ve espantoso como antes, tomó la forma de un hombre apuesto, con sombras bajo sus ojos, un cabello largo de color como las plumas de un cuervo, su sonrisa sigue siendo inquietante y su mirada roja sigue clavada en mí, ¿acaso soy su objetivo para atemorizar?

Tocó la ventana como si de una puerta se tratase.

―¿Por qué un Elde estaría tan empeñado en molestarnos el día de hoy, ¿acaso no tiene nada mejor qué hacer? ―se quejó Marshall.

Volvió a tocar, su sonrisa inquietante parece que se hubiese calmado, a pesar que sigue con unos aires que no me dan confianza, me da mucho más miedo que me vea como si de una persona normal se tratase a que revele su verdadera forma.

―No estamos haciendo mucho ruido, ¿o sí? ―inquirí con un temblar en mi voz.

―No estamos haciendo mucho ruido, no entiendo por qué no se va ―me contestó Ajshalon―. Nunca antes me había topado con un Elde tan persistente.

El Elde insistió en seguir tocando, incluso movió los labios como si intentara decir algo, no entendí nada de lo que intentaba decir, pero al terminar, se dio la vuelta y se retiró, algo que me hizo suspirar de alivio.

―Qué bueno que se fue ―chisté.

―Eso no fue muy normal, ¿qué intentaba decir? ―preguntó arqueando una ceja, yo negué como señal de que estoy igual que él.

―Solo pude descifrar la palabra cuidado ―contestó Marshall.

A pesar de que mi hermano menor sí pudo distinguir una palabra, eso me hace sentir mucho más nerviosa.

―No entiendo ―digo rápido―. ¿Cuidado de qué?, ¿de qué me tengo qué cuidar? ― Marshall solo se encogió de hombros ante mis interrogantes―. No puede ser, no quiero ser acosada por un Elde.

―Alana, cálmate ―dijo Ajshalon sosteniendo mis hombros con firmeza―. No saques conclusiones tan apresuradas, tal vez Marshall descifró mal.

―Estoy seguro de que dijo esa palabra.

―Cállate, no estás ayudando en nada. ―Volvió a centrar su mirada en mí―. Lo que intento decir, es que vas a estar bien, solo sé precavida, si tienes problemas en tu nuevo hogar, solo contáctanos, o intenta buscar a un mago especializado en espantar Eldes.

El tono de voz de mi hermano mayor me calma, a veces me pongo a pensar de más, incluso me pongo histérica si siento que voy a correr un futuro peligro, solo tengo que convencerme de que todo va a estar bien, «primero el humano de ayer, ¿y hoy un Elde?»

―Está bien, me calmaré.

 

[…]

 

Después de ese incidente, intenté acomodar un poco el lugar, sé que no terminaré hoy por completo, pero sí podré hacer un gran avance con ayuda de mis hermanos… bueno, de mi hermano mayor, ya que Marshall no quiere hacer nada, solo quiere escuchar música y cantar a todo volumen, por muchas reprimendas que reciba de nosotros.

La cocina se veía decente, mi habitación también, solo me falta acomodar los libros de mi estantería, me gusta acomodarlos por secciones y alfabéticamente, así que hoy no tendré tiempo de ello.

―¿Eso lo que está atrás de la casa es un invernadero? ―preguntó Marshall asombrado.

―Ah, sí, es un invernadero de cristal, me enamoré de él apenas lo vi, podré plantar muchas flores que no toleran los cambios climáticos ―dije con emoción―. Las macetas también son de cristal.



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En el texto hay: fantasmas, romance, brujas

Editado: 24.07.2021

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